capitulo 14

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— August, escúchame por favor. — intento avanzar hasta donde su amigo estaba, pero este no lo dejó. August se alejó mientras negaba y repudiaba la actitud del rubio en su mente.

August estaba realmente sorprendido de todo lo que escuchó salir de la boca de su amigo hace un momento atrás. Deseaba realmente poder golpearlo hasta dejarlo tirado gritando de dolor. Aun así no sería ni la cuarta parte del dolor que seguramente sentiría Simón cuando llegara a enterarse del increíble nivel de estupidez que Wilhelm se cargaba consigo.

— No te voy a escuchar una mierda, Wilhelm. — dijo entre dientes. Sus puños en ningún momento dejaron de presionar con fuerza y sus ojos sólo le demostraban al contrario cuánta decepción cargaban. — Eres una completa basura. — lanzó con odio. — Creí que te conocía. — rio sarcástico. — Jamás me hubiera imaginado que terminarías siendo así de repudiable. — negó y avanzó unos cuantos pasos para irse de ahí. En cualquier momento terminaría golpeándolo de verdad y no estaba seguro de si estaban en el lugar correcto para comportarse de esa manera.

— Felice me lo pidió. — comenzó a explicar cuando su amigo estaba por marcharse. — Ella a sufrido muchísimo por culpa de Simón. El no es la persona que crees que es. — confesó desesperado.

— ¿Ah si?. — August frunció el ceño y se permitió seguir escuchando lo que el rubio tenía que decir. Seguramente le daría excusas de mierda, era lo mas probable. — ¿Cómo es verdaderamente Simón entonces?. — comentó cruzándose de brazos luciendo falsamente interesado.

— Obligó al hermano de Felice a usar cosas con las que él no se sentía cómodo. Ya sabes, las típicas faldas cortas y maquillaje ostentoso que Simón usa. Su padre le pidió que fuera como antes por que no estaban acostumbrados a eso. — relamió sus labios pensando en lo que diría después. — Alex se negó y se ganó una paliza. Entonces su madre lo defendió y tomaron la decision de abandonar a Felice y a su padre. — Tragó en seco atento a las reacciones de su amigo. — No sé preguntaron si Felice estaría bien, la dejaron sola. — justificó creyéndoselo de verdad. — Ella amaba a su madre y se la arrebataron como si nunca hubiera existido. — para ese momento sus ojos estaban inyectados en sangre, pero no por la situación que la familia de Felice pasó, si no por que fue en ese preciso momento que entendió lo estúpido del plan que había armado con a Felice.

¿En que estaba pensando?, ¿Porqué aceptó hacer tal cosa?. Maldita sea, se había convertido en el imbécil mas grande de toda la historia.

— No dejas de ser un imbécil. — escupió. — ¡Mierda, abre los ojos!. — gritó con todas sus fuerzas sin dejar de observar el notorio arrepentimiento en su amigo. — Esa idiota sólo quiere usarte por que sabe que eres un estúpido. ¿En serio te creíste el cuento de que formalizarían una buena relación después de esto?. — rio y negó quitándole los ojos de encima. — Por que eres tan obvio y patético que seguramente fue eso lo que te propuso, ¿me equivoco?. — el silencio por parte del rubio le confirmo aquella pregunta. 
— Ella está llena de odio, Wilhelm. Es una mala persona y lo único para lo que le sirves es para que te ensucies las manos por ella y quedes como el más grande idiota frente a todos. — negó decepcionado. — Ahora aléjate de la puerta si no quieres que me olvide de que eres mi amigo. — advirtió lleno de rabia.

Wilhelm se quitó de donde estaba y August pudo avanzar hasta la salida.

— Ah, una cosa más. — dijo antes de subir a su auto. — Si no le dices a Simón de esto lo más pronto posible, créeme que lo haré yo mismo. — lanzó para finalmente para subirse al vehículo. —

Wilhelm se permitió sentirse vulnerable frente a Otis, su cachorro, y lloró todo lo que su corazón le permitió. Estaba realmente asustado y arrepentido de haber accionado como lo hizo. Maldecía la hora en la que aceptó convertirse en el imbécil más grande de todos.

Pero lo había hecho por amor, aunque no justificaba absolutamente nada.

[...]

Cuando Simón llegó a su casa se encontró con Rosh y Ayub viendo una película en la sala. Bueno, en realidad era su amigo el que estaba atento a las imágenes del televisor mientras que su amiga lanzaba leves ronquidos y se acurrucaba con su sabana celeste pastel en el hombro de Ayub.

— ¡Hola!. — chilló el pequeño haciéndolo que los dos se sobresaltaran. Incluso el plato que Ayub tenía en su regazo cayó al suelo derramando todas sus palomitas.

El menor rio suave y dejó su mochila colgada en el gancho cerca de la puerta.

— ¿Que mierda te ocurre?. — preguntó un tanto molesto y asustado. — Nos asustaste idiota. —

— Ajá. — grazno el menor.

— ¿Wilhelm te trajo?. — intervino su mejor amiga cuando estuvo relajada.

Simón asintió y se sentó en el medio de ambos. Acomodó su suéter y sonrió al recordar todo lo sucedido hace unas horas.

— ¡Me pidió ser su novio!. — chilló. No podía contener su felicidad.

Rosh abrió su boca totalmente sorprendida con aquella confesión. No se lo esperaba, pero si que se alegraba por tal noticia.

— ¿¡Qué!?. — cuestionó Ayub con el ceño fruncido. — ¿Wilhelm? ¿Él Wilhelm?. — no estaba seguro de haber escuchado bien. — ¿Wilhelm el de la escuela?. — volvió a interrogar. — ¿Wilhelm?. — continuó sin poder creerlo.

— ¡Sí!. — contestó Rosh ya harta de Ayub. — No lo puedo creer. — chilló emocionada volviendo su atención total al pequeño.

Ayub frunció el ceño, pero después se encogió de hombros dispuesto a escuchar a Simón.

— Todo fue hermoso. — suspiró apoyando su cabeza en el espaldar del sofá. — Preparó todo por el mismo. — indicó sonrojado. — Su mamá me lo dijo. Inclusive, que jamás se había esforzado tanto por sorprender a alguien y que le alegraba que fuera yo. — su corazón comenzó a latir rápidamente al recordar cada pequeño detalle. — Comenzó con palabras demasiado lindas y luego lanzó la pregunta que por tanto tiempo había estado esperando. — recargó su cabeza en el hombro de su amiga cuando se cansó de la anterior posición. — Y le dije que sí. — susurró.

Rosh sonrió y levantó su mentón para dejar un corto beso en la sien de su amigo. Se sentía como una mamá orgullosa de dejar crecer a su pequeño pedacito de ser humano. Seguramente sus padres también lo estarían, pero no era momento para traer ese vacío a su corazón.

— Te ves demasiado enamorado y feliz. — dijo Rosh con una sonrisa. — Te amo tanto. — confesó y atrajo al menor entre sus brazos.

— Te amamos Simme. — corrigió Ayub jugando con los rizos del pequeño.

Ambos sabían lo importante que era esto para Simón, el rizado lo había esperado por muchísimo tiempo. Estaban muy felices de que por fin allá sucedido.

no, soy gay || wilmonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora