—¿Zaira? — preguntó incrédulo.
—Sí. Creo que debo tener unas fotos con ella cuando éramos más jóvenes. No tengo recientes porque hace mucho tiempo que no la veo. Permíteme...
Se apartó, aun mirándome incrédulo. Dejé la llamada de Aníbal en línea mientras buscaba en la galería y le mostré solo dos, pues fueron las únicas que encontré.
—Maya nunca me habló sobre eso — se veía bastante incómodo—. Esto explica muchas cosas — murmuró.
—¿Qué cosas?
—Nada. Supongo que esta vez me toca disculparme. Siento mucho haberla confundido.
—¿Y el atrevimiento y vulgaridad qué?
—De eso no me arrepiento — dijo descaradamente, con una forzosa sonrisa.
—Sí que es insoportable, señor.
—No me llames más señor. Llámame Dereck, calabacín.
Cuando creí que iba a callarle la boca y que dejaría de comportarse de esta manera tan despectiva, me equivoqué.
—Linda noche, mamá cerdita— se alejó hacia la puerta y lo detuve.
—Espera un momento, pedazo de idiota. ¿Crees que te dejaré ir, así como así, y más luego de haberme llamado de esa forma? Hay cosas que quiero saber. ¿Cómo conociste a mi hermana? ¿Qué tenías con ella? Obviamente no era una amistad, sino no te hubieras abalanzado sobre mí de esa manera.
—Te contaré todo lo que quieras, pero si me invitas a una cerveza.
—Su descaro no tiene límites.
—Pobre de mí hermano. Debe estar jalándose el ganso solo.
Recordé que Aníbal aún estaba en línea, y me llevé el celular a la oreja.
—¿Mi amor?
Oí sus ronquidos al otro lado de la línea y suspiré aliviada. No puedo creerlo. Se durmió. Así de agotado debe de estar. Coloqué el celular al lado de mi almohada y dejé la llamada en mute.
—Iré por la dichosa cerveza, pero no te atrevas a moverte de aquí. No tengo el mismo dinero que tienes tú, así que te traeré la más barata. Cómo no especificaste, ahora no tienes derecho de hacer un berrinche.
En sus labios se ensanchó una sonrisa y suspiré.
—¿Te espero aquí? — señaló la cama y negué como con la cabeza.
—Te quiero en la sala.
Me cambié de ropa en el baño y luego salí a la tienda más cercana. Tomé unas Coors light, era el paquete de seis más barato que encontré, pues no las estaban vendiendo por separado y no iba a ir a otra tienda. Esto es ridículo. Tener que comprarle algo a ese hombre tan vulgar e indecente. Regresé a la casa y puse el paquete sobre la mesa del comedor.
—Cualquiera diría que quieres hacerme quedar mucho tiempo.
—Pues no se ilusione. Por lo visto, le gusta ser inoportuno y fastidioso. Están frías, así que tómeselas lo más rápido posible.
—Acompáñame a una.
—No pienso tomar con un hombre como usted. Es inapropiado.
—¿Tu resistencia al alcohol es tan débil, o será más bien que tú mente se está haciendo ideas erróneas? Puedes tomar tranquila, no pienso aprovecharme de ti.
—¿Y no lo ha hecho lo suficiente hasta ahora?
—Créeme que no has conocido nada. Toma, cuñis — me extendió una lata y la tomé solo por salir del paso y que ese idiota no siguiera diciendo estupideces.
Nos sentamos en la mesa del comedor, me sentía más tranquila manteniéndolo a raya. Me pone muy nerviosa su mirada.
—Ahora hable. ¿Dónde conoció a mi hermana?
—La conocí en uno de los laboratorios de mi padre. Precisamente el que estaba ubicado en tu país natal. Ella trabajó para él durante aproximadamente un año.
—¿Un laboratorio?
—Así es. Mi papá era científico, por lo que su trabajo le consumía parte de su vida, así que como su hijo, me encargaba de ayudarle a dar una que otra ronda cada dos meses al laboratorio. Tu hermana apenas estaba comenzando cuando la conocí. Era muy torpe, pero decidida. Recuerdo la primera vez que la vi, la muy descuida dejó una increíble impresión. Siempre caminaba con la cabeza en alto, a pesar de que nunca ha dominado bien los tacones altos. Uno de los tantos días que se resbaló, su cabeza cayó dentro de la basura y todo su cabello estaba repleto de desperdicios. De eso aprendió, porque desde ese día comenzó a amarrar su cabello con el mismo moño que lo haces tú.
—¿Ustedes fueron pareja?
—Amigos con beneficios, más bien.
—Ah, ya entiendo — desvié la mirada incómoda—. ¿Y por qué dijiste que la extrañas? ¿Por qué dejaste de verte con ella?
Se me quedó viendo unos segundos y le dio un trago a la cerveza.
—Hubo un accidente y mi padre cerró el laboratorio. Desde ese día no nos volvimos a ver.
—No lo entiendo. Si tenían esa extraña relación, ¿por qué no siguieron en contacto?
—Es complejo.
—Tú estás enamorado de mi hermana, ¿verdad? No fue algo meramente físico como lo haces ver. Hasta los ojos te brillan al hablar de ella.
—Eres muy curiosa.
—Observadora. ¿Por qué no te encuentras con ella? Puedo ayudarte a que la veas. No sé si rehízo su vida con alguien más porque, como te dije, hace mucho tiempo no la veo, pero sé dónde está viviendo.
—No. No es necesario.
—¿No es necesario?
—Es muy tarde. Acuéstate a dormir al lado de tu dulcineo y no te lleves al pecho esta conversación — se levantó de la silla, terminando la cerveza y arrojando la lata en dirección al zafacón.
Lo miré sorprendida al ver que la encestó sin siquiera mirar.
—¿Tiene miedo? ¿Es eso lo que lo frena? — me levanté de la silla, enfrentándolo al instante—. Tan directo y atrevido que es para algunas cosas, pero para otras se comporta como un cobarde.
Su cuerpo me pilló contra la mesa, dejando caer mi lata al suelo por el impacto que eso ocasionó. Su actitud cambió en una fracción de segundo y me volví un ocho al tenerlo tan cerca. Me sentía tan diminuta entre sus fuertes y largos brazos. En ese descuido en el que me fijé en su mirada, noté un color sobrio en el verde de sus ojos, algo que no había visto antes, pero me pareció curioso.
Todo ocurrió tan rápido que, no tuve tiempo de reaccionar o evitar esta vez su beso. Tomó mis labios sin permiso, con el mismo descaro que lo caracteriza y lo que encontré más inquietante de toda la situación, es el hecho de que mis labios le correspondieron. Había cerrado mis ojos instintivamente y los abrí en un momento dado, encontrándome con la realidad de que había tendido mi espalda sobre la mesa y en ese lapso mental ni cuenta me había dado. Nuestros labios no se separaban, sus manos se entrelazaron a las mías y las presionaron contra la mesa tan fuerte que no podía soltarme.
En el momento que se apartó, su respiración parecía a la de un animal salvaje. Su mirada no era la misma, sus ojos verdes habían desaparecido, revelándose un profundo azabache. Sentía que solo con la mirada que me estaba dando, sería capaz de devorarme. Algo no andaba bien, estaba segura de eso, pero las palabras estaban atoradas en mi garganta.
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Promesa mortal I •Tetralogía mortal• [✓]
RomansaZaira es una mujer fuerte y decidida que lleva una vida normal junto a Aníbal, su pareja. La normalidad de su vida es interrumpida cuando de repente comienza a experimentar emociones que nunca había sentido hacia Dereck, su cuñado. Dereck es un ser...