Compatibles? -Jay Ross.

17.

—¿Quieres dejar eso ya? —Hablo irritada Jesica.

—No.. —Le respondio Michelle.

—¡Déjalo coño! —Grito.

El rubio alzó las manos —Esta bien, lo dejo. —Se rindió soltando el lapicero con el que picaba la mesa provocando un ruido molesto.

—Gracias..

—Chicos ya nos vamos. —Llego bárbara.

—Bien. —Dije parandome, enganche el brazo de bar al mío y camine lejos del explosivo mal humor de la pelirroja.

Bar río al ver mis pasos apresurados. —¿Que ha pasado?

—Nada, solo Jes y Michelle.

—Claro.

—Bar, ¿A dónde vamos? — Pregunto pues hasta el momento no nos ha dicho a dónde nos llevaría.

—Un lugar muy especial para mí. —Subio al auto sin esperar mis respuestas.

Me límite a subirme a su lado. —¿Y que solo vamos nosotros?

—Dani, Itan y Sofía ya están ahí.

¿Qué?

—¿Cómo..

—Jay, maneja ¿Si? —Dijo con una sonrisa amable.

—Bien. —Cedi.

—Vamos chicos suban. —Les hablo la rubia a Jes y Michelle.

Estos no necesitaron más para entrar al auto de manera apresurada como dos críos.

Jesica relajo sus manos a sus costados. —¿Dónde iremos amor? —Sonrio hacia bárbara como un angelito.

Está nego riendo. —No lo diré.

—Vamos bar, dime a mi. —Hablo Michelle.

Bárbara volvió a negar dejando una mueca disgustada en el rostro del rubio. —Oye, ¡Soy tu mejor amigo! —Bufo.

Ella casi ríe en su cara. —Michelle, sabes que no tengo tal cosa.

—¡Eso no es verdad! —Se defendió. — Tu lo has dicho.

—No he dicho nada, ni tu ni nadie es mi mejor amigo.

—Michelle no te hagas ilusiones, no lo eres —Dice jes. —Todos sabemos que ese título es de Itan.

—Basta. —Interrumpio bar. —Vamos Jay, arranca.

—No lo admite porque no quiere lastimar sus dulces y tiernos sentimientos. —Murmuro la pelirroja para nosostros.

—Bien. —Dije para arrancar.

—

—Estaciona aquí. —Me indicó bárbara.

Frunci mis cejas. —Estamos a la deriva. —Le recordé.

—Para aquí.

—Bien. —Pare el vehículo donde me indico.

—¿Que hacemos aquí amor? —Le pregunto jes a bárbara.

—Ya veran. —Dice la rubia dejar el auto y correr. —¡Vengan!

—Oh dios, es hermoso. —Dijo Michelle al llegar al lugar.

Un campo sereno, con el verde en cada rincón y pequeñas e hermosas flores.

—¿Les gusta? —Hablo bar.

Jes paro a sus espaldas, sosteniendo su cintura. —Amor, esto es hermoso. —La oí decir.