Era lunes nuevamente y las ganas de volver a la escuela era lo que menos existía en los estudiantes. Muchos llegaban a la institución justo como se levantaban de la cama luego de darse cuenta que tenían gripe, exactamente igual. Ese no era el caso de Simón, claramente. El rizado se encargaba de lucir siempre impecable por que su mayor sueño era verse todos los días lo más bonito que pudiera. Ese día decidió colocarse uno de sus pantalones blancos favoritos junto a una camiseta de alguna banda color negro. Sus pies calzaban unos converse blancos y se puso un collar que Rosh le había obsequiado hace algunos años, a decir verdad, se veía realmente hermoso.
— Me fascina el outfit que traes hoy. — comentó Rosh mientras guardaba algunos libros que todavía no necesitaría en su casillero.
— Gracias. — susurró el menor acomodándose la mochila sobre los hombros.
— No es nada. — dijo cuando dió la vuelta y pudo apretar suavemente una de las mejillas de su amigo. Era demasiado adorable, no podía evitarlo. — No olvides que debes contarme qué pasó con Wilhelm. — comentó agarrando uno de los brazos del mas pequeño para comenzar a avanzar hasta sus aulas.
Simón se sonrojó en ese mismo instante. Su corazón latió acelerado y sus manos se enfriaron en segundos. Si bien Rosh estaba enterada de todo lo que al rubio correspondía, le daba vergüenza contarle lo que había sucedido. Era su mejor amiga y definitivamente lo sabría en algún momento, pero lamentablemente no estaba listo para contarlo ahora.
— ¿Te espero en el comedor con Ayub luego de clases?. — cuestionó cuando llegaron al aula del menor. Rosh iba un curso más arriba que él, era compañera de Wilhelm junto con Ayub.
— Sí, sí. — asintió de acuerdo y ambos se despidieron agitando sus manos.
[...]
— ¿Porque estas tan callado hoy?. — preguntó el pelinegro mientras pellizcaba a su amigo quien no dejaba de mirar el pizarrón mientras se comía las uñas.
August bufó después de muchos intentos por llamar la atención del rubio y se dió por vencido. Wilhelm manejó hasta la escuela con esa mirada perdida, ni siquiera sabía cómo era que habían llegado vivos si con suerte se saludaron. Todo era muy extraño.
— Lo siento. — murmuró después de tanto tiempo. — Me perdí. — sacudió su cabeza y le sonrió como si nada.
— ¿Qué mierda te pasa? Y no me digas que nada por que estoy seguro de que si. — se cruzó de brazos y esperó a que se dignara a responder su pregunta.
Wilhelm restregó su rostro ambas manos. No estaba listo para confesarle lo que ocurría, pero era su mejor amigo y además de eso necesitaba desahogarse con alguien lo más pronto posible.
— Me follé a Simón. — confesó jugando con sus dedos.
August para en ese momento sonrió de lado esperando que fuera una broma, pero cuando el rubio no dijo absolutamente nada más sus puños se apretaron con mucha fuerza. Intentó con toda su voluntad contenerse hasta que milagrosamente lo logró.
— ¿Me estás hablando en serio?. — no podía creerlo. Imaginar que Wilhelm y Simón estuvieron juntos de esa forma le sorprendía, pero también hacía que un nudo se formara en su garganta.
El rubio sólo asintió como respuesta y elevó la mirada para conectarla con la de su amigo.
— Si, es en serio. — volvió a asentir. Comenzó a respirar mejor después de soltar tremenda confesión, sintió un alivio increíble y podía decir que hasta se sentía feliz de por fin haberlo dicho.
— Me esperaba de todo menos algo así. — soltó una risa apagada y continuó. — Jamás me cansaré de decir que eres un maldito suertudo. En serio, lo juro. Daría lo que sea por estar en tu lugar. — confesó lanzándole una pequeña bolita de papel que le cayó en la frente al rubio.
A algo dentro de Wilhelm le incomoda escuchar ese tipo de cosas. No sabia exactamente por qué, pero en definitiva le molestaba mucho que de cierto modo August se expresara así de Simón. El menor tenía derecho de acostarse con quien quisiera y si lo eligió a él pues no era asunto de nadie más que ellos de dos. Sin embargo, para en ese momento los pensamientos del rubio ya no continuaron liderando en su cabeza por que se había dado cuenta de la estupidez que estaba siquiera considerando. Todo formaba parte de un plan para vengar al amor de su vida, su novia. Nada de lo que pasara por su mente iba a cambiar aquello.
— Soy el hombre más suertudo de la tierra, lo sé. — Estuvo de acuerdo. — Pero no estás en mi lugar, y tampoco lo estarás. Supérame. — rio y golpeó amigablemente el hombro de su mejor amigo.
August solo negó. Vaya idiota en el que se había convertido.
— No te preocupes. Te dije que Simón solo me gusta. No voy a quitártelo o algo parecido. — sonrió ladino restándole importancia.
— De eso estoy seguro. — confirmo. Además, no permitiría por nada del mundo que el pelinegro le quitara toda la atención que ya tenía por parte del menor.
August solo volvió a reír e intentó concentrarse en la clase de historia.
[...]
— ¿Ya me vas a decir que fue lo que ocurrió con ese imbécil?. — pregunto Felice mientras se limaba las uñas sobre su cama.
El rubio había decidido ir a visitar a su novia para así por una vez en todo ese tiempo dejar de pensar en cosas tontas cómo hasta el momento lo estaba haciendo.
— Está mas enamorado de mi que cualquier cosa. — rio sin verdaderamente sentir que fuera gracioso. — Es demasiado iluso. — continuó con el ceño fruncido. — Es tonto, crédulo y extraño. Creo que nadie se llegaría a fijar en él realmente y por eso es tan accesible. — sus ojos no paraban de observar un punto fijo. — Siente que le das amor cuando ni siquiera lo intentas. Piensa que todo lo que haces es maravilloso aún cuando no lo es, y lo sabe. — rio en un suspiro. — Es inefable. — finalizó y sus ojos fueron a parar a Felice.
La morena relamió sus labios y rodó los ojos. No admitiría que lo que acabó de escuchar le preocupó un poco, pero claramente lo hizo.
— Quedamos en que es un tonto, ¿no? Por que eso ya sabía. — se encogió de hombros y dejó de lado la lima que estaba usando. — No puedo esperar a que de una buena vez lo hagas pedazos. — confesó mientras reía. — ¿Haz pensado ya en cómo? Por que me parece una muy buena idea que nos demos un beso increíblemente largo en el baile de graduación. Claro, antes le decimos todo el plan que armamos y las razones. — su concentración era notable. Cada espacio de su rostro se iluminaba en satisfacción cuando hablaba del tema.
Wilhelm no estaba tan de acuerdo con las ideas de su novia. Creía que todo era muy exagerado y lleno de escenas de películas norteamericanas cliches. En algún momento se le ocurría algo mejor. Mientras tanto sólo quería pensar en qué otras cosas debían de hacer para que el pequeño le creyera cada una de sus mentiras. Si tan sólo supiera que ya no tenia que hacer nada más. ¡Claro que lo sabía! Lo que ocurría en su cabeza era que no quería aceptar que planear otra salida con aquel niño le emocionaba de cierta manera.
— ¿Amor?. — cuestionó Felice captando la atención de su novio. — ¿En qué tanto piensas?. — preguntó mientras se levantaba de la cama y se dirigía hasta el sofá en el que estaba postrado el rubio.
La morena se colocó sobre su regazo y comenzó a dejar cortos besos en el cuello del contrario.
— ¿¡Qué haces!?. — estaba algo confundido por la reciente actitud de su pareja. — Felice, ahora no. —
La morena rio sin gracia y se alejó sin decir nada más.
— ¿Ahora me vas a rechazar por que quieres serle fiel a tu noviecito?. — se burló mientras acomodaba su cabello.
— Por dios no digas estupideces. — se quejó.
¿Que decía?
— No quieres que te bese por que seguramente el lo hizo, ¿no?. — lucía muy molesta. — ¿Qué mas falta?, ¿Que te lo folles?. Soy tu novia, Wilhelm. Espero que no se te olvide mientras enamoras a Simón por que esa es tu única tarea. Quedó claro ¿No?. — preguntó para estar segura.
Wilhelm asintió y relamió sus labios por que estos estaban algo resecos.
¿Porqué había rechazado a Felice?
Él nunca lo había hecho.
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no, soy gay || wilmon
Hayran KurguTERMINADA se shippean personajes, no actores!! -si sos homofóbico no leas -si les molesta algo, diganlo -wilhelm y su familia no pertenecen a la monarquia -no sean lectoras/es fantasmas