Eso es lo que más duele... no saber desde cuándo me mentía. No saber desde cuándo dejé de ser su prioridad y me convertí en un simple cero a la izquierda. Puse mis manos en el fuego por amor y salí quemada...
«A mí no me importa la sangre; solo me encanta verla correr». Desperté al escuchar la voz de ese hombre. Solo fue un sueño, no ha sido nada más. Suspiré aliviada al encontrarme en la cama con Aníbal. No sé por cuánto tiempo pueda soportar esta incertidumbre. Quiero que todo acabe.
Intenté levantarlo, pero estaba tan agotado que se quedó enredado entre las sábanas. Muero de hambre. En otras circunstancias no iba a atreverme a salir de la habitación y caminar por la casa. Luego de asearme, bajé las escaleras y vi a lo lejos a mi suegra en la antesala. No iba a interrumpirla, pues estaba en plena llamada, por lo que solo me limité a caminar al comedor, donde me encontré con ese hombre. Dereck es el hermano de Aníbal. Él me ha advertido que no me involucre con él, que trate de huirle como el diablo a la cruz, pero es casi imposible no toparme con él o con cualquiera en la casa. Es la persona a quien menos imaginé toparme tan temprano en la mañana. Ese hombre me pone la piel chinita. Esos ojos que recorren mi cuerpo apresuradamente son los mismos que soñé hace dos noches y me ponen doblemente nerviosa. Fue incómodo que estuviera acompañado de una mujer en su regazo en pleno desayuno.
—Buenos días. ¿Qué haces despierta tan temprano, cuñadita?
Un escalofrío se situó en el centro de mi espalda.
—Buenos días. Yo... ya me iba.
Creo que lo mejor es esperar a que Aníbal venga conmigo.
—¿A dónde? ¿No vas a desayunar? Cualquiera pensaría que estás huyendo, calabacín.
¿Qué ha dicho? Fruncí el ceño al escuchar su sobrenombre y él pareció notar mi disgusto, porque en sus labios se dibujó una maldita y burlesca sonrisa.
—Toma asiento — pareció más una orden que cualquier otra cosa.
Entre protestas mentales e insultos, decidí hacerle caso y tomar asiento. La empleada me sirvió el desayuno y, aunque quería devorar el plato en segundos, la incomodidad no me lo permitía. Fue impactante para mí su repentina y descarada acción de bajarle el escote a esa mujer, dejando sus senos descubiertos y pegándose a ella como si de un bebé se tratara. Tragué grueso, mirando directamente el plato. No le importó que estuviera ahí para hacer algo así.
—Nada mejor que tomar leche del envase.
Estaba a punto de meter mi cara de lleno en el plato. Esto es muy vergonzoso. Debí quedarme en la habitación. En esta casa todos son unos locos.
—¿Cómo te trata mi hermano?
—Bien— respondí, aún cabizbaja.
—Ese vago bueno para nada, no creo que te ofrezca mucho.
—¿Qué ha dicho? — levanté la mirada.
—A esta hora debía estar enrollado entre las sábanas y desayunándose a su mujer— sonrió malicioso—. Disculpa a mi hermano, calabacín. Te aseguro que entre los tres hermanos, es el único que salió flojo y estúpido. Creo que se golpeó la cabeza cuando nació.
—Te reto a que lo repitas... — Aníbal se apareció molesto, y suspiré aliviada al verlo.
—Eres el único flojo y estúpido de los tres. Si quieres que tú relación funcione, deberías esforzarte y, de paso, pedirme consejos para dejar de ser tan inútil — se lo dijo sin paños tibios.
Las cosas se estaban saliendo de control. No puedo creer que haya sido capaz de decirle todo eso a Aníbal.
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Promesa mortal I •Tetralogía mortal• [✓]
RomanceZaira es una mujer fuerte y decidida que lleva una vida normal junto a Aníbal, su pareja. La normalidad de su vida es interrumpida cuando de repente comienza a experimentar emociones que nunca había sentido hacia Dereck, su cuñado. Dereck es un ser...