capitulo 13

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— Eres lo más cursi que jamás eh visto. — declaró el pelinegro mientras regaba las rosas del patio en la casa de su mejor amigo.

Wilhelm estaba del otro lado de los pequeños arbustos acomodando una mesita de madera fina y extremadamente barnizada casi en el centro del amplio jardín. Rosas de muchos colores lo rodeaban y una bonita fuente se acomodaba en el medio. Luces diminutas caían en cascadas de un extremo a otro siendo sostenidas por los árboles más grandes. Todo estaba quedando perfectamente hermoso, desde la iluminación hasta el completo decorado con el que quedó satisfecho.

— Ya sabes, lo que hace el amor. — dijo con una sonrisa burlesca en su rostro. August no podía verlo, así que se dió el lujo de ser sarcástico sin que el contrario se enterara de ello.

August rio y le tiró un poco de agua con la manguera. Lamentablemente para el pelinegro sólo le cayeron gotitas pequeñas en su cabello.

— Me alegra saber que te estás dando una nueva oportunidad en el amor. — confesó mientras terminaba de regar las últimas rosas. — Simón es alguien increíble, merece ser amado como el ser maravilloso que es. — dijo con una sonrisa ladina.

Era imposible para el no expresarse de Simón y que el amor que siente por él se saliera hasta por los poros. Sus ojos brillaban en exceso de tan solo mencionar su nombre. Estaba muy enamorado de aquella cosita preciosa, lo tenía comiendo de su mano y se quedaría así por siempre si tan sólo el hubiese tenido la misma suerte que su mejor amigo. Jamás había deseado ser alguien diferente. Era todo un tonto por él.

— Sí, sí. — el rubio estaba harto de escuchar la forma melosa en la que su amigo se expresaba de su cita. Entendía que estaba enamorado de Simón, se lo había dicho mil veces y con cada comentario que lanzaba lo reafirmaba cada vez más, pero Simón lo eligió a él, solo a él. ¿Porqué simplemente no lo entendía y dejaba de insistir con el pequeño?. Él era de quien el rizado estaba enamorado.

August rio y negó divertido. Terminó con su trabajo y guardó todas las herramientas que ocupó para tener el jardín perfecto para la cita del rubio con el niño de sus sueños.
Sonaba triste y en realidad lo era. Lo único bueno de eso era que los protagonistas eran felices, y al ser personas importantes para él, era todo lo que necesitaba para estar tranquilo.

Wilhelm culminó con el arreglo de la mesa y decidió que era hora de encender las luces. El sol estaba en pleno ocaso y seguramente la vista sería maravillosa. Caminó hasta el interruptor y encendió las luces. Se veía increíblemente iluminado y el contraste con las hojas verdes de los árboles le fascinaba. Él reflejo en la manta blanca que cubría la mesa en el centro del jardín lo dejó sin palabras. Cada pequeño detalle le estaba encantando demasiado, su esfuerzo había valido la pena. Ahora solo faltaba la presencia de aquel que inspiró todo aquello, era lo único para que todo estuviera perfecto.

August miró todo a su alrededor y sonrió orgulloso. El rubio se veía muy entusiasmado. Él sólo estaba feliz de por fin ver a Wilhelm realmente enamorado.

[...]

El rubio se puso mas intranquilo de lo que estaba cuando en el reloj de la pared dieron las seis de la tarde. Faltaba sólo una hora para que el pequeño llegara. Habló con él por mensaje y le pidió que por favor lo dejara ir sólo, por que no acepto que fuera a recogerlo. Para el rubio no era ninguna molestia como suponía el menor, pero ahi estaba, ya preparado para la cita y ansioso hasta la mierda.

Luego de un tiempo la hora acordada indicó en el reloj y comenzó a sentir incomodidades en su estomago, sin embargo, no le dió la más mínima importancia por que seguramente se trataba de los típicos nervios antes de verte con un amigo. Si, eso le sucedía con August cuando comenzaron su amistad así que era lo más probable.

no, soy gay || wilmonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora