Trece: Mano suelta.

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13. Mano suelta.
 

No.

Simplemente no iba a dejarme caer en ese vacío oscuro del que tanto tardé en recomponerme, por las palabras y sentimientos confusos de este hijo de puta, porque solo alguien inmaduro, patán e inseguro podría estar jugando de esta manera con los sentimientos de la otra persona. Sí; inseguro, porque cuando intentaba alejarme él seguía acercándose, haciéndole creer a mi ingenuo corazón de que seguía interesado en mí cuando no era así, cuando era tan egocéntrico como para solo amarse a sí mismo y a sus intereses.

Maldito.

Empuñé mis manos y di un paso hacia él, mi ex jugó conmigo y no iba a dejar que él siguiera jugando con mis emociones, porque parecía ser muy consiente del daño que me hacía y lo peor era que estaba a gusto con eso. Hassan era más alto que yo, pero me valía mierda, ya era hora de dejar de ser siempre la estúpida sufrida llena de terribles sentimientos, ni siquiera estaba pensando cuando toqué su hombro y dije:

—Oye, Hassan.

Él se volteó y le estampé un puñetazo en la nariz tan fuerte que mi mano quedó con un dolor punzante, pero intenté guardar dignidad soportando el dolor mientras él se encogía de la
impresión llevando sus manos a su rostro, su nariz sangrando.

Joder.

Lo había hecho.

Nunca le había metido un puñetazo en la nariz a alguien, pero creo que realmente Hassan se lo merecía.

—Paula, ¿Qué hiciste? —mi hermana apareció de la nada agarrando las manos de Hassan para ver su rostro enrojecido, la nariz sangraba un poco pero no parecía rota.

Que lastima.

Mi hermana me miró en busca de una explicación, de seguro sin comprender por qué en el mundo yo le metería un puñetazo a su prometido en la nariz.

Ups.

—Fue un accidente —solté—, creí que tenía un mosquito en la nariz.

¿En serio Paula? ¿Fue lo primero que se te pudo ocurrir?

—Sí, sí, es verdad amor. —dijo para mi sorpresa Hassan a Paris limpiando la sangre de su nariz y luego mirándome con el ceño débilmente fruncido para agregar: — Gracias por intentar ayudarme, cuñada, pero no lo vuelvas a hacer.

De seguro el hijo de puta de Hassan sabia mi estado frágil y también sabia que si me decía cualquier cosa que pudiera alterarme le soltaría todo a Paris.

Ganas no me faltaban para confesar.

Pero maldición, sentía que estaba en un enorme aprieto al ver como Paris lo miraba, ella estaba convencida de que él era el amor de su vida, tenia los ojos brillosos de adoración absoluta hacia él, ¿Cómo podría romper tal cosa?

 Lo peor era que si ella se enteraba de esto era incluso capaz de odiarme a mí, por acostarme con su prometido y terminar de igual forma casándose con él, conocía a Paris, ella prefería mil veces guardar las apariencias y su ilusión de vida perfecta.

Por más que me doliera, tendría que morir callada con este secreto, porque la única que quedaría como la mala seria yo, por seguirle el juego aun sabiendo que estaba prohibido.

—Claro —me forcé a sonreír hipócritamente y me di media vuelta saliendo de ahí echa una fiera, metiéndome en el agua del mar a ver si las lágrimas se confundían con el agua y el bronceado tapaba mi rostro enrojecido del llanto.

VENENO (+18) [Completo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora