3 •¿Un café?

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Después de una ardiente semana en este pozo sin salida, puedo alardear de que se el reglamento de memoria, durante el fin de semana y sin la interrupción de mis nuevos amigos, me aprendí las 566 páginas de ese libro.

Más que reglamento, biblia diría yo.

Despejo mis pensamientos, Dylan está junto a mí en las puertas de la cafetería y esperamos impacientes a que la fila avance o nos hagan un poco de lugar. Es increíble lo mucho que se llena esté lugar, bueno... es el único que hay. ¡Tonta de mí!

Se abre un pequeño hueco y llegamos a la barra, el barista... que tiene nombre ahora y según la placa en su remera "Draco" debe ser un apodo. ¿Quién carajos se llama Draco?

—¿Qué quieren?

—Buenos días para ti también Draco —saluda Dylan —mocca latte, cuatro

—¿Tú? —me señala con su birome

—Déjame ver la lista —blanquea sus ojos y se aleja a preparar el desayuno de mi amigo.

—Iré a pedirle dinero a los chicos, ¿sí? —asiento y tomo lugar en unos taburetes, deslizo mis ojos por la cartilla de cartón y se dé ante mano que es una estupidez, porque, al fin y al cabo, pediré un mocca latte.

—Miss Vanth ¿Quiere algo más para llevar? —ese nombre, levanto la vista y noto que está sentada a mi lado.

—No, solo la cuenta —¿Cómo que no la vi? No me hubiera sentado en un principio. La observo de pies a cabeza, lleva un traje gris y su cabello está amarrado en una coleta alta. —¿Algo que le guste señorita Blair? —pregunta. ¡Mierda!

—No, aquí no —contesto a su altura, aunque tengo las mejillas enrojecidas —un mocca latte —menciono en cuanto Draco se acerca para saber si ya me decidí y cuando escucha eso, blanquea los ojos.

—Veo que se aprendió el reglamento del instituto —comenta mientras desliza sus delgados dedos por su billetera y saca un billete perfectamente estirado, lo deja encima del papel que es su cuenta. —No ha tenido el agrado de encontrarme en los pasillos —sonrío de lado y aprieto ligeramente mis manos.

—Te dije que no volvería a pasar —se inclina un poco hacia mí, observo al joven que deja mi mocca latte enfrente y el papel con la cuenta.

—Castigada —susurra

—¿Qué? —le miro y la tengo más cerca de lo que debería

—Voy a quitarle esa maldita forma de referirse a mi —cierro los ojos, la tutee y me lo pase por alto.

¡Que tonta!

—¿Qué sucede? —la voz de Dylan me hace abrir los ojos, pero Vanth ya no está a mi lado y la observo marcharse lentamente del lugar. Antes de perder mi vista por completo, se da la vuelta y me guiña el ojo.

"No me agrada para nada"

—¿Cuánto es? —pregunto al ver que mi papel no está en la mesa

—Ya pago por ti —indica y frunzo mi ceño

—¿Quién? —pregunta Dylan.

—No puede ser, los veo luego —tomo mi mocca y me dispongo en caminar hacia Miss Vanth. Le voy a devolver su dinero.

Pero antes de que pudiera llegar a tocar el hombro de la Miss o si quiera pronunciar su nombre, Marisol me ataja en la puerta de la cafetería y me arrastrar hacia los banquillos.

—Alguien pago el café de Anna —comenta Dylan, los chicos me miran de inmediato

—¿Quién?

—No lo sé —miento. ¡Claro que sé! Pero conociendo que su persona no es bienvenida en ningún rincón de la institución, lo mejor es que guarde silencio y sea un secreto.

TE DETESTO;Donde viven las historias. Descúbrelo ahora