A más de veinticinco kilómetros del lugar en donde Gabriel era retenido, Iván despertó, alarmado.
Sintió una fuerte impresión de poder revelado a través de su vínculo. Fue tocado con tanta fuerza, que temió perder el sentido.
Cerró los ojos para protegerse de la intensa luminosidad que, por un momento, pensó que emergía de aquella fuente de poder pero que no era más que el sol entrando por una ventana directamente sobre su rostro.
Quiso girar y esconderse bajo la almohada, pero no podía.
Sus brazos y piernas estaban atadas y extendidas formando una X.
Confundido, levantó la cabeza para comprobar qué pasaba.
¿Dónde está Gabriel?
Tal vez, si fuera tan amable de cerrar las cortinas, podría ver mejor en dónde estaba. En su desván, evidentemente no.También le podría alcanzar un vaso con agua y explicarle por qué sentía como si le hubieran batido el cerebro y por qué lo ataron a la cama.
—¿Estás bien? ¿Necesitas algo? —le preguntó una voz lejana.
—Mucha luz. Agua... —balbuceó. Le dolía la cabeza, el rostro y los brazos. Una mano suave le irguió la cabeza para proporcionarle una deliciosa y reconfortante frescura. A los pocos sorbos se sintió mejor.
Después, la oscuridad invadió la habitación. Por fin pudo abrir los ojos sin sentir que se los quemaban. Lo primero que vio fue un rostro querido y que había echado de menos como no se había atrevido a confesar.
—¿Ann? ¿Qué haces aquí?
—Vine a ver si ya habías despertado. Se supone que también te vigilo.
—¿Vigilarme?
—Ya amaneció, así que te voy a soltar aunque Esteban dijo que no lo hiciera. Pero no puedes estar atado como animal. ¡Él es el animal...!
Ana abrió las esposas que lo mantenían prisionero mientras seguía insultando a su mejor amigo con murmullos.
Iván pudo sentarse. Acariciaba sus muñecas mientras Ana daba un masaje a sus tobillos. Se sentía aturdido y débil.—¿Por qué todo da vueltas?
—Lo siento mucho. Esteban te inyectó algo para que durmieras porque no estabas cooperando. Dijo que era eso o tundirte a golpes y yo preferí el sedante —. Su voz sonaba avergonzada.
Iván trató de situarse en lo último que recordaba. Terminaba de vestirse en su desván, casi listo para salir con Gabriel, pero él llamó para cancelar. Pudo sentir su miedo, a pesar de sus intentos de esconderlo, para no causarle preocupación. Salió a buscarlo, guiado por su vínculo y luego...
—¿Dónde está Gabriel? —preguntó, con una espantosa sensación de temor creciente. Ana lo miró. Parecía triste. Tenía oscuros círculos alrededor de los ojos.
—No hemos sabido nada de él todavía —. El recuerdo llegó. Estaba con alguien. Y esa persona se lo llevó. Lo peor fue su tono de renuncia, como si su adiós fuera una despedida permanente.
Trató de levantarse, tenía que salir y buscarlo donde quiera que estuviera. El dolor estalló en su cabeza. Pero eso no lo detendría. Pese a las protestas de Ana, salió de la habitación.
***
Esteban entró a la cocina para desayunar. Tenía la intención de tomar café y cuatro huevos revueltos y largarse a trabajar. Eduardo seguía durmiendo y suponía que Ana también. Y el rubio idiota estaba preparando café. Apenas se acercó, Iván, sin decir palabra, le alargó una taza.
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Dénnari
Paranormale"Son caídos. Antes no fueron ángeles ni cosa parecida. Su naturaleza etérea es diferente, una de las muchas criaturas que habitan la tierra, sin que el hombre lo sepa. Obligados a vivir como humanos, sin serlo, atados al peso de lo prohibido. Tran...