1.

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... Y cuídate mucho. —Mi madre beso mis mejillas con cariño.

—Estare bien mamá. —Dije por décima vez.

—Si mamá, está bien. — Apoyo Ellie con diversión. —¿Que puede ser lo peor que haga? ¿Quemar el departamento?

—Cierra la boca. — Espere.

Ella rió.

Mi padre se paró a un lado de ella. —Si Mushu, el estará bien. — Me miro por un segundo con los labios apretados, reprimiendo una risa. —Supongo.

Mi padre y Ellie rieron a carcajadas.

—Que inmaduros. — Murmuro el pequeño ty a mi lado.

—Bien, debo irme. — Interrumpí.

Mi madre se acercó a mi otra vez. Casi rodó los ojos. —Cuidate mucho ¿Sí?

—Si mamá. —Sonrei mientras me daba un sonoro beso en la mejilla.

Todos los demás me despidieron, y sin darle muchas vueltas a asunto me subí al avión.

Siendo sinceros estába ansioso de irme, es decir, amo a mi familia, mis padres son geniales y aunque aveces Ellie sea un poco molesta los amo pero necesito esto.

El saber que iré a Canadá para acabar mi último año de carrera era emocionante.

¿Canadá? Solo por toda Canadá, un sueño.

Pero tampoco voy a mentir, vibras eléctricas de miedo recorren todo mi cuerpo de pensar en que voy a estar complemente solo.


—Y aquí es tu cuarto. —La chica pelirroja abre la puerta de este.

—Oh, gracias. — Hablo metiéndome a la habitación.

¿La compartiré con alguien? Espero que no y de ser así que sea algo ordenando.

Llegó a la cama de la habitación y acomodo mis cosas, guardo toda mi ropa y demás pertenencias en los cajones y armario.

Eso me llevo unos 20 minutos.

Al terminar me recuesto en la cama mirando como todo está en su orden, el solo verlo me hace inhalar con paz.

Mi sonrisa satisfecha se desploma cuando la puerta que se abre bruscamente, sobresaltandome.

—Gracias. — Escucha una voz femenina.

En menos de un minuto tengo a una chica castaño, de piel pálida, ojos verdes y nariz perfilada al frente de mi, una chica realmente linda.

Sus cejas se curvan con raresa. —¿Tu que haces aquí? —Me pregunto.

—Este es mi cuarto. — Balbuceo con torpesa.

—¿Que? No, claro que no. — Espeta. —Esta habitación es mía.

—No lo es.

—No puedo creerlo. Jesica se confundió. —Camino hasta la cama de al lado.

¿De dónde salió esa cama?

—¿Que harás? — Pregunto mirando sus movimientos.

—Desenpaco.

¿Los cuartos eran mixtos y no lo sabía? No recuerdo que papá lo haya mencionado.

—Pero es mi cuarto. — Replico.

Ella bufa irritada. —Espera aquí.

No me muevo.

Compatibles? -Jay Ross. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora