— ¿Te vas a poner filosófico ahora? —cuestiona irritada. Ella detuvo su andar por el sendero y él hizo lo mismo para mirarla algo sorprendido, nunca la había visto así, tan seria— ¿Quieres un motivo? —cuestiona mirándole a los ojos— Existes para estar conmigo. Tu motivo soy yo, ¿eso te sirve?
Eren la mira muy atento.
— Significa que estaremos juntos para siempre, ¿no?
— ¿Eh? —«¿cómo puede preguntar eso tan tranquilo?» piensa ruborizándose sutilmente— Sí... —musita acercando su rostro al del varón— Estaremos juntos, siempre.
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Fui un idiota al tomarme esas palabras de manera literal. Yo simplemente no pude evitar aferrarme a ese momento, quiero a Vinna, y aunque ella no lo hubiera dicho, definitivamente ella es mi motivo, porque ella terminó con mi soledad y me hizo saber lo que es querer. Más que eso, me hizo saber lo que es amar y ser amado, pero yo no sabía cómo cuidar de alguien.
— Oye, Eren —llamó suavemente acostada de lado junto a él, sobre el verde pasto, usando una corona de flores— Tengo curiosidad... ¿Cómo ves el futuro?
— No lo sé, —dice mirando al cielo— simplemente lo veo si lo intento.
— ¿También puedes ver el mío? —Eren le mira de reojo con una expresión demasiado seria— Es broma —dudó. El demonio volvió su vista a las nubes.
— Sí, podría verlo, —afirma con tristeza— pero no quiero.
— ¿Por qué? —cuestionó curiosa. Él hizo una mueca de desagrado y se acostó de lado, quedando cara a cara.
— Sí lo hago... no podré verte sin preocupaciones. No podría dejar de pensar en eso y... tú tampoco. Estarías asustada.
— ... —«El asustado eres tú» piensa sonriendo sutilmente. Ambos se miran a la cara.
— Vinna... —murmura, extendiendo su mano hasta sujetar uno de los mechones de cabello rojo y enredarlo juguetonamente en su dedo.
— ¿Sí? —dice expectante.
— ¿De verdad no me tienes miedo? —musita con tristeza. Vinna frunce el ceño.
— ¿Por qué te preguntas eso después de tanto tiempo?
— A veces creo... qué sigues viniendo a verme porque te da miedo que me moleste si dejas de hacerlo —«¿qué tontería está diciendo?» su ceño se frunció aún más. Extendió una de sus manos hacía él y jaló de la tela de su ropa— y entonces vaya a busc-mh
Vinna cerró sus ojos y el rostro del varón se tiñó de rojo ante la sorpresa. «Ella está...» la mente de Eren da vueltas. Su cuerpo reacciona ante Vinna y ella se separa luego de un largo momento.
