Despedida

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Si el dolor tuviese un alma podría entenderme

Si tuviese un alma quizas podría ver la mía,

Podría ver cómo mis ojos se diluyen sobre mis mejillas,

Y mi cuerpo decanta la esperanza,

Cuando mis instintos primarios advierten su cercanía;

Si todo esto tuviera sentido lo aceptaría,

Si solo fuese momentáneo lo soportaría;

Pero no, este dolor es eterno como el tiempo,

Es inmenso como el cielo más allá de las grises nubes,

Es iracundo como el odio impregnado  en el corazón del ser humano...

Y otra vez a venido y me arrastrado por el piso de la casa,

Mordisqueado de los tobillos hasta el cabello,

Y ya sin fuerza me ha arrojado por un precipicio

Dónde las piedras me han dado la bienvenida con violencia,

Allí los días venideros, como buitres no pasaran hambre...

Y mientras mi cuerpo intenta recuperarse,

Mi mente lo sabotea,

Justo después de que del dolor solo queda un leve perfume en mi cuerpo,

Yo no me compadezco, más bien me detesto,

Me desprecio como el pecado más profano,

Y le huyó al mundo como la escena de un ritual satánico...

Oculto la desdicha como un rostro detrás de un pasamontañas,

Y garabateo sonrisas falsas,

Cuando lo único que anhelo es que la muerte se siente a mi lado,

Apoyar mi cabeza sobre su hombro

Y sentir su mano abrazándome con dulzura,

Y por fin cerrar el telón de mis ojos,

Mientras suspiro un adiós.

Entre las cobijasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora