capitulo 12

1.7K 180 58
                                    

— Creo que te he visto antes. — bromeó el rubio mientras tomaba asiento al lado del pequeño.

Simón estaba comiendo una ensalada y se sorprendió bastante al ver a Wilhelm acercarse de tal manera estando frente a toda la escuela. El rubio jamás se hubiera atrevido a hacer algo así antes, simplemente no.

— ¿Si?, ¿donde?. — pregunto confundido.

Simón llevó un pequeńo tomate hasta su boca y  lo dejó entre sus dientes mientras esperaba la respuesta del contrario con la mirada expectante.

— En mi casa. — declaró rápidamente. — Hoy, a las siete. Es una cita. — sonrió con suficiencia al notar que le había salido perfecta aquella forma de flirteo. Estaba orgulloso de ello y al finalizar incluso le guiñó el ojo al menor.

El pequeño rio por que le pareció adorable realmente. No podía creer que había caído en aquella broma, era tan antigua.

— De acuerdo. — asintió con una leve sonrisa plasmada en su rostro. — ¿Qué haremos?. — preguntó emocionado. Tal vez no era la mejor pregunta, pero no podía evitar querer saber lo que el rubio tenía planeado.

— No lo sé. — se encogió de hombros. — Quizá puédanos repetir lo de la última vez. — susurró mientras apoyaba sus codos sobre la mesa para estar más cerca del menor. Podía notar su nerviosismo y eso aumentaba su ego aún más. Darse cuenta de cómo podía jugar con él de la manera que quisiera le dejaba una gran ventaja por que lo único que quería era eso, tener su atención completa para así destruirlo cuándo se lo pidieran.

El menor se sonrojó por la cercanía y dejó de lado su tenedor para cubrir su rostro con ambas manos. Jamás se olvidaría de eso. Le hacia muchísima ilusión que fuera igual de especial para Wilhelm, eso lo enamoraba aún más de él si es que se podía.

— Qué estas diciendo. — negó después de unos minutos sin dejar de mirar al contrario con una sonrisa.

— No sería una mala idea. — sonrió de lado. Una de sus manos se deslizó por encima de la mesa y tomó la de Simón. — Fue la mejor noche de mi vida. — confesó mordiéndose el labio inferior para evitar reírse.

Wilhelm estaba consciente de la mierda de persona que estaba siendo, no podía evitar sentir lastima por el rizado. Felice estaría orgullosa de él y eso era lo único que le importaba. Su corazón latía a mil por hora sólo por el hecho de tomar esa suave y tímida mano, pero nadie tenía por que saberlo. Podía sentir como su piel se erizaba a travez de las yemas de sus dedos. Todo era una completa locura. Simón en verdad estaba enamorado de él, y eso era algo de lo que quizás jamas se perdonaría. Lastimar a alguien que estaba entregando todo de sí mientras la otra parte sólo se burlaba de esos sentimientos era algo miserable, lo sabía, pero... ¿Qué hay de él entregando todo por una buena causa además del inmenso amor que siente por su novia? Él también estaba entregando todo por amor, y realmente esperaba que valga la pena.

— La mejor noche de mi vida. — repitió y asintió de acuerdo. Se sorprendió un poco cuando recibió un corto beso en su torso por parte del rubio. Wilhelm era la persona mas linda que existía.

Eso era lo que le demostraba.

Toda la escuela estaba atenta a lo que con ambos estaba ocurriendo. Jamás creyeron que el gran Wilhelm estaría en aquella situación con Simón por que en ningún momento se los había visto juntos antes, era extraño para todos. Eran polos opuestos, no era posible que se atrajeran, pero al parecer les estaban demostrando todo lo contrario.

Felice estaba sentada con sus amigas en una mesa un tanto lejana de ambos muchachos, así que no podía oír exactamente lo que ocurría con ellos. Sin embargo, comenzaron a preguntarle acerca de su relación con él rubio a lo que ella respondió que habían terminado por que estaban hartos uno del otro. Claro, le hizo saber a casi todo el círculo social que había sido ella quien terminó con él.

— Ponte lindo. — dijo coqueto y le guiñó un ojo nuevamente antes de levantarse. — Claro, más de lo que ya eres. — añadió sabiendo cuan anticuado eso había sonado. Ni siquiera se esforzaba por que quería pensar en que el moreno ni siquiera valía la pena.

[...]

— ¿Hace cuanto no ves a Simón?. — preguntó el pelinegro al momento en el que se amigo tomó asiento a su lado. Estaba llegando tarde a clases y no lo había visto desde que llegaron a la escuela.

August sabía que después de la última vez que su amigo se vió con Simón habían pasado alrededor de tres semanas en las que ambos se encontraban en la casa del rubio para hablar del pequeño. Wilhelm le confesó que el menor le gustaba demasiado e incluso en distintas ocasiones lucía genuinamente celoso si él daba alguna opinión acerca del rizado. Lo raro de todo es que antes no le molestaba para nada, pero ahora era totalmente diferente. También le parecía extraño que en ningún momento de su vida el rubio confesó ser homosexual o bisexual. Wilhelm era heterosexual como la mierda, bueno, según el mismo lo era. Hasta hace unos cuantos meses sus conclusiones eran ciertas por que justamente tenía una novia llamada Felice.

— Hace bastante tiempo, pero eso se arregla hoy. — sonrió mientras sacaba sus cuadernos de la mochila. En realidad, nunca escribía nada, pero si se sentía inspirado así que lo usaría para escribir frases que se le venían a la mente. — Lo invité a mi casa, espero salir temprano de aquí para poder acomodar algo lindo en el jardín. — dijo probando uno de sus viejos lapiceros. No se había dado cuenta, pero la primera palabra que escribió fue el nombre del pequeño. Le restó importancia y le sonrió a su amigo. — Espero que todo salga excelente. — suspiró y continuó con lo que estaba haciendo.

— Si, también lo espero. — asintió. En realidad, estaba siendo honesto, muy. Sólo esperaba que de alguna manera ninguno de los dos terminaran lastimándose por que los quería a ambos. Claro, no de la misma manera, pero el amor estaba ahí y le afectaría directamente de alguna u otra forma así tratara de evitarlo.

Si tan sólo supiera que estaba a punto de ser cómplice del engaño más nefasto de su vida.

August no estaba preparado para enterarse de lo que su amigo era capaz de hacer.

no, soy gay || wilmonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora