Fibroniebla

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Las palabras se van volviendo mudas,

se resbalan de mis oraciones,

se escapan de mis rimas,

como un perro encerrado que por fin vela puerta abierta

y se va, se fue

no hay como recuperarla

la mente pesa como toneladas de roca

cargadas sobre una cabeza medio llena como una copa de vino...

solo su nombre ha quedado grabado en mi piel ya no tan tersa

más bien como una hoja de papel arrugado con furia neurótica

y lanzado cerca al cesto de basura...

solo su nombre queda grabado en mi lengua

como si hubiese sido tallado con un cuchillo oxidado,

y odio susurrarlo,

me asquea la idea de morderlo entre mis labios,

pero es lo que hago muchas noches

y tantos otros días

en que los analgésicos montan huelga en el torrente sanguíneo,

y se niegan a hacer su trabajo,

entonces todo se retrasa,

la menguada alegría,

la somera memoria,

la insulsa capacidad comunicativa...

mis ideas se ven borrosas como Lima durante el invierno,

a veces no recuerdo ni cómo me llamo,

ni siquiera que hago buscando aquí,

en esta oscuridad que ya no se siente grata sobre la espalda enjuta,

quisiera hundir estos despojos que llamo cuerpo

en una zanja en el jardín y ver si la tierra me acepta como ofrenda,

y me deja volver a la vida como césped aterciopelado...

quisiera poder siquiera recordar cómo llegar al jardín que un día planté,

pero ni siquiera recuerdo el camino.

Entre las cobijasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora