14.

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Sus manos viajan rápidamente de el inicio de mi cabello hasta mi abdomen y quedarse ahí.

—Jay... —Jadeo separándose.

Mi interior explotaba de alegría, mis ojos se dilataban al verla, mis manos sudaban sin control y mis suspiros solo me recordaban lo patético que esto podía ser para mí.

—¿Sí? —Suspire, el miedo de que se separa de mi con la idea de que ese beso fue un error me invadió.

—¿Que estamos haciendo? —Pregunta más para si mismo.

—Nada malo. —Enterre las llemas de mis dedos en sus cadenas.

—Somos amigos —Sigue.

—Podemos ser algo más.

—Podemos arruinarlo.

Arrugó mis cejas con molestia. —¿No me quieres?

Sus labios se pegan a los míos por unos segundos. —Claro que lo hago, solo no quiero arruinar lo que ya tenemos. —Sus manos juegan distraídamente con mi nuca haciendo que una tranquilad me llegue.

—Pero podemos mejorará lo que ya tenemos. —Sigo.

—Podemos intentarlo... —Habla intentando convencerse.

Sin aviso sus labios yacen sobre los míos, los mueve con agilidad y una maestría que no creo haber experimentado antes, me siento torpe, intimidado con sus movimientos.

No es la primera que alguien me besa, también la segunda o tercera pero si el la primera vez que es así, extrañamente más placentero que de costumbre.

Un gemido ahogado escapa de los labios de Dani antes de separarse. —Vamos a intentarlo.

Siento mi corazón latir desenfrenadamente ante sus palabras, una sonrisa nace en mis labios mostrando la felicidad que sus palabras me producen.

—Vamos a intentarlo.

¿Intentarlo? ¿Con Daniela Fox? Era realmente un desafío, esa chica era mi destrucción en persona.

—Dani, ¿Puedes ordenar tus cosas? —Hablo por sexta vez.

Ella niega infantilmente. —Nop.

—Debes ordenar y tirar al basurero todos esos papeles.

Dani bufa de manera ruidosa. —Me da pereza,¿No podrías hacerlo tú? — Sonrie mirándome sobre su cama.

Me rindo tan fácil. —Esta bien, lo haré pero con una...

La puerta se abre interrumpirdome.—Chicos, necesito ayuda... —Jes llega rápido hacia nosotros.

Dani se levanta de su cama asustada. —¿Que pasa?

—Barbara, ella está en el hospital...


—¿Puedo entrar? — Inquirio

—Si, puede entrar señor Ross, pero solo un momento. —Informa el doctor.

No necesito más para adentrarme a la habitación de hospital.

Me siento en una silla cercana a la camilla de hospital, dónde bar reposa.—¿Que sucedió?

Veo en sus ojos el miedo pero luego sonríe al verme.

—Solo fue un ataque de pánico.

—¿Solo? Bar eso es grave.

La rubia mueve las manos hacia mi. —Ya estoy bien, me darán el alta y nada de esto sucedió.

—Barbara, ¿Estas bien?

Sonrió otra vez. —¿Por qué no lo estaría? Porsupuesto que lo estoy.

—Bar, le verdad. —Exiji.

Esa sonrisa que siempre mostraba y parecía tan sincera de fue desfigurando, hasta quedar una mueca adolorida. —Tengo miedo... Demasiado miedo —Sus ojos se aguaban a medida que hablaba.

—¿A qué le temes? —Agarre sus manos en las míos, las de ellas estában un poco frías.

—A Conor.

—¿El te hizo algo? —Su mano ejerció presión sobre la mía.

—Ayer —Empezo— el vino a verme, yo estaba en mi departamento y cuando lo ví no supe reaccionar.

—¿El te hizo algo?

Ella me ignoro siguiendo su relato. —Me pidió que salga a hablar y entonces me insulto —Las lágrimas se acumularon en sus ojos. —y ambos peleamos, el dijo que era una zorra y estaba enferma por qué me gusten las chicas, que eso no estaba bien...

Las lágrimas se resbalaban por sus mejillas rojas. Se sorbo la nariz con fuerza. —Luego intento pegarme... —Un sollozo escapó de sus labios. —y simplemente me metí a mi departamento, estaba muy asustada y tuve un ataque de pánico, luego no se en qué momento caí en el piso de mi cocina y cuando desperté estaba aquí. A salvo. — Sonrió forzadamente.

—Barbara, eso no está bien. Debes denunciarlo.

Casi río en mi cara. —Por favor Jay, ¿Que creés que le harán? Absolutamente nada, el está respaldado, su padre es un hombre muy importante, jamás le tocaran ni un pelo, solo yo saldré perjudicada en la historia, como siempre a sido desde que lo conocí.

—Debe haber algo que podemos hacer, ¿Verdad?

Ella nego. —No Jay, el ganará siempre, yo soy la enferma aquí. —Siseo.

—Tu no estás enferma, el si.

—La gente no cree eso.

—¡Que más da lo que ellos piensen!

—El mundo es así, si para ellos no es correcto no lo es y mi relación con Jes va en contra a todo lo que se cree para las personas importantes, los que controlan en mundo.

—¿Eso que significa? ¿Acaso terminarás con Jes?

—No, claro que no. —Se apresuro a decir. —Jamas dejaré a Jes por qué la amo pero también se que nunca voy a encontrar tranquilidad.

Me dolía ver a esa rubia tierna que se había ganado rápidamente un lugar en mi corazón, me dolía su sufrimiento y la crueldad de sus palabra, pero más me dolía que el la cambio, arruinó a esa bar linda que miaraba a todos con lindos ojos y sus intenciones eran las más puras del planeta.

—Lo harás, te lo aseguro.

Y lo iba a hacer.




—¿Quien la trajo aquí? — Inquiri hacia el doctor.

—Jesica Lurdes. —Informo. —Su novia, por lo que me a dicho.

—Gracias. —Dije antes de volver a dónde Dani.

—¿Y? ¿Cómo está? —Pregunto Daniela en cuanto me vió.

—Esta bien, pero estará mejor.

Dani arrugó la nariz. —Aun no entiendo por qué pidió que tú la vieras y no a mí ¡La conozco hace más tiempo que tú!

—Sera por qué soy su favorito. —Sonrei al verla torcer los ojos.

—No es cierto. —Se cruzó de brazos enfadada. —Debio confundirse de nombre.

Quise reír ante sus palabras. —¿Que dices?

—Pues que seguramente me quiso llamar a mi pero dijo mal el nombre.

Fingi pensar. —Dejame entender, dices que confundió Daniela con Jay?

Asintió sonriente. —Si, eso digo.

Me rei en su cara. —Estas loca Daniela.

La morocha iba a protestar, pero al escuchar al doctor decir que ahora bárbara la quería ver a ella sonrió ampliamente mientras cominaba hacia la puerta.

—Bar, ¿Cómo estás? —La escuché decir antes de que la puerta se cerrará a sus espaldas.

Compatibles? -Jay Ross. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora