28-| Un beso inocente, no es como si no...

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Hanna

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Hanna

Solté una carcajada haciendo rebotar a Mia arriba de mi abdomen.

—¡No me muevas! Trato de hacer esto bien, Hanna— se quejó la castaña mientras tapaba el rubor y dejaba la gran brocha aún lado.

—No puedo no reírme cuando me pasas la brocha por la nariz como si la estuvieras limpiando de polvo— me carcajeé un poco más admirando como sus mejillas se inflaban con cierta irritación. Llevé una de mis manos a su muslo— Ya tranquila, tomatito.

Tomatito porque su rostro se ponía rojo con facilidad y la hacia parecer un tomate redondo y tierno, fin.

—Dime la verdad, ¿Estás quedando muy mal?— preguntó alejándose un poco, acomodando sus piernas mejor a mis costados y colocando sus manos arriba de mis hombros.

Alcé las manos para acomodar la venda azul arriba de sus ojos, ya se estaba comenzando a bajar y aunque sabía que no vería nada si esta se terminaba de caer no quería que la magia del juego se perdiera.

Acomodé mechones de su cabello, que ya estaba un poco más largo que la primera vez que la ví, y los coloqué detrás de las orejas para que no le molestaran. Desinfló sus mejillas para sonreír dulcemente.

—La idea no es quedar bien, la idea es divertirse. Luego yo haré lo mismo contigo— respondí volviendo a poner mis manos en sus muslos, dando un leve apretado.

Asintió y estiró una de sus manos para tomar el delineador, cerré los ojos mientras sentía su pequeños dedos en mi rostro. Besé sus yemas cuando pasaron por mis labios, adoré escuchar su risa.

Finalmente encontró mis párpados y con delicadeza empezó a pasar la punta del delineador liquido.

Era viernes y habíamos decidido hacer una pijamada en mi casa, a mamá no le molestaba que vengan mis amigos y Mia adoraba ver a Mao, mi gato. No era de raza pero era completamente adorable, gris y súper peludo y esponjoso.

Adoraba a esa criatura.

Admiré su cuerpo arriba del mío abriendo tan solo un poco los ojos, un pantalón largo de pijama color rosa claro y una remera manga corta gris, ambas prendas eran mías y cierta parte de mi se sentía satisfecha al verla con mi ropa.

Sonreí de lado.

—Aun me siento mal por haberle mentido a Kate— murmuró no queriendo armar un alboroto, rodé los ojos y suspiré.

Le había dicho a Kate que su padre no la había dejado salir a ningún lado y que se quedarían mirando películas toda la noche, que había tratado de invitarla pero él no la dejo porque quería que fuera solo una noche para ellos dos. Katherine lo entendió de inmediato.
Y le habíamos dicho eso porque sabíamos cómo se iba a poner si sabía que íbamos a tener una pijamada solo nosotras dos.

Léeme En Braille, Mia [LIBRO 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora