15.

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—¿Dónde vamos? —Dije mirando el camino.

Daniela tenía una sorpresa para mí, le pidio el auto a Itan y mi ansiedad crecía cada vez más que el tiempo iba pasando.

Dani rio. —Solo espera, ya estamos por llegar.

—Bien. —Acepte con pensar, en verdad quiero saber a dónde iremos.

—Y dime, ¿Cuando aprendiste a manejar? —Inquiri mirando el paisaje.

—Thomas me enseñó, cuando tenía 16 años lo hizo. — Dijo sin mírame.

—Genial. —Deje que los minutos pasaran con impaciencia. —¿Y me dirás a dónde vamos?

Ella reprimió una risa. —Nop. —Se nego como una cria para seguir el caminos.

Me cruze de brazos. —Esta bien, no lo digas.

Se alzó de hombros con una sonrisa. —No pensaba hacerlo. —Bufe Mientras ella reía a carcajadas.







El auto paro un una mansión, los dos pisos se diferenciaban con facilidad, unos grandes ventanales de vidrio dejaba a la vista el interior de la casa, al menos su sala de estar.

—¿Que es esto?

—¿Recuerdas cuando conocí a tus padres, por tu móvil?

Asentí, cada detallé de el día mencionado llegó a mi mente. —Te dije que yo te presentaría a la mía. —Agarro mi mano entrelazando nuestros dedos. —Aqui está mi padre. —Sonrio viendo la casa.

—¿Estas segura de ésto? —La mire apretándo su mano.

—¿No quieres hacerlo? —Un rayo de preocupación en su rostro.

—Si, solo no quiero que te sientas presionada a mostrar tu familia.

Bueno, el miedo recorrio cada canal de mi sistema.

Dani rio suavemente. —Bueno, yo te he presionado para que me enseñes tu familia, ¿No lo crees justo?

—Si, lo creo. — Sonreí. No quería que viera mis nervios, aunque muy seguramente ya lo a echo y prefiero callarlo.

—Entonces entremos.

Dani toma mi mano tirando de ella hasta llegar al interior de la casa, con cada paso parecía querer morir de nervios.

—¿Mamá? — Pregunto Dani mirando la casa.

El color bronce hacia resaltar las paredes, acompañados de unos cuadros a conjuntos de color blanco con dorado.

—¿Daniela? ¿Hija, eres tú? —La voz de Venus se hizo presente.

—¡Si mamá! ¡Aquí estoy! — Grito en respuesta.

El pampanante sonido de los tacones chocando contra el frío piso de mármol se oyó.

De repente venus apareció en mi campo de vista, con una sonrisa calidad. —Oh, niños. —Nos llamo.

—No somos niños. —Le corrigió Daniela.

—Para mi si lo son. —Sus ojos avellanas me resultaban realmente atrapantes, su piel pálida sin serlo más que la de sus hijos, sus labios de un color rojizo natural y pequeñas, casi imperceptibles arrugas se asomaban en su rostro, la edad hacia efectivo en la mujer pero no demaciado.

—¿Y papá? —Inquirio.

—Esta en la cocina, vengan aquí.

Sin más Venus camino hacia la aparente cocina, ambos seguimos sus pasos sin rechistar, como dos críos pequeños.

—Tyler —Llamo Venus, su tono al pronunciar las palabras detonaban el amor, la calidez.

—¿Que sucede? —Una voz ronca pero también suave, quizás más que la de Venus, llega a mis oídos.

—Algunas personas vivieron a verte. —Venus sonrió mientras hablaba.

Caminamos hasta ingresar del todo a la cocina, allí un hombre de piel un poco morena y unos ojos verdes tan similares a los de sus hijos descansaba en la mesada con un sándwich en sus manos.

El hombre sonría al ver a su hija. —¡Alicia! —En un abrir y cerrar de ojos Daniela se encontraba entre los brazos de su padre mientras besaba su mejilla repetidamente.

—¿Y este caballero quien es? —Tyler, el padre de Daniela, alzo una ceja, así como su hija lo hace cuando la intriga llega a ella.

— papá —Hablo Daniela. —El es Jay, mi novio. —Me presento, una sonrisa reinaba en sus labios al decir mi nuevo título.

—¿Tu novio?

Casi rodó los ojos. —Si papá, mi novio.

—¿Y tu novio no habla?

Camina hacia el hombre, sintiendo mejillas arder. —Hola señor, soy Jay Ross.

Tyler hundió rápidamente sus cejas antes de mirar a su esposa, sus ojos calleron en mi otra vez con una sonrisa tranquila.

—Tyler Fox. —Se presento con una calidad, la que parecía caracterizar a ese casamiento.

—Un gusto señor. —Casi me oí tartamudear.

El hombre río. —¡Hijo, deja el miedo! Puedes decirme Tyler.

—Si, papá es cool. —Hablo Daniela.

—Soy cool. —Dice Tyler con orgullo.

La puerta de la cocina chilló, informando el ingreso de alguien. —No eres más cool que mamá.

Thomas abrazo a su madre poniéndo su brazo sobre sus hombros.

—Es cierto. —Le ayudo venus.

Daniela camino rápidamente hacia ella. —Mama es genial. —Distribullo besos por todo el rostro de la señora, haciendo que ella ría.






—Jay Ross. —Dijo Tyler sentandose a mi lado.

Ambos en una banqueta, esperando a Venus, Thomas y Daniela.

—¿Sí?

—Sabes? Nunca conoci a tu padre pero si a tu madre. —Su miraba fija en las flores que decoraban el patio trasero. —Pero aún así Venus me ha hablado de él tantas veces, que eh perdido la cuenta. —Comento.

—Me a dicho que es un hombre muy bueno y no lo dudo. — Siguió.

—Si, lo es.

Realmente lo era, mi padre era sin duda para mí una de las mejores personas en este planeta.

El señor Fox sonrió con mis palabras, como si sintiera orgullo al escuchar la admiración de mis palabras sobre Jack Ross.

—¿Y como conoce a mi madre? —Me atreví a preguntar.

—Pues... Cuando éramos pequeños vivíamos en el mismo lugar, íbamos al mismo instituto y nuestras casas eran una al lado de la otra, con el tiempo su hermano fue como el mío y luego la conocí a ella, una chica con problemas de autoestima y que aún no aprendía a quererse a si misma, pero también una chica buena, con buenas intenciones y mucho cariño para dar y recibir, ese que su familia no le daba.

—Mi abuela...

—No me mal intérpretes, no digo que ella sea una mala madre, pero... Creo que se olvidó de una hija o le tomo mas importancia a sus demás hijos. —Me miro.

—¿No eres de Canadá Verdad? —Pregunte.

El nego. —Claro que lo soy, ahora lo soy,  pero antes era de Estados Unidos pero Venus es de aquí, luego mis hijos nacieron y son de aquí, yo soy de aquí.

—Yo... Creo que quiero ser de aquí. —Murmurre mirando esa flor de lavanda que había llamado la atención de el señor Fox minutos atrás, era linda.

Compatibles? -Jay Ross. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora