Capítulo 39: El final que acabó todo

3K 306 2
                                    

Maratón 2/3

Capítulo 39: El final que acabó todo
 
PAULA MIEL
 
Sentía que no podía respirar cuando entramos a la habitación y él cerró la puerta a sus espaldas mirándome con fijeza.

«Maldita sea, ¡¿y ahora?!»

Mi plan de amenazarlo de alguna forma sonaba mejor en mi cabeza. Mohamed se acercó tomándome de la cintura para pegarme a su torso, maldita sea, tenerlo cerca solo me daban más nauseas.

«Aguanta la respiración, no vomites».

—¿Qué se supone que haces? —murmuré girando el rostro cuando quiso besarme, pero él no se detuvo si no que comenzó a besar mi cuello.

—Quiero demostrarte que puede ser la persona que te satisfaga en todos los sentidos Aljamal —susurró acariciando la silueta de mi cintura, mi corazón latiendo desenfrenado.

Necesitaba frenarlo.

—Yo, uhm —dije—, tengo hambre.

Sabía que él quería que comiera, así que era algo que no iba a negarme, él se separó de mí un poco impaciente.

—Vale, vamos por algún postre —dijo.

Estuvo cerca.

Salimos al comedor a comer pastel de chocolate, me di el mayor tiempo del mundo en comerme el pastel; disfrutándolo hasta que ya se me había acabado, el muy hijo de perra de Mohamed seguía ahí, viéndome, esperando a que terminara, pero aun así en un mínimo descuido logré tomar uno de los cubiertos y lo metí dentro de mi ropa.

Creí que me había librado de Mohamed cuando volví a la habitación escoltada por los guardias hasta que escuché su voz afuera diciéndole a los guardias que nos dieran privacidad toda la noche.

¡Asco!

Me miré en el espejo del baño, tenía nervios y a la vez un revoltijo en el estómago.

«Tú puedes».

Escuché la puerta abrirse y salí del baño, Mohamed me miró y cerró la puerta a sus espaldas acercándose hacia mí y no dudó ni un poco cuando comenzó a besar mi cuello.

—Oye… espera… —susurré, pero Mohamed no me hizo caso, camino conmigo en dirección a la cama mientras comenzaba a alzar mi vestido, giraba el rostro cuando quería besar mis labios, pero realmente lo que sentía era asco de que quisiera besarme.

Cuando de repente lo empujé, él dio dos pasos atrás cayendo a la cama y me miró con picardía, pero no era que quisiera dominar la situación.

Estaba muy equivocado si creía que íbamos a follar.

Saqué el cuchillo que había guardado y lo apunté sin titubear, aunque por dentro sentía que la sangre se me había puesto caliente.

—Ahora, vas a ordenar que me vaya —lo amenacé.

Él analizó la situación con rostro burlesco cuando vio el cuchillo en mi mano y luego a mí frente a él.

—¿De verdad crees que te haré caso? —dijo alzando una ceja con desdén.

—Sí —dije sin dudar.

Se levantó dando pasos hacia mí ahora sin mucho humor.

—A ver —dijo en burla—, mátame.
Comencé a retroceder hasta que mi espalda pegó de la pared, él sonrió en burla mirándome como si realmente supiera que no tenía las agallas y no iba a atreverme.

—Eso creí —dijo con superioridad.

Cuando vi sus intenciones de volver a agarrarme ahora de un modo menos dulce, asustaba como estaba le clavé el cuchillo en el pecho observando su reacción entre sorpresa e incredulidad, saqué nuevamente el cuchillo volviendo a clavarlo sobre su pecho y lo solté observando como él caía de rodillas y comenzaba a desangrarse.

Mierda.

Lo había hecho.
 
No podía respirar ni reaccionar, solo corrí y abrí la puerta corriendo por la casa haciéndome la víctima, gritando que alguien había venido y asesinado a Mohamed todo pulmón, entonces todo fue un caos, muchos guardias corriendo de un lugar a otro a la habitación, creyendo mi mentira buscando a los alrededores quién lo había hecho en el momento de confusión y entonces…

No había nadie en la puerta.
Salí corriendo con todas mis fuerzas hacia la libertad.                           

Por fin.

Corrí y corrí sin dirección fija, únicamente quería huir de esa casa, iba por la carretera en la oscura noche sin aliento, mi cabello hecho un desastre, mis lagrimas escurriéndose de mis ojos, mis piernas acalambradas, pero no quería detenerme.

Estaba jodidamente asustada.
De repente un carro que venía frenó en seco dando la vuelta hasta interceptarme.

«Aquí fue…»

Quise retroceder, pero resbalé cayendo de trasero, y entonces la puerta del piloto se abrió y me encontré de con el rostro preocupado de… George.

Estaba vivo.

Estaba aquí.

—Paula. —dijo corriendo hacia mí para ayudarme a levantarme del piso.

—George. —susurré sin poder dejar de temblar, las lágrimas invadiendo todo mi rostro.

Me ayudó a subirme al auto porque ahora no era momento de hablar, solo de huir. Solo cuando arrancó y aproximadamente de 10 minutos sin decir nada, por fin pude respirar y comencé a llorar, porque estaba bien, sano y a salvo, pero otra parte de mí se sentía terrible por lo que había hecho, ahora mi bebé estaba a salvo.

—¿Qué ocurrió? —preguntó George, aun me parecía algo surreal verlo aquí, la ultima vez que lo vi fue en ese hotel y todo después había ido de mal en peor al creer que estaba muerto.

Tomé una profunda respiración y comencé a contarle todo lo que sucedió con Mohamed y como engañé a sus guardias para huir, solo hablar de él hacía que todo mi cuerpo temblara y nuevamente comenzara a llorar.

Les echaría la culpa a las hormonas.

—¿Lo mataste? —preguntó George sorprendido.

—Sí —admití sintiendo un mal sabor en la boca, mis manos estaban manchadas de su muerte.

—Raro es… —dijo— que no te hubiera matado mientras estabas ahí.

Alcé ambas cejas mirándolo.

—Él quería algo de mí que me rehusaba a darle.

Él apretó la quijada pareciendo un poco contrariado cuando preguntó:

—¿Sexo?

—Mi bebé —admití, y hasta ahora me daba cuenta de que ninguno de mis conocidos sabía de mi embarazo.

George se quedó en shock por varios segundos y afirmó con la cabeza.

—Relajate —dijo luego de un momento—, ya todo acabó ya estamos a salvo.

Y así lo creí, mientras nos perdíamos en la carretera lejos de todo este caos.

 

VENENO (+18) [Completo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora