Capitulo 5

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Otra semana más, y por suerte Thomas sigue aceptando mi colaboración. No es mucho lo que hago, pero me ayuda a desconectar un rato y para mi suerte los comentarios hirientes desaparecieron. Estamos nuevamente en el despacho cuando Nana Nora nos trae un poco de té y postre, hace unos días descubrió que soy la nueva asistente de su niño y desde entonces nos obliga a tener la hora del té aquí, juntos. Aprendí algo muy importante acerca de Thomas en este tiempo, puede ser frio y serio, pero nunca le dirá que no a la mujer que lo crio toda su vida.

- Aquí le dejo una porción de tarta mi niño – cada vez que lo atiende lo mira con un brillo en sus ojos que me recuerda a cuando papa me miraba a mí.

- Sabes bien que no como cosas dulces –

- Haces bien, los nutricionistas dicen que desde los treinta y cinco la gente debe bajar considerablemente su nivel de azúcar, será mejor que yo me coma esa porción – ¿ya les dije que hasta he empezado a bromear a su alrededor?, pues así es. Nana ríe por lo bajo ante mi dicho, pero aleja el postre de mis manos, Thomas me observa algo molesto.

- Yo ni siquiera tengo treinta – usa un tono de indignación, como si lo ofendiese esa edad. Sé que es menor, pero lo dije a propósito. Ni siquiera Nana me ha dicho su edad y me muero por saber.

- Veintiocho; treinta es casi lo mismo – suelta un golpe de puño en el escritorio y clava su mirada en mí, está aún más cabreado que antes.

- Tengo veintidós, y si hay una gran diferencia – una sonrisa triunfante se dibuja en mi rostro y entonces cuando se percata de su error cierra los ojos frustrados – ¡Mierda! - oh si querido, punto para mi

- Wow, es decir que solo nos llevamos cuatro años, ¿quién lo diría? – prefiero no aportar más para no sacarlo de sus casillas y que termine echándome, pero Nana si lo hace.

- De hecho, son cinco. Dentro de justo un mes mi niño cumple años – me toma de sorpresa lo dicho y mi mirada pasa de uno a otro. Nana también acaba de cometer un error al decirlo, lo sé porque Thomas le regala una fea mirada y ella sin más sale despavorida. Por mi parte me guardo cualquier comentario para no despertar al tigre y solo me digno a tomar mi té de rosas y comer mi porción de tarta de frutas. Joder esta mujer cocina como los dioses, pero solo me da una porción con la excusa de que el exceso me quitara el hambre para la cena. Suspiro frente a la insatisfacción que siento y mi mirada viaja hacia adelante. Donde Thomas ya tomo su infusión y sigue escribiendo en su computadora, mientras que su porción sigue intacta y majestuosa, justo como Nana Nora la dejo hace quince minutos, me relamo mientras imagino nuevamente ese sabor dulce en mis labios.

- Eres un caso perdido – no entiendo sus palabras hasta que veo como toma el plato y me lo ofrece – más te vale que no se entere o te arrepentirás – y sin más me limito a disfrutar el manjar que mi nuevo compañero de crimen me acaba de regalar.

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No tengo casi ni apetito, claramente no debí comerme la porción de Thomas, pero no lo pude evitar, así como no puedo evitar tener que obligarme a comer un poco más o Nora se dará cuenta y Thomas me matara. Lo sé porque su mirada viaja de mi hacia mi plato y no se lo ve muy feliz.

- ¿Cómo está la carne? ¿es de su agrado mi niña? Es que provee una receta nueva – Nana Nora está sentada a mi lado, la ilusión en su voz es una patada en mi corazón y un generador de un nuevo bocado obligatorio –

- Claro que si Nana, cocinas como los dioses – mi respuesta la deja contenta y sigue comiendo, observo a Thomas que solo asiente en aprobación, una leve y momentánea sonrisa se le dibuja en el rostro cuando observa a Nana y sigue comiendo. Yo sabía que este tipo no podía ser tan malo y sé que aún hay más detrás de esa frialdad superficial. Los murmullos de la pareja feliz me desconciertan. En cuanto atrapo a mi amiga mirándome desvía su atención a la comida, ¿Qué está pasando? ¿desde cuándo Ems evita siquiera mirarme?

- ¿Sucede algo? – mi voz sale con precaución. Sé que algo me oculta cuando la veo tensare a mi pregunta, Max a su lado le murmura unas pocas palabras y veo como acaricia su rodilla en señal de apoyo, en ese momento mis alarmas se encienden y empiezo a preocuparme.

- B-Bueno – ¡hay no!!, empezó tartamudeando, es peor de lo que pensé – veras es que Max tiene que salir de viaje mañana temprano – esto no me gusta nada, todos dejaron de comer y solo me prestan atención a mí. Es una mala señal, quiere decir que todos lo saben menos yo – y pues bueno no sabe por cuánto tiempo será, pueden ser unos días o más, - ni siquiera me mira, solo juega con la comida que está en su plato. Recién ahora me doy cuenta de que no probo ni bocado – el me invito y yo pensé que sería imposible por eso no le tome importancia – un momento. Esto no es reciente, no es de un día para otro, lo sabía hace tiempo y ¿recién ahora me lo dice? – pero él me asegura de que no corro peligro porque no están detrás de mí – claro que no, solo me buscan a mí – además él me aseguro que va a impedir que nada malo me pase y .... – Basta ya no lo resisto más.

- Emilia – al instante clava sus ojos marrones en mí, pocas veces por decir casi nunca la llamo por su nombre real – dime de una vez lo que me quieres decir – ni yo misma reconozco el tono frio y distante con el que estoy hablando

Ella parece buscar apoyo en los demás, pero todos saben que es algo que no les incumbe asique nadie se interpone y ella prosigue – Max y yo saldremos mañana temprano del país por un tiempo, lo más probable es que solo tardemos... - el chirrido de mi silla la interrumpe –

- Buen provecho – sin decir nada más me retiro. Emilia me llama, pero me niego a escucharla, en cuanto me encierro en mi habitación lloro. Escucho sus golpes al otro lado de la puerta y sus pedidos de hablar, pero no respondo, Max se la lleva y nuevamente quedo en silencio. No tengo a papa, tampoco a Nana, a mi vida pasada y ahora tampoco a Emily. Es cierto no van tras de ella, es a mí a quien quieren, yo soy la única que no puede salir. Y a partir de ahora me toca vivir el encierro sin la única familia que me quedaba. Siempre se puede estar peor, cuanta verdad.

Jaque Mate : Que comience el juegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora