Terror

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Las horas han succionado la luz y casi todo el ruido,

con pocos modales como sorbiendo un plato de sopa...

la hora muerta ha llegado,

la ciudad reposa como un cadáver en su lecho definitivo,

y en esta habitación,

solo un chirrido constante me mantiene alerta...

la turbina aspira el aire y este se vuelve agua

que se filtra lentamente,

oigo entre lo adormecido de mis sesos

como cae una gota, y luego de un rato cae otra...

parecen lágrimas distanciadas,

caen a destiempo como si se hubiesen peleado,

y luego se juntan todas en un el mismo charco,

en esa urna plástica que funge de estómago,

pero no es más que un cáliz de vértices rectos

que he de vaciar a la mañana siguiente,

mientras le suplico al suelo que deje que mis pies den pasos certeros,

mientras que las olas donde navega mi cerebro

se aplanan como almohadas viejas...

otra noche con los párpados rebeldes

la vista vigilando las pocas sombras de esta habitación,

las piernas y brazos destejiéndose por dentro,

como una chompa cuyos puntos no coinciden...

otra noche más,

ya perdí la cuenta,

pero aparentemente aun no pierdo la batalla...

aun respiro y eso me aterra.

Entre las cobijasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora