«Ahora entiendo tu miedo. ¿Qué se siente perder la única esperanza que te quedaba para tener una vida normal?». Las palabras de Aníbal se cruzaron por mi cabeza. ¿A sí que a eso se refería? Debe ser muy triste y difícil pasar por una situación así.
—De esto era lo que hablaban Aníbal y tú días atrás, ¿verdad? ¿Por eso me advirtió tantas veces que no me acercara a ti?
—Estoy seguro de que él de alguna manera está involucrado en esto. No quiero creer que tú también lo estás.
—¿Involucrada en qué?
—¿Crees que es coincidencia? Yo no veo esto como una coincidencia. Si él te trajo a la casa fue para darme por la cabeza a mí. Él sabía que me gustaba tu hermana y como tú eres idéntica, estaba tratando de torturarme. Él siempre ha sido así; envidioso, siempre quiere tener todo lo que yo tengo. No dudo que también le haya hecho esto a mi padre para que tuviera que quedarme así toda la vida.
—No hables así de Aníbal. Él sería incapaz de hacer algo así.
—Que el amor no te ciegue, cuñada. Más que nadie conozco a mi hermano. Sé lo maldito que puede llegar a ser. Él siempre me ha cargado muchos celos. Todas las novias que tuve, él también las quería. Incluso le guardaba rencor a mi papá por ser como era conmigo. No dudo que también haya sido él quien filtró esa información a esa gente.
—¿Qué información?
—Eso tendría sentido. De hecho, eso explicaría muchas cosas.
—¿De qué hablas?
—¿Dónde conociste a mi hermano? ¿Él sabe que tienes una hermana gemela?
—En un grupo de Facebook. Y no, no lo sabe. Nunca hemos hablado de ella.
—¿Por qué te trajo a la casa?
—Porque no quería apartarse de mí y, de paso, porque quería cuidar a su papá.
—¿Cuidarlo? ¿Eso te dijo? Él nunca ha cuidado de mi padre, para eso hay enfermeras en la casa. Además, ¿qué ayuda le iba a brindar a alguien que tenía muerte cerebral y estaba postrado en la cama? Aparte de eso, desde que cayó en coma, muy pocas veces fue a visitarlo a su habitación. Si no tienes nada que ver en esto, eso es un alivio, pero no te dejes engañar por mi hermano.
Hubo un incómodo silencio y, mientras trataba de procesar todo lo que me dijo, volvió a hablar.
—¿Te duele mucho?
—Sí. Me duele demasiado.
—Verdaderamente siento mucho lo que pasó.
—No te preocupes. Ya entendí que no lo hiciste a propósito.
—Aun así, te lastimé.
—No te preocupes. En unos días estaré bien. Aprecio mucho que me hayas contado esto. No debe ser fácil lo que estás viviendo. Espero puedas encontrar una forma de curarte y volver a tener la misma vida normal que tenías.
—Gracias — caminó hacia la puerta y lo seguí—. Cuídate mucho y desinfecta bien esa herida. Si necesitas algo, no dudes en llamarme— me dio una pequeña tarjeta con su número anotado y se fue sin decir nada más.
No parecía en nada al hombre que había visto antes. En su tono de voz parecía que podía quebrarse en cualquier momento. Todo lo que me dijo se me hace difícil procesarlo, especialmente por ese miedo que me agobió en aquel momento. Lo más extraño es que luego de haberme aclarado y explicado las cosas, me siento un poco mejor. Lo mejor será que no vuelva a acercarme más a él.
Durante dos días estuve sintiéndome muy mal. Mareos constantes, náuseas y vómitos. Fui a la farmacia con miedo a que se tratara sobre a lo que más le he estado huyendo; un embarazo. Aníbal y yo nos hemos estado protegiendo, ninguno de los dos estamos interesados en tener un bebé. Llevamos muy poco de casados y quisiéramos vivir una vida tranquila y sin responsabilidades. Llevo retraso en mis días y eso es lo más que me inquieta.
Compré varias pruebas de embarazo y las traje a mi casa. Para mí sorpresa, me topé con Aníbal según regresé y quedé frizada. Metí la bolsa apresuradamente dentro de mi bolso, ocultándole las pruebas. Este es el peor momento. Sabía que llegaría hoy, pero no a esta hora. Me estuvo extraño que no tuviera las maletas con él. Se abalanzó sobre mí tan pronto me vio y me abrazó tan fuerte que casi me hace caer.
—Te extrañé tanto, mi amor.
—Y yo a ti, cielo. ¿Y tus maletas?
—Es una larga historia. Me quedaré unos días más en la casa. Todavía hay varias cosas que tengo que hacer.
No quise indagar nada sobre lo que comentó Dereck. Estaría delatándome. Lo mejor será no darle más cráneo a esto. Su mirada se fijó en la curita que llevaba en mi dedo y tomó mi mano.
—¿Qué te pasó? ¿Te quemaste?
—Sí. Ya sabes lo torpe que soy para cocinar, pero no es importante, mi amor. ¿Tienes hambre?
—Sí.
—Qué bien. Entonces voy a preparar la cena.
—Tu eres la cena— sus manos rodearon mi cintura y quedé firme—. ¿Qué tienes, mi amor? ¿Por qué tan tensa?
Las náuseas regresaron y, aunque traté de ocultarlo, no pude soportarlo por más tiempo y salí corriendo al baño. Aníbal vino detrás de mí y se detuvo en el umbral de la puerta.
—¿Qué te sucede, cielo? ¿Estás bien?
—Creo que el almuerzo me cayó muy mal, mi amor. Lamento que me tengas que ver de esta manera. ¿Puedes darme un poco de privacidad, por favor?
Me dejó a solas y aproveché la oportunidad para hacerme las pruebas. Las tres dieron negativo y suspiré aliviada. Tal vez es un resfriado. Ya se me pasará. Estaba tratando de darme a mí misma ánimos y fuerza, a pesar de lo mal que me sentía.
Regresé con Aníbal y pasé parte de la tarde con él. Ni siquiera pudimos tener intimidad, porque me estaba sintiendo muy mal. Cada vez que se me acercaba, esas náuseas se hacían presentes. Si sigo como estoy, creo que terminaré visitando la sala de emergencia. Aníbal se fue cuando apenas estaba cayendo la noche y decidí darme un baño con agua caliente a ver si eso me ayudaba con el corrimiento. Luego de bañarme, mientras me vestía, tocaron el timbre de la puerta y fui a abrir. Al ver a Dereck, suspiré grueso. No está bien que siga viniendo a mi casa. Aníbal puede encontrarlo aquí y se va a armar.
—No deberías estar aquí.
—Lo sé. Estaba luchando por no volver, pero quería saber cómo estabas. Te traje estas cremas y píldoras para el dolor. No vine antes porque vi a mi hermano salir de la casa.
—No está bien que visites la casa de una mujer a esta hora. Esto se puede malinterpretar. No quiero que mi relación se vea afectada por esto.
—Ya lo sé. Esta será la última vez que me veas. Solo acepta esto, ¿sí?
Últimamente he estado sensible a los olores fuertes debido a las náuseas y vómitos, pero ese aroma que percibí en mis fosas nasales fue sumamente agradable y atrayente; diría que demasiado. Jamás pensé que me atrevería a acercarme tanto a él, con la curiosidad y ganas de oler ese fresco aroma que emanaba de su piel. Era un perfume enigmático, exquisito, como una especie de afrodisíaco. Mi cuerpo lo percibía de esa manera, pues hasta mi piel por dentro se calentó.
—Hueles muy rico — olfatee su cuello en busca de más.
Aunque por dentro estaba patidifusa con esas ansias que sentía por dentro, no podía controlar ese impulso de deleitarme con su perfume. Las náuseas y el malestar desaparecieron como por arte de magia. No sentía nauseas de ese olor, al contrario, solo curiosidad e intriga de saber cómo puede oler tan bien.
—¿Qué?
—Jamás había olfateado un aroma tan varonil y excitante, cuñado.
![](https://img.wattpad.com/cover/284240156-288-k239377.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Promesa mortal I •Tetralogía mortal• [✓]
RomanceZaira es una mujer fuerte y decidida que lleva una vida normal junto a Aníbal, su pareja. La normalidad de su vida es interrumpida cuando de repente comienza a experimentar emociones que nunca había sentido hacia Dereck, su cuñado. Dereck es un ser...