Kevin intentaba seguirle el paso a los demás chicos en el fútbol pero yo sabía muy bien que el deporte no era lo suyo, o bueno, al menos no los de la escuela. Le gustaba salir a caminar con Tobías, su hermano menor, por la entrada del bosque que le quedaba cerca de la casa. Yo a veces los acompañaba pero la verdad que caminar jamás fue mi fuerte.
Se notaba en su rostro el pánico que tenía cada que le pasaban el balón, y también la tristeza cuando el entrenador le gritaba cosas sin demasiado tacto. Yo sabía que no le gustaba el fútbol y de hecho muchas veces le dije que no lo eligiera, pero era como hablarle a una pared.
Francisco estaba sentado en la grada debajo de mí y yo trataba de relajar sus hombros con unos masajes pero estaba demasiado tenso, gritaba alguna grosería cuando alguno pasaba a "llevar" a Kev demasiado fuerte o se creían superiores a él.
Parecía que tenía hormigas en el trasero tanto que se movía.
—¡Eso fue falta! ¡Fue falta!— se levantó de su lugar de inmediato gritando con fuerza cuando Rodrigo le metió trabita haciéndolo tropezar.
—¿Quiere venir a dar la previa usted señor Ross?— preguntó el entrenador cruzando los brazos, fruncí el ceño.
El rubio negó y terminó sentandose de vuelta.
—Viejo de mierda— murmuró, tomé sus hombros entre mis manos y me incliné.
—¿Puedes calmarte, por favor? Estás avergonzando a Kevin— lo regañé pues desde aquí se veía la cara de sufrimiento del de rizos.
Francy no respondió y luego de un par de minutos Kevin corrio hacia nosotros, con el sudor cayendo por su frente, su pecho subiendo y bajando, y la cabeza gacha.
El rubio debajo de mí tomó una botella de agua y se la tendió ya abierta una vez el chico llegó hasta nosotros. Aquello me hizo recordar un poco a cuando iba a ver a Alana a los entrenamientos.
«Pero la pu...¿Puedes dejar de pensar en ella?»
No, Kiss my ass, goodbye.
«No puede ser que tengamos 17 y sigamos sin madurar»
—¿Estás bien, Kev?— preguntó Mia al escuchar sus respiraciones y quejidos, iba abrazada al brazo de Hanna y hasta unos segundos su cabeza se encontraba recostada en el hombro de esta.
No pude evitar fruncir el ceño al recordar aquello.
Y una fuerte presión se instaló en mi pecho.
—No te preocupes Mia, solo estoy cansado. Me dieron sin piedad— respondió, la pelinegra y yo ahogamos una risa al tomar aquello de otra forma.
Francisco me golpeó en la cabeza.
—¡AU! ¡Bruto!.
—Por mal pensada.
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Léeme En Braille, Mia [LIBRO 1]
Dla nastolatkówLa vida de Kate tiene dos problemas ahora mismo: 1. Le gusta su mejor amiga hetero. 2 . Su banda se quedó sin lugar para ensayar. El regreso de clases se hizo presente y en su primera clase le llegó la noticia de que una nueva chica había ingresado...