Capitulo 4

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Cinco semanas hace que estamos aquí y ya me siento prácticamente como en casa, diferente mansión y diferente compañía, pero sigo igual que siempre, encerrada. Es tan triste esta situación, hasta tengo la misma rutina de siempre. Me levanto, realizo mi ejercitación diaria, me alisto, desayuno, almuerzo, ceno y a dormir otra vez. Lo único diferente es que no tengo clases online ni realizo tareas por lo que todo el tiempo libre que tengo es de ocio, el cual no es muy aprovechado ya que se me prohíbe usar internet sin supervisión. No quieren que por un descuido mío conozcan nuestra ubicación, tampoco me puedo contactar con papa por la misma razón y aun no sé hasta cuando estaré así. De él lo único que sé es que está a salvo y oculto hasta que todo se solucione.

Deje a un lado el libro que estaba en mis manos y me levante de la cama. Ya son casi las cinco de la tarde, clara señal de que pronto me invitara a tomar un poco de té mientras compartimos un postre asique decido ir a ayudar. Como siempre a Thomas lo veo solo en las comidas, a menos que me lo cruce en un pasillo por error, en donde el me ignora sin preámbulos. Llegando a mi destino unas leves carcajadas y murmullos llaman mi atención, me asomo levemente por el ventanal de la cocina que da al patio y los veo una vez más a lo lejos. Maximiliano y Emily se encuentran observando el paisaje mientras él la abraza por detrás y besa su cabeza, ese par cada vez son más cercanos y por más que este feliz por mi amiga no puedo evitar sentirme desplazada, cada vez es mayor el tiempo que Max pasa con ella y por ende menor el que ella pasa conmigo.

- Mi niña, ¿vino por el té? - Nana Nora como la empecé a llamar a pedido de ella, interrumpe mis pensamientos. En este último tiempo es quien más me acompaña y aun así tampoco es mucho tiempo el que compartimos, pues a diferencia de mi ella si tiene una vida por vivir.

- En realidad.... – observo una última vez a la pareja y volteo hacia ella – hoy no tengo ganas – y sin más explicaciones salgo de allí. Pensé que en casa no podía estar más sola de lo que estaba, que tonta fui, siempre se puede estar peor y recién ahora me doy cuenta. No puedo evitar las lágrimas que recorren mi piel, extraño mi vida, extraño a papa, extraño a Nana, y hasta mis estudios. De un momento a otro estoy llorando desde el suelo

- Deberías fijarte por donde vas, ¿cuantas veces debo decirte que prestes atención? – nuevamente esas palabras duras, ese resentimiento a mi persona que no entiendo – siempre lo mismo contigo – me levanto y ni siquiera lo miro, dejé de pelear con Thomas hace semanas, ya estoy cansada de hacerlo.

- Lo siento – limpie mis lágrimas y salí de allí, escuche que me llamo, pero ni siquiera me gire, solo seguí mi rumbo hasta mi habitación, tome un abrigo y volví a salir. El otoño estaba llegando y las noches son cada vez más frías, camine por el pasillo hasta dar con una pequeña habitación, entre y me dirigí a la escalera que decoraba el espacio, subí por ella y termine en el pequeño balcón más alto que se encuentra en la mansión. Hace unos pocos días encontré este lugar mientras exploraba la casa, desde entonces lo limpie y me dispuse a utilizarlo, todavía no se lo pude mostrar a Emily, como dije anteriormente es casi nulo el tiempo que pasamos juntas, asique aprovecho mi nuevo espacio personal para llorar mis penas, justo como ahora

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Otro día mas en esta casa, hoy ni siquiera me levante a ejercitar, directamente baje a desayunar. Pude compartir este momento con Emily, pero luego Max se la llevo caminar por el bosque, me invitaron a unirme, pero todos sabemos que tres son multitud en una pareja asique decline.

Acabo de terminar otro libro, y ya no quedan más en mi repertorio, voy a tener que pedirle a Thomas que me los provea. Una de las muchachas me comunica que el almuerzo ya está listo asique bajo, mala idea, me hubiese quedado en mi habitación muriéndome de hambre. La pareja feliz no está y Nora tampoco asique solo somos Thomas y yo, en definitiva, solo somos mis pensamientos y yo. Varias veces me prohibió hablarle y a decir verdad estoy cansada de su actitud, yo no le pedí que me retenga aquí, asique si no le gusta que me expulse.

- T-thomas – mierda, porque tengo que tartamudear cada vez que me dirijo a él. – Ya no tengo que leer, termine mi último libro – no lo miro, pero sé que él me observa sin pudor alguno.

- En algunos días recibirás mas – concreto y conciso como siempre y luego de decirlo se levanta y se va. Una vez más me hace perder el poco apetito que tengo asique me levanto y esta vez no me refugio en mi habitación, sino que voy detrás de él. Golpeo esas enormes puertas que son de su despacho y espero.

- Adelante – En cuanto nuestras miradas se encuentran frunce el ceño – ¿Qué haces aquí? Ya te dije que no me gusta que me molesten cuando...- no lo dejo terminar, ya se me de memoria lo que va a decir

- Estoy aburrida – de acuerdo eso sonó más patético de lo que pensaba. Él me mira ahora incrédulo, como si no creyera que tal estupidez salió de mis labios, pero sí, eso acabo de decir.

- ¿Y que quieres? ¿que juegue contigo a las cartas? – la ironía en su voz es tan palpable que hasta un niño se daría cuenta, pero la decido ignorar.

- De hecho, me encantaría – lo tome por sorpresa con mi respuesta lo sé, una leve carcajada se le escapa. Fue algo espontaneo y rápido, luego volvió a su semblante serio.

- Ya basta Niña, vete que tengo trabajo - nuevamente lo ignore y tomo asiento en el sillón frente al suyo. Joder hoy sí que estaba en modo rebelde.

- Entonces puedo ayudarte, soy bastante inteligente – se rio en mi cara, pero aun así no me fui, y seguí resistiendo sus palabras

- Lo dudo, ahora largo – el aburrimiento sí que me estaba carcomiendo porque ni yo misma me reconozco en este momento.

- ¡¡¡Oh vamos!!!, seguro que en algo te puedo ayudar, por lo más mínimo que sea. Tal vez organizando algunos papeles – y vaya que si necesitaba ayuda en ello, este lugar estaba desbordado

- Vete – no daba brazo a torcer el maldito, pero yo hoy estaba decidida a no irme con las manos vacías, es más este simple intercambio de palabras ya era todo un logro para mí, un quiebre en mi rutina, una pequeña compañía que me alejaba de la soledad de esta casa.

- Prometo no hablar – levanto el rostro de los papeles con una ceja hacia arriba en señal de ¨Si, por supuesto¨ - ...mucho...- rio bajo y mientras negaba de un lado al otro y volvió su atención a los papeles. Yo me quede muda. Acabo de hacerlo reír, por dios a cabo de ver su sonrisa y es lo más hermoso que vi en mi vida, me congele, no me esperaba esa reacción. No sé cuánto tiempo mantuve el silencio hasta que él hablo

- Los papeles que están encima del sillón grande – Salí de mi asombro y le presté atención, aunque él seguía sin mirarme. – ordénalos de forma cronológica y luego con una resaltador marca el número de teléfono que dice la carpeta, así como el horario y la fecha – me dolía el rostro, hace tiempo que no sonreía y aun en mi asombro me levante con velocidad y tome los papeles que estaban en el sillón de un cuerpo a un lado de la habitación, me descalce y me senté en el mismo lista para comenzar – ¿qué haces? – lo mire al instante sin comprender – no tienes que hacerlo aquí, hazlo en otro lado – es cierto no necesitaba estar a su lado, pero no quería irme, quería estar aquí y no sé porque, pero como dije hoy estaba revolucionada y nadie me iba a detener. Ni siquiera Thomas.

- Es cierto, pero si tengo dudas voy a tener que venir cada vez que tenga una, además si hago algo mal puede ser demasiado tarde luego para...- puso los ojos en blanco y se resignó.

- Solo no hables – juro que en este momento quiero gritar de la felicidad, pero me contuve, de lo contrario perdería todo lo logrado.

Estiro mis manos hacia arriba, las uno y me retuerzo de izquierda a derecha para borrar la leve contractura que tengo, levanto mi mirada y me quedo embobada mirándolo. Su cabello azabache se encuentra despeinado y lo hace ver más joven, sus brazos cruzados en su pecho exhiben aún más su musculatura y aunque siempre tiene una imagen de gruñón, ahora dormido lo único que puede generar es ternura. No sé en qué momento se rindió al cansancio, pero por su leve respirar supongo que hace rato ya. Me pongo de pie, dejo mi tarea realizada sobre el mismo sillón donde la encontré y me acerco a él. En mi camino tomo la manta que encuentro y lo abrigo. De cerca sus facciones son aún más fascinantes y sus labios más carnosos, se ve tan inocente que no lo puedo evitar, deposito un beso en su frente y salgo de allí con mi corazón en la mano.

Jaque Mate : Que comience el juegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora