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Fue en una tarde de otoño, las hojas de los árboles danzan lentamente por la acera, el cielo era claro aunque nublado, el viento acariciaba sutilmente mi piel mientras los autos transitaban las calles del centro de la ciudad. Jamás cuestione tus ausencias, ni tus distracciones durante nuestras citas, ni tu claro distanciamiento de mí. No lo hice porque en su momento realmente no me daba cuenta, ¿sabes por qué? porque tu mera compañía ya era lo suficientemente grande para hacerme feliz. Tú me hacías feliz, eras mi amor, eras mi vida; pero la vida está lejos de ser justa.
Recuerdo que dijiste que ella era una amiga, de hecho, la conociste antes que a mí, pero eso no era motivo para entrar en pánico y montarme dramas de inseguridad. Por lo menos así debería de ser. Siempre había un pulsera en tu muñeca izquierda, un regalo de tu preciada amiga, un regalo que no era más que la prueba contundente de tu infidelidad, la mostraste frente a mis ojos con descaro, tomaste mi mano usando aquello como si fuera nada.
Fue en una tarde de otoño cuando la venda cayó de mis ojos. Fue sobre la acera de las calles del centro de la ciudad donde te vi caminando de la mano con ella, usando pulseras a juego. Estaba en shock, quería pensar que no eras tú, pero en dos años de relación es imposible que no sea capas de reconocer tu espalda a la distancia, tu cabello negro y nuca rapada.
¿Por qué lo hiciste?
¿Es por qué no he madurado lo suficiente?
¿O fue por qué yo no tengo un cuerpo como ese?
Tienes treinta años, ¿no eres capaz de decirme que ya no quieres nada conmigo, que no soy lo suficiente para ti? o es que... ¿te divertías engañándome?
Me llevas siete años de experiencia, supongo que me veías como a una niña, ¿no? una mocosa manipulable, pero insisto, ¿por qué hacerlo? dime, ¿Qué ganabas tú con jugar con mis sentimientos sinceros?
Jamás olvidaré la amargura que llenó a mi corazón cuando te vi darle un beso sin imaginar que caminaba a un par de metros detrás de ustedes. Me sentí algo insignificante, sin valor, la tristeza me invadió y no pude hacer nada más que huir. Quise ser fuerte, lo juro, pero las lágrimas desbordaron mis ojos mientras esperaba la llegada del tren. El mundo seguía su curso mientras yo me desmoronaba por dentro. Lloraba en silencio mientras miraba por la ventana, las luces de la ciudad en medio de la noche, tan lindas y brillantes. Creí que moriría en ese instante, dolía tanto... quería gritar y llorar sin contenerme, pero me limité a llorar tratando de ocultarme de la mirada de la gente.
Fue en una tarde de otoño cuando nuestra relación terminó, Levi.
Y tú ni siquiera lo sabias.
Fue en una tarde de otoño cuando me dije que no confiaría de nuevo en un amor. Cuando me di cuenta de las claras pistas de tu infidelidad. Creo que todos lo sabían menos yo, de pronto todo cobró sentido. Me enamoré de una mentira.
¿Fui estúpida por amarte?
Sentí que moriría, maldición, terminar una relación duele, pero ver la infidelidad frente a tus ojos es algo aún peor. Las estaciones seguían quedando atrás en las vías, la luna reinaba en los cielos nocturnos, y el dolor dominaba mi corazón. Pero soy fuerte, ¿sabías? no, claro que no. Aunque doliera, decidí que no había tiempo de morir por ti.
Fue en una noche de otoño, estábamos por llegar a la última estación, la mayoría de las personas ya habían bajado en sus destinos, los vagones eran casi solitarios, y mis lágrimas seguían descendiendo por mis mejillas. Repentinamente sentí que alguien tocó sutilmente mi hombro para llamar mi atención, fue tan inesperado que volteé a mirarlo sin pensarlo dos veces.
Sus ojos esmeraldas me observaron desconcertados mientras me ofrecía un pañuelo. Sí, él notó que yo era un desastre. Con vergüenza lo acepté y lo usé, él me dio la espalda en ese momento, pero no se alejó mucho. No tengo tiempo para morir por ti, pero necesito sacar mis lágrimas para que tú jamás me veas llorar cuando vuelva a verte.
— ¿Estás mejor? —me preguntó cuando llegamos a la última estación. Asentí con la cabeza.
— Sí, gracias... —le contesté suavemente con mis ojos llorosos. Él claramente no me creyó.
— ¿En serio? —insistió.
Negué con la cabeza. Cuando salimos del vagón me pidió amablemente que esperará en la banca de la estación. Estaba sentada mirando el suelo mientras pensaba en qué cosas te diría cuando te viera de nuevo, comenzaba a enojarme y a querer llorar de nuevo; entonces él regresó, recargando suavemente en mi cabeza una botella de agua de la máquina expendedora, sacándome de mi burbuja de dolor.
— Gracias...
Asintió levemente en respuesta y se sentó en el otro extremo de la banca, abrió su botella de agua y antes de beber cuestionó algo con bastante suavidad.
— ¿Ruptura amorosa?
Aquello me tomó por sorpresa, casi me ahogó con el agua, y tardé largos segundos en responder.
—... Infidelidad.
— Una mierda, ¿no? —dijo con una sonrisa torcida— Yo también pase por eso.
Por primera vez le miré con verdadera atención, percatándome que ya lo conocía.
— Disculpa, eres el hijo del doctor Jaeger, ¿no?
Él enarcó ambas cejas, sorprendido de que le conociera.
— Sí, ¿nos conocemos?
— Tu padre es el doctor de mis padres, te vi una vez en la sala de espera del consultorio. Te metiste como si nada a la sala de consulta en cuanto salió el paciente en turno. —explica avergonzada— Mi madre le reclamó a la recepcionista, entonces supimos que eres su hijo.
Él soltó una risa, apenado.
— Perdón por eso. —dijo divertido y se presentó— Mi nombre es Eren.
— Soy Vinna.
Fue en esa misma noche de otoño cuando lo conocí. En ese momento no lo sabía, pero él era el amor de mi vida, el padre de mis hijos y el hombre con el que envejecería hasta el final de mis días.
One—shot inspirado en la canción
『No time to die』de Billie Eilish.
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Decidí publicar algo más sencillo hoy jaja.
Quiero mencionar que estoy publicando una nueva historia de Eren llamada "Girar en el vacío", pueden encontrarla en mi perfil, por si les interesa xd.
Gracias por leer y votar, recuerden hacerlo en todos los capítulos y eso jsjs.
