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PARTE III
— Esta bien, tengamos sexo —dice mirandole a la cara. Se puso de pie y camino a la entrada, se recargo en la puerta y le miró desde ahí— Pero solo lo haremos si te vienes arrastrando hasta aquí.
«No está bromeando» concluyó tras verla a los ojos.
Pudo ver el reflejo de la excitación en su mirada, así como cierta perversidad en su sonrisa. Siente su miembro apretado en sus pantalones, la idea de tocarla y probarla no saldría fácilmente de su cabeza, tiene que intentarlo.
Pero resultó más complicado de lo que parecía. Apenas intentó avanzar más de un metro y cayó de costado al suelo, pararse de nuevo es difícil.
— Mierda —murmura.
— ¿Qué se supone que haces? —cuestiona divertida desde la puerta— Si sigues así jamás tendremos sexo.
[...]
Está cansado, sudado y ciertamente humillado. No está seguro de cuánto tiempo ha pasado realmente, pero para él ha sido una eternidad. Ha recorrido la mitad de la distancia que había entre él y la entrada donde se encuentra Vinna, pero la humillación ha sido tal que ya no quisiera continuar. Nuevamente perdió el equilibrio y cayó de costado, como novedad, se golpeó la cabeza con un mueble. Vinna se rió, se burló.
— ¿Te estás divirtiendo? —le cuestiona Jaeger mirándola desde el suelo.
— Bastante de hecho —dijo con una sutil y maliciosa sonrisa en sus labios.
— Si me soltaras podría darte bastante placer, ¿sabes? —menciona juguetonamente.
— ¿De qué hablas? ¿Acaso ya perdiste la motivación? —«No va a soltarme» piensa resignado— ¡Vamos, ya casi llegas! —dice como si le hablara a un perro mientras se palmea los muslos— Tú puedes, pequeñín~
«En que me metí...» se dijo a sí mismo ante el comportamiento de Vinna. Respiró profundo y continuó su molesto recorrido. Ya se había humillado bastante como para darse por vencido ahora, terminaría con esto y obtendría lo que quiere. Pasaron algunos minutos antes de que por fin lograra arrodillarse frente a la pelirroja. Ella le miró dulcemente, se acercó a él y posó uno de sus pies sobre el hombro del varón.
— Vinna —dijo a modo de advertencia al notar sus posibles intenciones—, no lo hagas. Llegue tal y como pedis-
Sin importarle sus palabras lo empujó, Eren cayó de espaldas y rió de cierta manera sarcástica.
