Treintisiete: Plan B

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Capítulo 37: Plan B

GEORGE BADJOK

Me bajé de mi auto observando a la servidumbre alrededor mirarme con incredulidad, como no, la noticia de mi muerte se le había hecho saber a toda nuestra comunidad, y más aún a mis padres que eran los primeros en tener que creer mi muerte; el dolor real para que cualquiera de los agentes de Mohamed los viera y lo creyera.

—¿Crees que funcionará? —preguntó Alí.

—No lo sé, pero espera aquí —le dije, no quería que, si mi padre se descontrolaba, arremetiera contra él.

—Vale. —dijo Alí.

Tomé una profunda respiración y caminé a la casa de mi padre. Me molestaba tanto que mi muerte fingida no funcionara el tiempo suficiente... pero sabía que esto iba a pasar tarde o temprano; sabía que todo podía suceder.

El señor de servicio me guio a la sala donde estaban mis papás, mi madre cortaba papel y mi padre usaba su teléfono como siempre con el ceño fruncido y su mirada desafiante.

—Señor, George desea verlo —dijo el señor de servicio. Mi padre pestañeó un par de veces alzando la cabeza y sus ojos se quedaron en mí pareciendo en completo estado de shock, mi madre se cayó de la silla ocasionando que un adorno de cristal se rompiera en miles de pedazos por el piso.

Sentí como si todo se hubiera paralizado por medio segundo.

—¡Por Alá! —mi madre se cubrió la boca mirándome aun sorprendida, sus ojos cristalizándose, mi padre se levantó caminando hacia mí, como si quisiera saber si su mente le jugaba mal o no.

—Hijo —dijo mi padre y entonces alzó la mano dándome una sonora bofetada que me volteó el rostro, cuando lo volví a mirar su rostro estaba completamente sonrojado— ¿Tienes idea de lo que te lloramos? ¡¿A una tumba vacía?!

Lo merecía por el susto que les hice pasar.

—Necesitaba proteger a alguien —dije mirando a mi padre—, Mohamed secuestró a una chica inocente para hacerme daño, por eso estoy aquí, necesito a tus hombres y tus municiones para ir contra él.

Ya estaba, había expuesto lo que necesitaba y el por qué estaba aquí.

Mi padre apretó la quijada dando un paso hacia mí, éramos puede que, del mismo tamaño, y su mirada desafiante era algo a lo que siempre temí enfrentarme.

—¿La chica es tu esposa o novia? —preguntó mi padre.

Me quede callado, quería mentirle diciéndole que era mi esposa, pero cuando mi padre me miraba así, sabía que no podía mentirle, a pesar de los años, él siempre me infundiría temor.

—Una amante —concluyó mi padre con una sonrisa irónica.

—Papá... —murmuré, sabía que, si era una amante, él no iba a ayudarme de ninguna forma.

—Eso no va con los principios. —dijo mi padre con voz dura.

—Pero...

Me interrumpió levantando la mano y di un paso atrás, es que los recuerdos de él haciendo eso antes de golpearme eran algo que quedarían en mi mente por siempre.

—No —dijo dando por finalizada la discusión.

Y sabia que cuando él decía que "no", ya no había vuelta atrás.

Tragué pesadamente saliva, cuando mi papá me dio la espalda y se volvió a sentar en el mueble.

Esto era todo.

No contaba con él para esto, sabia que desde que me fui, todo había cambiado, pero creí que me ayudarían, ahora solo quedaba yo.

PAULA MIEL

Estaba acostada acariciando mi barriga apenas tenía un pequeño bulto que crecía poco a poco, esto era lo único que podía hacer, acostarme a ver la pared. De repente abrieron la puerta de mi habitación, volteé para ver quien había entrado y aguanté la respiración al ver que era Mohamed.

«Ay no».

Que entrara a mi habitación no podía ser bueno.

Me senté rápidamente tomando el dobladillo del vestido para que no mostrara tanta piel, sus labios se estiraron en una sonrisa mientras se acercaba lentamente hacia mí con una sonrisa sínica.

—Hola Aljamal —murmuró— ¿descansaste bien?

—Un poco —murmuré.

Él se detuvo y miró la bandeja con el desayuno entero sobre mi mesa y luego me miró con desaprobación.

—Necesito que comas —dijo.

—¿Como puedo hacerlo si estoy en una habitación cuadrada y mi única distracción es la tv? —refuté, y ni eso, porque la mantenía apagada; el ruido me molestaba.

Él apretó los labios dando otro paso hacia mí, ya sentía que estaba demasiado cerca de mí.

No me gustaba tenerlo cerca, me daba una mezcla de miedo y asco.

—¿Qué es lo que quieres? —preguntó—, haré lo que quieras para que colabores.

¿Lo que quiera?

Me levanté dando un paso hacia él viendo un rayo de esperanza.

—Quiero irme —pedí.

—Menos eso —susurró.

Al menos lo intenté.

Tomé una profunda respiración negando con la cabeza.

—Estaré dispuesta a colaborar si me dan una habitación con luz del sol más cómoda, solo pido eso, aire fresco —murmuré, tal vez con una ventana vería donde estaba y podría ver por donde salir.

—Puedo hacer que te custodien por un paseo al jardín una vez al día —dijo Mohamed observando mi reacción.

Sentí que era mi oportunidad.

—Tres veces al día —negocie.

Él estrechó los ojos.

—Dos. —dijo.

Bueno, eso era mejor que nada.

—Bien. —murmuré.

—Toda una mujer de negocios, a menos sé que mi bebé saldrá sagaz como su madre.

Cuando dijo "su" bebé, sentí que la felicidad se evaporó de mí, Mohamed se acercó tomando mi barbilla con sus dedos para mirarme fijamente como si supiera lo mucho que despreciaba esta situación.

—Entre más fácil te entregues a mí —dijo—, será más fácil todo Aljamal.

Se inclinó rozando su nariz con la mía y giré el rostro antes de que me besara sintiendo que iba a vomitar. Él sonrió soltándome y caminando hacia la puerta.

—Sáquenla al jardín al medio dia —dijo a los dos hombres que estaban afuera custodiándome— y no le quiten los ojos de encima.

Me lanzó una última mirada y se fue por fin dejándome sola.

Me dejé caer en la cama volviendo a respirar, mi corazón latía desenfrenado, ahora con el permiso de salir al jardín buscaría la manera de escapar de aquí, así muriera en el intento.

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Faltan pocos capitulos para que termine la historia :'D

VENENO (+18) [Completo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora