capitulo 16

1.6K 176 52
                                    

Tal vez no estaba listo para darle fin a aquella mentira. En realidad, no sabía si es que no estaba listo verdaderamente o o simplemente no quería dejar de lado esa paz y tranquilidad en su corazón cuando Simón estaba cerca. Era la primera vez en su vida que se admitía así mismo cómo alguien lo hacía sentir. Simón parecía también ser la primera persona que se ganaba el puesto como una de sus sensaciones favoritas por que no recordaba haberse sentido así de bien en algún momento. Necesitaba que aquel pequeño se quedara para siempre con él, era el indicado para hacerlo el ser humano más feliz de todos.

Wilhelm incluso pensaba en sus años pasando al lado del menor, todo lo que quería era su amor incondicional por que seguramente no sabría cómo sería su vida después de él. Eso le aterraba un poco, pero no podía dejar de pensar en la posibilidad de que en realidad Simón deje de ser una estúpida manera de vengar algo sin sentido, a ser alguien igual de importante como lo era en su corazón.

Y si, Wilhelm esta enamorado de Simón.

Esta enamorado de la manera tan delicada en la que tomaba sus manos cuando creía que algo estaba yendo mal e intentaba calmarlo, le gustaba el brillo en sus ojos cuando le decía que lo amaba y después de eso dejaba besos en sus labios cuidando demasiado no ser brusco, por que si, Wilhelm podía sentir que estaba reteniéndose de no mostrarse desesperado por probar sus labios infinitas veces. Para ser honesto, les fascinaba ser deseado de esa manera por la persona de la que estaba enamorado.

El rubio descubrió todo lo que ocurría cuando en los recesos tomaba la mano del menor para mostrarse frente a todos como una pareja real. Habían pasado varías semanas y comenzaba a acostumbrarse. No sabía con exactitud si en un principio era sólo una molestia increíble en el estómago que lo hacía sonreír cómo un total idiota, o si en realidad la veces que Simón se acurrucaba en su pecho las molestias se convertían automáticamente en mariposas en las que nunca creyó. Él era así, no creía en el amor a primera vista, pero quizá sólo era un completo tonto que cayó cómo alguien totalmente escéptico.

Simón era una persona un tanto extraña para él de describir. No podía decir que el menor era alguien totalmente normal por que si se ponía a pensar en ese pequeño ser humano, probablemente terminaría denominándolo como la perfección personificada. Claro, no todo el tiempo pensó de esa manera. En un principio cuando llevaba conociéndolo muy poco, creía que el pequeño era alguien maravillosamente bonito a la vista, cosa que negó por mucho tiempo dentro de sus pensamientos pero mientras mas horas pasaba con él, sus sonrisas ladinas no podían ser ocultadas.

Estaba perdido por la persona que no debió convertirse en algo tan importante para él.

[...]

— ¡Wilhelm!. — escuchó a lo lejos y se detuvo en ese momento. — ¡Espera!. — volvió a gritar.

El rubio frunció el ceño y relamió sus labios nervioso. Jugó con las correas de su mochila y observó el suelo de forma muy entretenida.

— ¿Porqué ni siquiera me hablas?. — preguntó con una sonrisa ladina cuando llegó. Su ceño estaba levemente fruncido y sus manos se dispararon a los hombros del mas alto. — Necesito estar al tanto de cómo va nuestro plan y tú que no me diriges la palabra en semanas. — comentó con una sonrisa. — ¿Qué sucede?. — besó su mejilla izquierda. — ¿Te estresa tanto pasar tiempo con ese idiota?. — se burlo sabiendo perfectamente la respuesta.

Wilhelm se alejó rápidamente y negó impidiéndole que volviera a acercarse.

— Escucha, Felice. — comenzó aclarándose la garganta. — No quiero indagar en lo que ha estado sucediendo estas últimas semanas, solo te pido por favor que dejemos esto aquí. — pidió mientras la veía fijamente a los ojos esperando que esta entendiera lo que quería decir.

La rubia pestañeó varias veces para finalmente fruncir su ceño aún mas profundo.

— ¿Dejar que?. — rio mientras se posaba de brazos cruzados. — Explícame por que no estoy entendiendo. — rio creyendo que había escuchado mal.

Wilhelm suspiró.

— No quiero seguir con este estúpido jueguito, Felice. — lanzó. — No estoy dispuesto a seguir lastimando a alguien inocente. — negó sin dejar de mirar a la morena. — No voy a lastimar a Simón sólo por que la del problema eres tú. — finalizó un tanto desesperado, no quería que alguien los viera juntos.

Felice rio, rio tan fuerte que incluso salieron pequeñas lágrimas de sus ojos por el esfuerzo.

— Sí, sí. — hizo un gesto despreocupado. — Entiendo que el estrés te haga decir estupideces, pero debes seguir firme. Ya falta poco para que tengas lo que tanto has querido. — intentó acercarse al rubio con intenciones seductoras.

Wilhelm la dejó con cuidado y miró a un lado, no podía tenerla en frente y decirle todo lo que quería de una buena vez por que parecía no entender.

— No, Felice. — dijo firme. — No quiero ser parte de esto. — volvió a decir. — No voy a continuar, no me importa lo que me prometiste. — se encogió de hombros. — No quiero nada tuyo. — negó separándose de ella un poco más. — Déjame en paz. — finalizó.

La morena lo escuchó bastante atenta para ser sincera, pero cuando terminó, el rubio recibió un fuerte empujón de su parte haciendo que chocara bruscamente con los casilleros. Para su suerte, el pasillo estaba un tanto vacío así que nadie logró percatarse del hecho.

— ¿¡Te escuchas!?. — gritó sin un poco de delicadeza. — ¡Eres el más grande imbécil que existe, Wilhelm!. — chilló y volvió a golpear su pecho.

El más alto sólo cerró sus ojos con fuerza y esperó a que esta se tranquilizara un poco para poder volver a hablar.

— Felice, por favor. — pidió pero la morena lo ignoró y volvió a golpearlo.

— No me digas que le tienes lástima por que eso nunca voy a creértelo. — refunfuñó mientras lo tomaba con fuerza de su camiseta.

— No se merece nada de esto, eso es todo. — susurró esperando que Felice se alejara por si misma.

Ella carcajeó.

— ¿Te gusta?. — preguntó sorprendiéndolo.

Wilhelm relamió sus labios y se negó a responder.

— ¡Respóndeme, maldita sea!. — gritó una vez más a la espera de recibir algo que le hiciera saber que estaba en lo correcto. Lastimosamente no fue así. — Lo imaginé del idiota ese, pero jamás lo hubiese imaginado de ti. — dijo con desprecio.

El rubio solo se dedicó a escuchar cada una de sus palabras, no quería interrumpir su discurso sin sentido por que no lograría nada con ello. Sabía que una conversación entre personas razonables duraba minutos, sin embargo de no ser así, tardarían horas.

— Me das asco. — dijo sobre su mejilla. — Y vas a pagar por esto. — Volvió a susurrar. — Supongo que no disfrutaras ser un maricón después de eso. — sonrió de lado y se marchó sin decir nada más.

Wilhelm se relajó por que no tuvo que decirle lo que en realidad pasaba con él, pero a la vez se llenó de miedo al saber que Felice era capaz de hacer cualquier cosa con tal de estar satisfecha con lo que ella creía correcto.

Estaba asustado.

no, soy gay || wilmonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora