Mia
Mi vida no era como la de las demás personas y eso estaba más que claro, aunque tratará de hacerme creer que ser ciega no me hacía diferente al resto siempre iban a ver "pequeñas" cosas que me lo recordarán constantemente.
Cómo por ejemplo; una persona común y corriente en lo primero que se fijaría al conocer una persona seria en cómo es físicamente, yo me fijo en su aroma. Las personas normales escriben y leen con letras, yo lo hago con puntos. A las personas comunes se les hace fácil ubicarse en la ciudad, yo jamás había salido a más de tres cuadras de mi casa sola. Una persona normal veía, yo no lo hacia.
A veces creía que era afortunada por haber nacido ya así, de esa forma no extrañaba ver lo colores o el rostro de mi padre o amigos. En cambio las personas que se quedaban ciegas por diferentes motivos tras tener una vida llena de cosas tan maravillosas como; entablar una conversación con contacto visual, saber cómo era el verde o el rosa con tan solo verlo y no mediante textura, conocer a tu familia, la sufrían mucho más que yo, porque ellos si extrañaban esas cosas.
Mi padre siempre me dice que ser ciega no es un defecto, es una virtud.
«—Porque a la hora de conocer gente o cosas nuevas no te fijas en lo que los demás hacen primero, no críticas en tu mente por como se ve una persona ni tiras miradas de desagrado si algo no es de tu agrado. Tu te guías por lo que hay en el interior, quizás no tengas otra opción, pero siempre puedes saber cómo es alguien con su simple tono de voz o con que tan profunda puede ser su mirada, más sin embargo no te guías por esas cosas. Eso es una virtud amor, una que te hace única y especial.» Me dijo una tarde de invierno que nos encontrábamos sentados en el sofá, viendo "Mi pobre angelito" con tazas de chocolate caliente en manos.
Pero si era tan buena como mi padre me lo pintaba ¿Porque mi madre me había abandonado?. Su huida me había traumado de alguna forma, su ausencia me había marcado y durante tres años mis navidades y cumpleaños no fueron los mismos. Es por eso que trato de no hablar de ella, de mencionarla lo mínimo posible y de olvidar de a poco. Olvidar el daño emocional que me causó.
Olvidar a Leah Mccoy.
Jamás tuve muchos amigos, fuí un solo año a primaria y al ver como me trataban papá decidió educarme en casa, para esto entonces Leah ya se había ido y él comenzaba a trabajar en casa, algo totalmente diferente a lo que quería.
Pasar de diseñador gráfico a asistente en una empresa de coches. Era algo fuerte.
Y vivíamos alejados de todos, en la punta de Solencia, dónde la gente decía que el lugar estaba maldito por los pocos habitantes. Jamás pasee por las calles como los demás adolescentes ni jugaba en los columpios de la plaza como los niños y tras tantos años "encerrada" la única opción que me quedó fue rogarle a papá que me anotará en una secundaria, tan solo para vivir y sentir la experiencia. Terminó aceptando y fue ahí cuando nos mudamos más al centro de la ciudad, dónde había más ruido, más robos desgraciadamente y más fiestas los sábados, para nada a lo que estábamos acostumbrados.
Me costó adaptarme a mi nueva casa y mi nueva habitación pero hice mi mayor esfuerzo para no irnos, si papá notaba que algo no andaba bien iba a renunciar a todo eso y volveríamos a nuestro antiguo hogar.
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Léeme En Braille, Mia [LIBRO 1]
Novela JuvenilLa vida de Kate tiene dos problemas ahora mismo: 1. Le gusta su mejor amiga hetero. 2 . Su banda se quedó sin lugar para ensayar. El regreso de clases se hizo presente y en su primera clase le llegó la noticia de que una nueva chica había ingresado...