Capítulo 38: Engaños y trampas.

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Maratón 1/3

Capítulo 38: Engaños y trampas.
 
PAULA MIEL
 
Las veces que fingí en mi vida, era cuando trataba de que los comentarios que hacían con respecto a mi peso no me afectaran, solo sonreía, me reía y fingía que no me hacían daño cuando en realidad sí me hacían y mucho; tanto que cuando bajé de peso me caían mal las personas que ahora me saludaban, le cambiaban el gesto al hablar conmigo y simplemente parecían más amables porque sentía que eran hipócritas.

Volvía a sentirme así.
Porque fingía estar deleitada con el jardín de la casa de Mohamed únicamente para que no vieran mi plan de largarme de aquí en cuanto tuviera la oportunidad.

Así que… aquí estaba con una enorme sonrisa mirando todo alrededor buscando algún punto ciego, pero había muchos guardias armados y los muros que rodeaban la casa eran casi como una muralla o una cárcel no estaba segura.

La única forma de salir era la puerta principal.

Pasé una mano por mi vientre cuando estuve nuevamente en mi habitación, todo lo hacia por mi bebé, él no tenía la culpa de tener una madre tan irresponsable como yo que ni siquiera sabía quien era el papá, si Hassan o George.

Maldita sea, yo y mis sentimientos confusos... la próxima vez que lograra amar a alguien tendría que ser por la mente y no por el sentimiento del momento porque uno se casó con mi hermana y me engañó desde el primer momento para acostarse conmigo y el otro me quiso de una bonita manera en el peor momento; cuando estaba encaprichada con un amor no correspondido.

«Muy mal Paula».

Llegó la comida de la cena y me obligué a comer con la nariz tapada, de esa forma no vomitaría, y tendría la posibilidad de volverá salir al patio cumpliendo nuestro trato.

Odiaba esta comida, sabia horrible.

A la hora me arreglé para salir nuevamente al jardín, terminaba de peinarme cuando escuché la puerta de mi habitación abrirse y alguien entró.

Mohamed.

Su mirada de cuervo fija en mí, estaba vestido como siempre de forma elegante y mantenía una ligera sonrisa en sus labios como si fuéramos amigos de toda la vida, y no como si me tuviera secuestrada.

—Hola Aljamal. —murmuró con su extraño acento que ahora me parecía desagradable.

«Tienes que contestarle, Paula. Sé amable».

La idea era ganarme su confianza.

—Hola —dije—, te ves aseado.

«¿Aseado? ¿de verdad Paula, no se te ocurrió algo mejor?»

—Gracias —dijo pareciendo complacido de mi intento de halago—, estoy complacido contigo, lograste comer todo.

—Gracias —dije forzándome a sonreír—, el aire fresco me abrió el apetito.

Él se rio un poco.

Sino fuera un hijo de perra que quería quedarse con mi bebé, incluso lo consideraría atractivo, dentro de su belleza madura.

—Es bueno saberlo —dijo Mohamed—. Decidí acompañarte en el paseo de hoy, así tal vez te dé más apetito.

Su mirada se deslizó hacia mis labios y sentí nauseas porque su doble sentido no pasó desapercibido.

Asco.

—Claro —fingí que estaba alegre con que me acompañara—, sería excelente.

Me levanté acomodando mi vestido y salí de la habitación junto a él, lo sujeté del brazo ofreciéndole una sonrisa como si su compañía fuera lo mejor del mundo, él pareció complacido.

Al menos era buena para engañar a hijos de puta como él.

 Cuando comenzamos a caminar por el jardín, y él comenzó a hablar de todo lo que él era, de su imperio, de sus negocios, de su poder, de sus mujeres, todo lo que se le ocurriera y pasaba por su mente lo decía, yo fingía escucharlo, fingía sonreír y fingía que él era el centro de mis pensamientos y de mi universo… cuando en realidad solo buscaba las salidas para largarme de aquí. Pero nuevamente noté que cada esquina estaba rodeada por guardias, era casi imposible salir sin ser vista, a menos… que hubiera una distracción.

—Entonces ¿qué me dices? —dijo de repente sacándome de mis pensamientos.

Oh.

—Disculpa ¿Qué? —dije e inventé— Es que me distraje con el marrón de tus ojos.

Mohamed sonrió complacido como si de verdad creyera todas las mentiras que le estaba diciendo a la cara.

—Te preguntaba Que qué te gusta en un hombre.

¿Para que una pregunta tan personal? Que asco si creía que de verdad iba a enamorarme de él con el síndrome de Estocolmo.

—Que me trate bien. —me limité a decir.

—Yo soy un caballero —dijo—, incluso en la cama puedo bajarte la luna y las estrellas.

Asco.

Intenté que no se me notaran las ganas de vomitar.

—Oh —expresé.

—Si deseas —continuó— podemos ir a la habitación.

Asco, asco, ¡asco!

Entonces, como un rayo, tuve una idea que no iba a fallar, esta posiblemente era mi única oportunidad para salir de este lugar, así que le sonreí con complicidad afirmando con la cabeza cuando dije:

—Está bien, vamos a la habitación.
 

GEORGE BADJOK
 

—Te he apoyado en todo —dijo Alí—, pero ir para allá sin armamento es una locura, George.

—No estoy pidiendo tu ayuda —dije terminando de revisar que tuviera mi pasaporte—, gracias por todo, Alí, sé que siempre podré contar contigo.

Él no parecía convencido de dejarme ir, soltó un suspiro y tomó mi mano, alcé la vista hacia él.

—No deberías arriesgar tu vida por ella —dijo sin titubear.

—Lo vale. —dije sin dudar, además de que Paula estaba en este embrollo por mi culpa, yo era el único que podía sacarla de aquí; de todo esto.

—Vale, adiós, hermano, por favor mantente comunicado —dijo.

—Lo haré. —prometí y me bajé del auto.

Era hora de irme.

Ahora sabía la ubicación exacta de la casa de Mohamed, información que había logrado sacar a los puños de un agente cercano a él, eran 3 horas de viaje, mi plan era rescatar a Paula, solo que aún no sabía con exactitud lo que haría.

«Alá me guie».

Tomé el avión y me fui a rescatar a Paula antes de que fuera demasiado tarde.
 
 
 
 

VENENO (+18) [Completo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora