Promesa mortal I •Tetralogía mortal• [✓]

A ti

Mi ropa interior cayó a mis pies dándole luz verde al no tener ningún obstáculo para hacer de las suyas. No puedo creer que no le haya importado ni un poco el hecho de que en este lugar podían vernos. Lo peor de todo es que, cualquiera diría que estaba de acuerdo, pues mi cuerpo estaba reaccionando a él y adaptándose a una posición donde pudiera descargar su molestia. 

En ese estrecho espacio, en medio del pasillo, yo misma me puse de espalda suyo, apoyando mis dos manos contra la puerta del baño e inclinándome para que pudiera arremeter contra mí a su gusto. 

Es una locura las sensaciones tan enigmáticas que produce el roce tan brusco de su pene en mi interior. Tiraba de mi cintura hacia él para esconder cada centímetro dentro de mí y lo volvía a sacar para que lo deseara llenando y rozando mis paredes. Sentía mi entrepierna muy húmeda. 

Su boca hambrienta devoraba mi cuello, mientras sus manos se apoyaban en mi hombro, empujando muy fuerte. Se oía claramente el choque de nuestros cuerpos y sus excitantes gemidos. 

—Que bien te lo comes — gimió. 

Todo mi rostro se calentó al oírlo hablar así. Fue un sentimiento muy extraño el que tuve cuando vi a mi hermana cerca de Dereck hoy, especialmente cuando lo miraba. Si estoy consciente de que ella estuvo primero, ¿por qué me cuesta tanto echarme a un lado? Por unos momentos llegué a ver a mi propia hermana como una rival. No puedo entender qué es lo que me pasa. A este hombre no lo conozco bien, de hecho, no sé nada, aun así, anoche y en este momento siento que mi cuerpo está hecho para él. 

Luego de un rato, sintiendo mis piernas un poco adormecidas, puse mis rodillas en el asiento más cercano, curvando la espalda para que volviera a tomarme. Podía ver el cielo azul y las nubes a través de la ventana. ¿Así se siente estar doblemente en el cielo?

Llevó mis manos a la espalda y tiró de ellas, golpeando exactamente el lugar donde mejor se siente, dónde más sensible me encontraba. Mis gemidos no podía controlarlos un segundo más. Esta turbulencia me está desequilibrando mentalmente. Creía imposible alcanzar un orgasmo, pues nunca había tenido uno durante la penetración con Aníbal, pero con Dereck no es la primera vez que me sucede. 

Dereck me enciende hasta más no poder. Mi interior lo apresaba con tanto furor y deseo, como si no quisiera dejarlo salir. Sus palpitaciones eran más frecuentes y claras. Quería que tocara el cielo de la misma manera que me había dejado experimentar esa fuerte corriente a mí. Por eso estaba moviéndome por mi cuenta, adentrando y sacando su pene con rapidez, succionando y ajustando intencionalmente, hasta que sentí su calor esparcirse en lo más profundo de mi interior. Sentí un ligero escalofrío al escucharlo gemir mi nombre en ese fulminante momento. 

Salió de mí, dejando sus huellas no solamente en mi entrepierna, sino por el beso que depositó en mi hombro. 

—Es obvio que físicamente son idénticas, pero lo que me llevó a fijarme en ti fueron otras cosas— logró decir entre fatiga—. Físicamente me derrites, creo que te has debido dar cuenta, pero tú forma de ser me sedujo como no tienes idea. Eres una mujer fuerte, intensa, inteligente, madura, también eres muy alegre, observadora, directa y sentimental. 

—En pocas palabras, ¿mi hermana no lo es?

—Lo que pasó entre ella y yo es algo que no puedo cambiar, pero para mí Maya está en el pasado. Estoy intrigado por conocer todo de ti. Las cosas entre los dos han ido muy aceleradas, por la misma situación que estamos enfrentando, pero lo único que tengo claro de todo esto, es que realmente me gustas; tanto que, cuando vi a tu hermana, no sentí absolutamente nada por ella. A quien no podía dejar de mirar era ti.