Monstruo

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—¿Te encuentras bien? 

Él retrocedió, tropezando con todo lo que había detrás. No se veía para nada bien. En otras circunstancias lo hubiera golpeado o hasta le hubiese dicho del mal que se iba a morir luego de lo que me hizo, pero se veía muy mal. Traté de acercarme a él porque se veía bien pálido y sudoroso. No dejaba de jadear y de taparse la boca. 

—¿Qué te sucede? 

—¡Aléjate de mí! ¡No te me acerques! — parpadeó muchas veces seguidas, como si estuviera forzando la vista. 

—Te ves muy mal. Creo que llamaré una ambulancia. 

—¡No! ¡Tengo que irme! — caminó hacia la sala, tropezando hasta con la misma alfombra y la mesa. 

No me sentía bien dejándolo irse en ese estado. Estaba tocando la puerta, como si ni siquiera pudiera encontrar la manija para abrirla. 

—¡No puedes irte así! — le agarré la mano y sentí lo fría que estaba. 

A pesar de estar sudando, su piel estaba helada, como si hubiera estado expuesto a bajas temperaturas, pero la casa estaba caliente. 

—Déjame llevarte al hospital, ¿sí? No estás bien. No es difícil notarlo. No te hagas el difícil. 

Su mandíbula temblaba, pero no sé si era de frío. Su empujón contra la puerta no lo esperaba, pero lo que me asustó mucho más fue el fuerte agarre que le dio a mi muñeca. El calendario que estaba colgando en la pared del lado de la puerta tenía un alfiler de empuje, y la verdad es que lo vi arrancarlo de la pared, pero jamás y nunca iba a imaginar que se atrevería a enterrarlo en mi dedo índice. 

—¡Ay, duele! ¡¿Qué estás haciendo?! —el dolor era inaguantable de por sí, pero lo fue mucho más cuando llevó mi dedo a su boca y succionó la sangre que goteaba de el. 

Él parecía desesperado hace unos instantes, pero poco a poco se comenzó a ver más calmado. Hasta sus labios cogieron color. Pero ¿a qué costo? Mi dedo se sentía como si tuviera un corazón ahí dentro. Mis lágrimas goteaban de mi barbilla del dolor. 

—¿Por qué? — cuestioné atacada en llanto. 

Sus ojos volvieron a ser como antes, pero esta vez su expresión no era la misma que he visto tanto en él, al contrario, aparentaba estar asustado, agobiado y hasta triste. 

—L-lo s-siento — fueron sus últimas palabras, antes de salir apresuradamente de la casa.

Me desmorone detrás de la puerta, mirando la herida de mi dedo. Ya no goteaba sangre, pero me dolía mucho. No podía controlar las lágrimas. 

Dereck

¿Qué demonios hice? 

Todo esto es culpa de esos malditos. Hace años atrás, mi padre estaba investigando y tratando de entender cómo funciona la habilidad de los murciélagos de ver en la oscuridad y conocer a profundidad sobre sus sistema de radar. La investigación partió con el ADN de los murciélagos de prueba. Él estaba trabajando con eso, con la intención de crear algún tipo de aplicación para darle alguna ventaja a los soldados. Estaba compitiendo por un contrato de defensa. De alguna manera la información se filtró y trataron de robar la fórmula. Ese día en el laboratorio, fue la última vez que pude ser una persona normal. En el intento de evitar que esas personas se llevaran la fórmula y proteger lo que tanto le costó a mi padre crear, se destruyó estando en mis manos. Estuve expuesto a esa fórmula y desde ese entonces, todo cambió. Según las pruebas que mi padre me realizó, el ADN de alguna forma se mezcló con el mío. Desde ese día, mis sentidos están propensos a volverse sensibles cuando no consumo ciertas cantidades de sangre al día para saciar esa sed. Mi campo de visión cambia, mis ojos captan todo como si fueran dos sensores infrarrojos. Mi mandíbula se contrae instintivamente, y muchas veces me muerdo a mi mismo. Todos esos síntomas aparecen cuando esa sed tan desesperante me ataca. No puedo controlar el sistema, ni mucho menos calmar esos síntomas hasta que no pueda saciar esa sed. Mi padre quería encerrarme mientras encontraba la cura a esta situación, pero la vida es tan injusta, que me arrebató de las manos no solamente la oportunidad de tener una vida normal, sino también de quitarme a la única persona que me comprendía y que me amaba sobre todas las cosas. 

No quería lastimar a más nadie, y mucho menos a ella, pero no pude controlarlo. Soy un monstruo; un maldito monstruo. 

Promesa mortal I •Tetralogía mortal• [✓] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora