Seis: Estado de shock.

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6. Estado de shock.
 


Él me miró también de la misma forma que yo, sus ojos claros fijo en mí casi traspasándome o tal vez queriendo evaporarme en el acto, porque definitivamente ninguno de los dos estaba preparado para tal revelación.

Él era el novio de mi hermana; su prometido.

Ese chico del que tanto alardeaba mi hermana a mi madre de que era empresario de muchos locales, que su familia era muy influyente en el país y que tenían incluso negocios internacionalmente, el hombre millonario del que ella estaba enamorada era el mismo que me había desvirgado, el mismo que me ilusionó y me hizo sentir en el cielo y luego me quitó las alas haciéndome estrellar en el infierno.

Lo peor era que tenia que disimular mi rostro de completo horror con una rara sonrisa porque mi hermana se le iluminó el rostro al verme y alzó los brazos con ese amor de hermana caluroso que tanto la caracterizaba.

—¡Pao-Pao! —murmuró envolviéndome en un abrazo y su costoso perfume me inundó, así siempre me llamaba ella desde que era una bebé; era su apodo cariñoso hacia mí.

Mi corazón estaba frenético, pero fingir era lo único que podía hacer ahora, necesitaba mantener la calma, aunque por dentro estaba gritando en caos.

— ¡Mírate pero que bella estás! —continuó mi hermana separándose un poco para mirarme— ¡has bajado tanto de peso!

Casi quise girar los ojos, odiaba cuando me decían eso, porque era como si hubiera un estándar de belleza, donde las delgadas eran hermosas y las gordas clasificadas como feas; viví insegura toda mi vida porque creí que era una anomalía estar gorda; todos me rechazaban y siempre hacían comentarios hirientes, mientras a mi hermana siempre la trataron como a una reina y la elogiaban por ser bonita.

Repito, no estaba celosa de ella, pero si fueron momentos que marcaron mucho mi vida y probablemente por eso soy así ahora; algo insegura y poco sociable.

—Es un placer volver a verte, Paris —dije y lo decía con sinceridad, mi hermana siempre fue amable conmigo y me defendía muchas veces, la amaba. Ella lucia un raro vestido de muchos colores con sus zapatos elegantes y un raro maquillaje excéntrico, no comprendía la moda muchas veces.

—Amo volver a casa —dijo sin poder parar de sonreír, sus ojos brillando, de repente se volteó hacia Hassan y lo tomó del brazo cariñosamente, él evitaba mirarme, podía ver una máscara en su rostro; donde solo mantenía una leve sonrisa y sus ojos casi intentando ocultar el infarto de la verdad...

Así es, se había follado a la hermana de su prometida sin saberlo.

¿O si lo sabía?

—Mami, él es Hassan Badjok —lo presentó y él estrechó manos con mi madre—, es empresario y socio de una de las empresas donde trabajo en New York, de hecho, también tiene negocios en la ciudad y se quedó hacia unos meses atrás atendiéndolos por falta de personal.

—Gracias por la introducción —bromeó Hassan y joder recordar como era su maldita voz me oprimió el pecho—, es un gusto señora, es tan linda como su hija.

—Oh, gracias —dijo mi madre sonrojándose un poco, parecía hipnotizada ante la belleza del árabe, de seguro a ella no le iba a dar la charla que me dio a mí de que los habibis eran mujeriegos y todo eso—. ¿O sea ya tenías aquí unos meses?

«Si mamá, de hecho, fue el árabe que salió conmigo».

Quería decirlo, el diablo de mi hombro me presionaba para que se soltara la tercera guerra mundial, pero me mordí la lengua, no ahora, no cuando mi hermana acababa de llegar de un largo viaje.

—Sí, estaba atendiendo unos de los negocios de mi familia —se limitó a decir.

—Tuvo que quedarse en un viejo edificio, lleno de ratas y casi derrumbándose ¡que tortura! —dijo Paris—, menos mal que ya lo vendiste.

Al parecer se había mudado el desgraciado, ya era hora, teniendo tanto dinero... recordar la cama rompiéndose por estar saltando en ella me hizo reprimir una sonrisa.

«Joder Paula, no recuerdes esas cosas».

Recordar esas cosas solo dolían.

—¿Por qué? —preguntó mi madre.

—Era mientras me familiarizaba con la ciudad —me parecía gracioso que solo miraba a mi madre al hablar, como si quisiera aparentar que yo no existiera—, ese apartamento era de mi bisabuelo, lo compró en su juventud y había pasado un buen tiempo abandonado cuando comenzó a expandir los negocios, ya era hora de venderlo por algo mejor.

—Hassan, ella es mi hermana —dijo de repente mi hermana y supe que iba a desmayarme cuando Hassan se volteó hacia mi y nuestras miradas se volvieron a cruzar, esa misma mirada que me miraba mientras me besaba y me tocaba en la cama.

Maldición.

El hecho de que todo se hubiera acabado de la noche a la mañana era lo que me dejaba más destrozada, porque nunca tuvimos un punto final, solo puntos suspensivos que me hacían pensar que nuestra historia no había llegado a su fin y que algún día volvería; que todo sería como el principio...

Pero volvió comprometido con mi hermana y así no podía iniciar nuevamente nuestra historia.

—Hola —me escuché a decir sintiendo que se trataba de una pesadilla—, mucho gusto, Hassan.

Gato no paraba de ladrar, como si reconociera que él era el hombre que tanto se había colado entre mis huesos y me había destruido en cuestión de semanas.

Eso me pasaba por arriesgarme en eso de: "Hasta que la felicidad me dure".

—Hola, Paula —dijo aferrando mi mano; su toque mandando ese estremecimiento a todo mi cuerpo, maldición, su toque era algo que había intentado con todas mis ganas borrar de mi mente— un placer conocerte.

Claro hijo de puta actúa como si no nos conociéramos.

—¿Cómo sabes mi nombre? —dije con la mayor odiosidad del mundo, intentando crear algún efecto en él, intentando trasmitirle mi odio telepáticamente, pero él no se inmutó.

—Obviamente les he hablado de ustedes —dijo mi hermana como si fuera estúpida, me solté de la mano de Hassan.

Un momento.

¿Este idiota sabía que yo era la hermana de su prometida?
 
 

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Doble actualización :D pero recuerda votar☺❤
 
 
 
 
 
 
 

VENENO (+18) [Completo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora