capitulo 10

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— ¡Wilhelm!. — escuchó fuerte y fue cuando decidió abrir los ojos.

Simón estaba tomándolo de la mano mientras lo sacudía suavemente esperando a que este se despertara.

Se había quedado dormido.

— Te quedaste dormido. — rio. En algún momento de la noche le ofreció hacerle de cenar y cuando volvió ya estaba dormido. Parecía que tenia el sueño tan pesado que incluso podía llegar a soñar en menos de quince minutos.

— Si, ya vi. — también rio acomodándose sobre la cama quedando sentado.

— Uhm, no sé si todavía quieres. — señaló su escritorio donde se encontraba una bandeja llena de bocaditos.

Wilhelm sintió ternura.

— No, gracias. — negó con una sonrisa. Para ser sincero, quería irse de ahí lo más pronto posible, pero por alguna extraña razón no quería dejar a Simón sólo.

— ¿Te quedarás?. — preguntó el rizado con algo de vergüenza.

— ¿Quieres?. — musitó. Sus ojos fueron a parar a las piernas descubiertas del menor.

¿En qué momento se cambió de ropa?

— ¡Me encantaría!. — comentó emocionado mientras se posicionaba de rodillas sobre su cama.

Wilhelm no podía dejar de observarlo. Sus mejillas estaban rojas dándole un aire inocente. La pose que había tomado para estar más cómodo hacía que sus bonitas piernas se vieran mucho más por lo arrugado de sus shorts. Vaya, si que sabia como llamar la atención de alguien que ni siquiera tiene intenciones de mirarlo.

— Entonces sí. — asintió a la propuesta. De todas maneras, pensaba quedarse, aunque no lo admitiera en voz alta.

— Ven. Veremos una película. Esta vez será una que tu elijas. — rio pasándole el control de la televisión.

Antes de eso, el rubio decidió que quitarse su remera era una genial idea así que lo hizo. Sin embargo, Simón sólo se quedó observándolo.

— No te molesta, ¿no?. — preguntó tirando la prenda hasta uno de los sofás de la habitación.

Simón solo negó sin poder articular ningún sonido.

Wilhelm rio.

— Ven aquí. — llamó al menor para que este se acostará en su pecho.

Los ojos de Simón se agrandaron inmediatamente haciendo reír al rubio. El rizado era una ternura.

— Estoy bien aquí, no te preocupes. — dijo avergonzado. Seguramente se dió cuenta de que no le sacaba los ojos de encima.

— Anda, ven. — insistió y tomó la mano del contrario. Lo sintió temblar y su ego creció hasta el cielo.

— De acuerdo. — respondió aún sintiéndose cohibido.

El rubio lo acomodó y Simón quedó encima de el. El rizado soltó una risa cuando las manos de Wilhelm fueron a parar a su cintura para evitar que este se escapara. El menor no quería invadir su espacio, por esa razón necesitaba no estar sofocándolo con su peso.

— Pesas cómo una pluma, lo juro. — confesó el rubio. — No es necesario que te bajes. — rio al darse cuenta de que a Simón no le importaba lo que le dijera.

El pequeño estaba demasiado muerto de la vergüenza, no podia evitarlo. Necesitaba bajar de ahí lo más pronto posible.

— No, bájame. — soltó un chillido y sus risas no tardaron en llegar.

Wilhelm lo acomodó mejor sobre sí mismo y sin pensarlo sus rostros quedaron más cerca de lo que hubiese querido. El rubio rio por lo bajo y se dedicó a observar a los ojos que no dejaban de mirarlo. Sonrió al notar lo espesas que eran sus pestañas, ni que decir de su pequeña nariz. Mierda, parecía un angel. Lo último que logró divisar fueron sus labios y estaba muy seguro de que de que si tan solo Simón fuera una chica se lo comería a besos sin importar nada.
Las manos del rubio bajaron a los muslos del rizado con cuidado, acariciando suavemente sin despegar los ojos del contrarío. Wilhelm no estaba seguro si lo que estaba a punto de hacer era lo correcto, pero mandaría todo a la mierda si un momento así no volvía. Presionó delicadamente la piel de los muslos y el rizado soltó un leve gemido silencioso. Wilhelm no tardó mas en besar a Simón, lo deseaba desde hace algún tiempo.

[...]

La mano del rubio iba bajando poco a poco al igual que sus labios. Pasaron de besar los labios del rizado a besar su cuello y pecho. Simón se estremecía al sentir los labios del contrario. Las manos frías de Wilhelm le provocaban escalofríos que le hacían soltar jadeos de vez en cuando. Su piel estaba de gallina.

El rubio siguió bajando hasta que dejó la mano quieta al llegar a la parte de arriba de la ropa interior de Simón.

— ¿Puedo?. — preguntó. El rizado asintió y dejó que Wille adentrara su mano dentro de su ropa interior.

Simón cada vez jadeaba más pero intentaba no hacer mucho ruido. El rubio dejaba besos sobre su cuello y labios. En uno de esos besos Simón agarró el labio inferior de Wille mordiéndolo ligeramente, no quería hacerle daño.

El rizado empezó a gimotear y eso hizo que Wilhelm empezara a mover su mano con más rapideza. Agarraba el cuello del rubio el cual podía sentir los gemidos en su oreja. Por último Simón soltó un gemido haciéndole entender a Wille que ya había acabado.

La mente del rubio estaba hecha un desastre.

¿Qué mierda había ocurrido?. Para ser sincero no quería entrar mucho en detalles, pero de algo que si estaba seguro era que lo volvería a hacer.

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no sé como narrar este tipo de cosas me voy a suicidar lol

no, soy gay || wilmonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora