Catorce: La pequeña fiesta a lo grande

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14. La pequeña fiesta a lo grande
 


 
—¿Qué haces aquí Paris? —pregunté confusa observando a Paris dentro de mi habitación, las puertas del closet estaban abiertas y había varios vestidos sobre mi cama, muy pocas veces alguien se atrevía a entrar a mi habitación, principalmente porque solo vivíamos aquí mi madre y yo, y ella respetaba mucho mi espacio.

—Viendo lo que te vas a poner —respondió simplemente, sacó un vestido negro y se volteó hacia mí con una enorme sonrisa—. Ponte esto.

—No, eso no —ni siquiera tenia que pensarlo, ese vestido solo lo usé una vez para salir a un antro el día que mi libro se publicó y me sentía muy incomoda porque tenia kilos de más...

Claro que ahora estaba un poco más delgada y puede que me quedara mejor...

«No Paula, no».

No podía sacarme de la cabeza a esas personas que se burlaban de mí y murmuran lo mal que me veía.

—Vamos —me intentó animar Paris, ella ya estaba vestida con un corto vestido rojo y un maquillaje exuberante—. Oye, vi que George tiene como cierto interés en ti.

Sentí el vapor caliente llenarme la cara en posiblemente un fuerte sonrojo, diría que George solo tenía interés en llevarme a la cama y yo definitivamente no tenía interés en estar con alguien que no valorara los sentimientos, yo no era así, a mi me gustaba la mejor parte de una relación, el hecho de compartir el alma, secretos, sonrisas, complicidad... no solo algo físico y calentura del momento.

Eso era muy vacío.

—De seguro que tiene interés en todas también —murmuré con sarcasmo acercándome al closet para colocarme la ropa interior.

—No todos los hombres son mujeriegos Paula —dijo Paris—, tienes que vencer ese miedo, además no vas a decirme que George no está bien bueno como para algo de una noche.

Claro que George estaba bien bueno y él lo sabía, de hecho, todo el que tuviera ojos podía verlo, pero ya había tomado demasiadas malas decisiones intentando sacar un clavo con otro clavo que terminó clavándose más profundo y con dos clavos enterrados.

Joder, yo era patética.

—Yo no sirvo para relaciones casuales —murmuré—, me enamoro muy fácil...

—Bueno... a todo mujeriego le llega la hora de enamorarse y ser fiel —me enseñó su anillo sintiéndose orgullosa.

¿En serio me insinuaba que Hassan le era fiel cuando de hecho la engañó conmigo y quien sabe quiénes más?

Por favor...

Claro que ella no lo sabía o no quería saberlo. Dudé por un momento, pero finalmente murmuré:

—¿Estás segura de esto parís? ¿De... casarte con él?

Medí su reacción, Paris giró los ojos pareciendo ya fastidiada de mí.

—Ay no Paula, ¿otra vez? ¿Qué acaso no quieres verme feliz?

—Claro, pero...

—Entonces deja de ser amargada que ya fastidias —me interrumpió—. Maquillate, te espero abajo.

Aquí estaba, cada vez que intentaba comentar algo referente a Hassan o al matrimonio ella simplemente me atacaba, ya no iba a meterme, esas eran sus decisiones y la que viviría con ellas seria ella, no yo.

Mi único consuelo era que cuando se casaran se iban a ir muy lejos y así me daría el tiempo necesario para olvidarme de él.

Esperaba poder quitar las huellas que dejó en mí, porque por más que quería simplemente olvidar todo lo que ocurrió entre nosotros era como si mi corazón no quisiera sacarlo.

Me probé el vestido que me sacó Paris, tenía varios años sin usarlo desde aquel momento donde me sentí la mujer más gorda y fea del planeta, pero ahora que lo tenía puesto otra vez me veía con otros ojos, tal vez era aceptación porque me había costado tanto comenzar a quererme y ahora estaba este hijo de puta de Hassan queriendo desestabilizar mi paz mental.

No, ya había sido suficiente y no iba a permitir que siguiera haciéndome daño con sus meras insinuaciones.

«Hasta hoy lloré por ti».

 Me maquillé un poco, esta noche me obligaría a divertirme y la pasaría bien, pero sentía que entre más me enfocaba en olvidarlo más pensaba en él, maldita sea.

Sentía que iba a explotar.

Solo necesitaba sacar un poco, despejarme un momento, encendí la computadora y comencé a teclear con rapidez, este era el único sitio donde podía desahogarme y donde me sentía cómoda, sacando todo lo que sentía por dentro, de repente tocaron la puerta y Paris entró llevando las manos a su cintura pareciendo ofendida de encontrarme escribiendo.

—Paula —dijo—, ¿Ya estás lista? ¿Por qué no has bajado?

—Sí ya... —me levanté alzando las manos para que evitara sus típicos regaños de hermana mayor y tomé mi bolso—, vamos.

Ella sonrió complacida de ver que me había puesto lo que eligió para mí y ambas bajamos rápidamente, ya Alí, Hassan y George estaban abajo, vestían trajes casuales, pero aun así parecían hombres imponentes que nunca pasaban desapercibidos en ningún lado.

A veces me preguntaba por qué Dios tenía favoritos.

Salimos y como la repartición de esta mañana, Hassan se fue con Paris y yo iría con George y Alí, me monté en mi auto acomodándome en el asiento y George fue el primero en montarse de copiloto, sus ojos azules fijos en mí recorriendo mi cuerpo sin ningún tipo de disimulo.

—¿Qué? —murmuré sintiéndome algo incómoda, aunque lo admitía, me gustaba esa mirada de deseo y admiración que ponía en mí.

—Solo imagino mil cosas contigo —murmuró George en voz baja y profunda—, la principal cosa que cruza mi mente es a ti, en cuatro, sobre mi cama gimiendo mientras yo te agarro del pelo y me pides que te dé más duro...

Me quedé sin respiración sintiendo mis mejillas calientes al escucharlo decir tales barbaridades de sus pensamientos conmigo.

Este tipo no tenía filtros.

—No seas asqueroso. —me limité a decir encontrando mi voz algo quebrada y mis manos un poco temblorosas porque había logrado ponerme nerviosa.

George sonrió notando mi nerviosismo y se inclinó hacia mí invadiendo mi espacio personal.

Casi sentí infartarme.

Lo peor era que mi cuerpo reaccionaba diferente a mi mente, solo quería que me hiciera suya aquí y ahora por las simples palabras que me había dicho pero que habían logrado calentarme más rápido que un microondas.

—Vamos, ¿Vas a decir acaso que... no quieres estar conmigo? —susurró, podía sentir su aliento en mi mejilla erizando mi piel— ¿o aun piensas en alguien más que está prohibido?

Su mano tomó mi barbilla y giró lentamente mi rostro para que le hiciera frente al suyo, sentía mi corazón desenfrenado cuando su nariz rozó la mía y sus labios rozaron los míos...

VENENO (+18) [Completo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora