6.

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¿Dónde estoy? No lo sé.

Pues bien, eh salido del instituto y decidí ir por otro camino más corto, mala idea.

Estoy perdido, no puedo decifrar las calles, solo camino mientras intento orientarme.

—Mierda. — Murmuré, sin duda estaba perdido y necesitaba ayuda.

Pero llamar a Daniela no era una opción, solo lograría que se burlara de mi hasta que termine la carrera.

Seguí caminando, las cuadras cada vez más largas y desoladas. Bufé irritado.

¿Dónde estoy? Giro sobre mis talones intendo identificar algo, pero nada parece ayudarme a poder entender.

Maldigo con todas las letras del abecedario mientras saco mi móvil de mi bolsillo.

Llamo a Daniela, espero unos segundos que el móvil coja señal y empieza a marcar.

—¿Hola? ¿Jay? — Escucho su voz del otro lado de la línea.

—Hola Dani.

—Jay, ¿Dónde estás? Ya deberías haber llegado a hace media hora.

—Me perdí. — Confese en voz baja.

Pude escucharla reír. —¿Cómo? Lo lamento, no pude escucharte.

Aprete mi maldibula. —Daniela, me perdí. —Dije alzando la voz.

—¿Puedes reconocer algo? Necesito que me ayudes a decifrar donde estas

—No. Solo se que estoy en una calle solitaria con un montón de casas gigantes, grandes terrenos.

—Oh, se donde estas.

—Bien, ven.

—¿Cómo se dice?

—Daniela...

—Solo quiero que seas eduacado. — Hizo una pausa. —¿No me dirás las palabras mágicas?

—Daniela, porfavor, ven a buscarme.

Escuché el sonido de una llave, las de la recidencia. —Bien, voy para allí.

—¡Jay! — Escuche una voz a mis espaldas. —Joder Jay, te encontré.

Daniela vino hacia mi con una sonrisa en sus labios, tenía un jean negro y un abrigo grande y gordo.

—Vamonos. — Realmente no quería hablar.

Y aunque pensé que nunca sucedería ella se callo, solo camino a mi lado sin hacer preguntas, bufar, gritar y más importante, sin burlas.

Caminamos por las calles largas en un espeso silencio, uno raro pero increíblemente comodo.

Sus ojos revisan cada calle y paso que damos para poder salir de este lugar.

Pasaron al rededor de unos 15 minutos y seguimos caminando, el silencio reina solo interrumpio por nuestras respiraciónes y eso me está empezando a desesperar. Al principio del camino quería silencio pero ya es mucho.

—¿Cuanto falta? — Pregunto mirándola.

Ella no me mira, solo a él lugar. —A unos quince minutos.

—¿Y como llegaste tan rápido?

—Vine en taxi.

—¿Estás enojada? — El saber me estaba volviendo loco.

—¿No querías silencio? — Pregunto. —Eso te estoy dando.

—Si, pero solo por un tiempo.

Compatibles? -Jay Ross. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora