capitulo 15

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Simón despertó temprano en la mañana para preparar el desayuno. Rosh y Ayub seguramente se despertarían enseguida y él quería algo delicioso para comenzar el día. Además, Wilhelm le había mandado un mensaje en la madrugada diciéndole que lo esperara por que pasaría por él para irse juntos a la escuela. Tenía la esperanza de que continuaran siendo los mejores días de su vida.

Tomó una ducha rápida y se vistió con unos jeans marrones, se colocó una playera blanca y encima una camisa roja a cuadros. Se veía muy lindo si era honesto, después de todo se sentía muy cómodo.

Salió de su habitación y se dirigió a la cocina para preparar unos panqueques sólo cómo el sabía hacerlos. Era increíble lo bien que le quedaban.

Su celular vibró dentro de su bolsillo trasero y se apresuró a observar de que se trataba. Era un mensaje de su novio, vaya día hermoso para recordar esa palabra. Sonrió y abrió el chat rápidamente.

"Buenos días sólo al pequeño mas hermoso del mundo". Leyó y no pudo evitar sonreír.

"Saldré de casa en unos minutos, cariño."continuó leyendo sin dejar de sonreír.

"Te estaré esperando."

"Te veo al rato, amor."

Chilló de felicidad cuando terminó de leer aquellos mensajes.

— Adivino. — lanzó Rosh haciendo acto de presencia en la cocina. — Es Wilhelm, ¿no?. — cuestionó mientras se robaba algunas fresas que el pequeño separó para sus panqueques.

Simón la observó con las cejas alzadas y le dió un corto manotazo haciendo que se alejara del tazón.

Rosh creyó que él jamás se enojaba.

— Bien, bien. — dijo sentándose en un taburete observando todo lo que su pequeño hacía. —Ayub y yo nos tomáremos el día libre, iremos a comprar cosas para la casa. — lanzó sorprendiendo al rizado. — No iremos a la escuela. — se encogió de hombros y esperó por alguna respuesta por parte del contrario.

— Me parece perfecto. — comentó.

Ayub llegó a la cocina con el cabello húmedo minutos después y saludó a ambos.

— ¿Estas haciendo el desayuno?. — sonaba sorprendido de verdad. Aunque en realidad lo único que quería era molestarlo. — Si te vas a levantar así cada vez que Wilhelm te pida ser su novio le rogaré para que lo haga unas mil veces más. — se burló.

Simón rodó los ojos con una sonrisa.

— Aquí tienen. — canturreó mientras les entregaba los panqueques a ambos.

Se sentía feliz, pleno y sobre todo enamorado.

— Gracias, peque. — dijo Rosh con una sonrisa.

Simón solo sonrió y se apresuró a tomar su mochila rápidamente por que seguramente Wilhelm ya estaría por llegar. Ayub le preguntó si el no pensaba comer algo y le respondió que se había comido una manzana mientras hacía el desayuno.

Él cuidaba demasiado su figura.

[...]

Wilhelm se sentía encerrado gracias a la situación en la que se encontraba. Por un lado, tenía el repudio que August, su mejor amigo, le dió a entender cuando se fue de casa la noche anterior. Por otro lado, estaba la promesa que le había hecho a Felice.
Definitivamente era el estúpido mas grande de todos. Simón no se merecía nada de lo que le estaban haciendo, absolutamente. Pero ahí estaban, engañándolo para luego jugar con sus sentimientos sólo para cumplir el capricho de alguien que tenía cierto estúpido odio por otro alguien que ni siquiera se lo merecía. ¿En donde estaba él entonces?. Suponía que en el sector de los idiotas.

Lloró cómo nunca antes lo había hecho de camino a casa del menor, por que claro, la culpa estaba intacta desde que dejó salir todo ayer. En todo el tiempo en que la sorpresa transcurría jamás se había puesto a pensar en las grandes consecuencias que traería, para nada. Suponía que sólo se basó en cómo Felice se sentía y que tenía que convertiste en el chico que ella necesitaba. Además, todo lo que le ofreció a cambio era lo que siempre había esperado. Siempre soñó con tenerla a su lado, pero esta sólo lo tomó en cuenta desde que notó que podía servirle para algo. Maldecía la hora en la que se atrevió a entregar su corazón así.

Quizás el y Simón no estaban tan lejos de la misma realidad. Él fue usado de la manera mas obvia por Felice al notar que no le era indiferente, solo para beneficio propio. Simón, sin embargo, estaba siendo usado para cobrar venganza de algo que ni siquiera tenía sentido.

Ambos eran usados por los que creían que eran el amor de sus vidas.

Y tal vez él podía hacer de todo para evitar esa catástrofe, pero no podía evitar que quien menos se merecía salir lastimado sería el primero en serlo. De ninguna manera se perdonaría lastimar a Simón por que era alguien ajeno a todos los problemas con los que estaba supuestamente vinculado. Él era inocente y nadie tenía el derecho de jugar con una persona sólo por que se le antojaba.

Wilhelm le agradecía de corazón a August por hacerle entender en lo que estaba metido. Aunque claro, no era tan tonto cómo para no haberse dado cuenta antes, si no que pensó con el corazón, y a pesar de que creía que este nunca se equivocaba, esta vez si lo hizo. O era lo que creía.

Se acomodó mejor en el asiento del piloto en el que estaba y limpió sus lágrimas con el dorso de su mano siendo un tanto brusco. Se estacionó frente a la casa del menor y esperó paciente a que este saliera.

Simón salió de la casa rápidamente por que necesitaba ver Wilhelm de una vez por todas, las ansias de verlo en ningún momento abandonaron su cuerpo desde que lo vió por primera vez. Cerró la puerta de su casa y caminó sin dejar de observar al rubio quien le sonreía desde adentro del auto. Era tan hermoso, a veces sentía que era demasiado afortunado de tenerlo.

El rubio le hizo una seña para que se apresurara un poco ya que estaban llegando algo tarde. Simón rio y tomó asiento cuando este le abrió la puerta desde adentro.

¡Ho - — empezó a querer hablar, pero se percató de lo hinchados que estaban sus ojos. Simón se sorprendió mucho e inmediatamente se subió a su regazo y lo abrazó tan fuerte como pudo. — No, no, no, no llores amor. Te amo, te amo. — susurró y se separó un poco para limpiar algunos restos de lágrimas que todavía se encontraban resbalando sobre sus mejillas.
Sus ojos lucían tan preocupados que Wilhelm se confirmó así mismo ser el peor ser humano de la historia. — ¿Qué sucede?. — preguntó por lo bajo y depositó suaves besos en cada una de sus mejillas. — Confía en mí, ¿de acuerdo?. —
le sonrió sin dejar de sostener su rostro entre sus manos. — Tal vez puedo ayudarte. — dijo y definitivamente esa fue la gota que derramó el vaso.

— No, no es nada. — habló con la voz entrecortada. — Es sólo que me gusta mucho verte. — indicó colocando sus manos en las caderas del pequeño. — ¿Me abrazas? por favor. — pidió en un susurro.

Simón asintió de inmediato y enredó sus brazos en el cuello del rubio.

Wilhelm lo haría, definitivamente lo haría.

Acabaría con todo de una buena vez.

no, soy gay || wilmonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora