Zaira
Decidimos regresar a Estados Unidos. El viaje me sirvió para poder calmarme un poco, aunque la verdad es que, sin la ayuda y apoyo de Dereck, no hubiera podido salir de esa crisis en la que me he encontraba. El estrés, la ansiedad y la inquietud no son buenos amigos.
Estoy consciente de que no debí explotar así con mi hermana, porque sé que ella no sabe lo que está sucediendo, pero es que todo me cayó encima. Una disculpa no cambiará todo lo que le dije, pero me tranquiliza saber que pronto lo entenderá todo. Le pedí a mi suegro que hable con ella. Quiero que sea él quien le explique, pues quién mejor que él que conoce todo lo que nos está ocurriendo. Él podrá calmarla y ayudarla. Aunque ahora mismo las cosas entre ella y yo estén tan mal, ella sigue siendo mi hermana, la amo y me preocupa lo que le pase. Pero debo mantener a mi hijo lejos de ella. Es la única forma de protegerlos a los dos. Por supuesto que pienso sentarme a hablar con mi hijo sobre esto también, pero debo encontrar el momento adecuado para hacerlo.
Nuestro hijo se disculpó con nosotros por el camino, fue algo que no esperábamos, pero nos reconfortó, pues él mismo se dio cuenta y admitió su error.
Me duele haber tenido que regresar sin haber compartido con mis padres. Los planes nos salieron al revés, pero sé que habrá una mejor ocasión. Tal vez no nos convenía decirle nada por el momento.
Nuestro hijo se encerró en su habitación tan pronto llegó. Debía estar lleno, pues comimos antes de llegar a la casa. Es muy independiente, por la hora que es, estoy segura de que irá a bañarse y acostarse. No veo el momento de tocar la cama. Aunque no me siento cansada, quisiera bajar la tensión en los brazos y calor de Dereck.
Nos bañamos juntos y nos tiramos en la cama sin pensarlo dos veces. Me arrimé a su pecho para recostar mi cabeza.
—Ha sido un pésimo día. No sé qué sería de mí si no te tengo. Creo que ya me hubiera vuelto loca.
—Estamos juntos en esto, princesa. Te lo he dicho miles de veces, jamás te dejaré sola. Te prometo que todo esto se va a solucionar. Vamos a salir adelante con nuestro hijo, y nos vamos a casar. Digo, porque aún no te has arrepentido, ¿verdad?
—¿Arrepentirme? — levanté la mirada—. Eso jamás.
—¿Por qué no olvidamos el desastroso día que tuvimos y cerramos con broche de oro? — tumbó mi cuerpo a un lado, subiéndose sin dudar sobre mí—. No sabes cómo deseaba que llegara la noche para tenerte así — sus labios se fundieron con los míos, provocando una electricidad vagar por todo mi cuerpo.
—Yo también, mi amor — acaricié su mejilla, sintiendo que con solo ver su sonrisa, toda preocupación y todas las cargas se desvanecieron por completo.
Sus labios recorrieron apresuradamente mi cuello, paseándose por mi clavícula y descendiendo por el valle de mis senos. Sus labios y lengua son dos de mis tantas debilidades. La manera en que juega conmigo, sin descuidar ninguna zona y sin prisa, es estremecedor.
Desnudó mi cuerpo, y me vistió con las caricias de sus labios y la atención de su lengua. Mis piernas fueron atendidas por él, poco a poco fue desviándose de la ruta, hasta fundirse de lleno en ese lugar que con tantas ansias esperaba ser devorado.
De mi garganta se escapaban los gemidos, por esos movimientos intermitentes que hacía en mi clítoris. Su lengua conoce a la perfección el área a explorar. Siempre tan curiosa, intensa y exquisita; me debilita fácilmente. Lamía, chupaba y succionaba mis labios, acaparando cada fluido provocado por él. Su lengua rígida se adentró a mi interior, asegurándose de tomar todo mi jugo hasta la última gota. La manera en que me saborea con tanto gusto y me come con tanto deseo, pone todo mi cuerpo a vibrar.
Oía claramente su lengua al moverse y su boca succionar mi clítoris suavemente. Ese calor se concentró en esa zona, provocando palpitaciones constantes y desatando que perdiera por completo la batalla. Entrelacé mis uñas en su cabello al momento de sentir la presión de ese orgasmo precipitarse. Silencié ese último gemido en mi otra mano, por temor a que nuestro hijo nos escuchara.
Mientras luchaba por normalizar mi respiración agitada y los jadeos, Dereck buscó el preservativo y se lo puso. No podía esperar más para ser tomada. Mi interior lo recibió justo como a él le gusta sentirme; palpitante y muy húmeda. Cada vez que lo hacemos, tiende a sentirse mejor que la anterior. Nuestros cuerpos son tan compatibles. Esa electricidad que corre por mi cuerpo cada vez que arremete contra mí de esa forma tan brusca y con precisión, es algo fuera de este mundo.
Flexionó mis piernas, retomando sus embestidas instantáneamente. Esos choques internos y profundos me hacen ver estrellas. Él sabe cuándo, dónde y cómo moverlo, disfruta acaparando todo a su paso, haciéndome temblar y alucinar con su tamaño y movimientos circulares.
Ver su expresión, la forma en que muerde sus labios hasta sangrar por lo excitado que se siente, lo es todo para mí. No me canso de contemplar su belleza, de deleitarme con su olor y su sabor.
Me vi tentada por probar la exquisitez de sus labios; esa mezcla tan dulce, perfecta, y adictiva. Me encaramé a su cuello y plasmé un apasionado beso en sus labios. Sus continuas embestidas, en ese momento en que sus labios se fundieron con los míos, fue el detonante a que mi interior lo apresara y mi labio inferior se viera pinchado por sus colmillos. ¿Cómo es posible amar tanto a una persona y enamorarse más de cada cosa que haga?
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Promesa mortal I •Tetralogía mortal• [✓]
RomanceZaira es una mujer fuerte y decidida que lleva una vida normal junto a Aníbal, su pareja. La normalidad de su vida es interrumpida cuando de repente comienza a experimentar emociones que nunca había sentido hacia Dereck, su cuñado. Dereck es un ser...