Intoxicante

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—¿En qué momento sucedió? ¿Cómo es posible?

—Silencio — iba a besarlo, pero su mano tapó mi boca. 

—Entra en razón, Zaira. Esta no eres tú. No pienso ponerte un dedo encima sabiendo que lo que te está sucediendo es por mi culpa — me quitó de encima de él y se levantó—. Me estás transmitiendo tu calor y me estás nublando los pensamientos. No sé cómo pasó esto, pero lo mejor será dejar las cosas hasta aquí.

—Eres tú quien está desprendiendo ese olor tan fuerte.

—¿Qué olor? Ese supuesto olor está en tu mente.

—No es cierto.

—Dios mío, ¿cómo pasó esto? — dio vuelta de un lado para otro—. He besado a muchas mujeres, y ninguna se ha contagiado con esto— se quedó en silencio unos instantes y luego me miró—. La herida...

Ladee la cabeza, observando fijamente su torso.

—Déjame ver tu herida — se acercó y, mientras examinaba mi herida, con la otra mano acaricié su pecho—. ¿Has tomado antibióticos? ¿Podría ser que está infectada tu herida? No se ve infectada. Tal vez la infección es por dentro. No, es que no puede ser— hizo silencio unos segundos y me miró sorprendido—. Mi saliva… ¿Podría ser que de esa manera fue que te expuse a esto? Eso fue lo que hice ese día. Mi saliva entró en tu sistema a través de esa herida. ¡Maldita sea! ¿Qué se supone que haga? — fue a la cocina sin decir nada más.

Escuché que estaba rebuscando cosas, estaba siendo muy ruidoso y por eso me levanté, pero la pesadez que tenía me hizo caer de nuevo sentada. Escuché el quejido de Dereck y, aunque quería ir hacia él, no tenía fuerzas para hacerlo. ¿Qué le sucede? ¿Le pasó algo malo?

Volví a intentar levantarme por segunda vez, usando de apoyo la mesa del centro y, mientras me levantaba, alcancé a ver a Dereck con un pequeño frasco de medicina. La manga de su camisa la tenía subida hasta el codo y en su antebrazo se veía una lágrima de sangre. El olor metálico de la sangre mezclado al de su aroma fue intoxicante al nivel de provocarme una fuerte taquicardia.

—Quiero hacer una prueba contigo. Si esto me funciona a mí, puede que a ti te funcione. Sé que tal vez te parezca impactante y grotesco, pero necesitaré que…

Le arrebaté el frasco de la mano y me lo tomé de golpe, en el intento de apaciguar esas palpitaciones. Mi yo interno estaba retorciéndose por lo que hice, pero mi paladar parecía degustar esa sangre como si de un manjar se tratase.

—¿Qué sientes? ¿Es suficiente?

Estaba en un trance donde reinaba la paz, en una especie de viaje astral. Mi visión se estaba tornando borrosa, poco a poco se fue oscureciendo hasta que mis párpados se volvieron pesados y me sentí en la obligación de cerrar los ojos.

—Soy un idiota. Sin querer te he condenado al mismo infierno que yo. Perdóname, Zaira. Lo mejor será mantener mi distancia, y así puedas seguir con la vida que llevabas con mi hermano. No debí meterme en medio de ustedes.

Promesa mortal I •Tetralogía mortal• [✓] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora