26 •Te devuelvo el favor.

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Despierto en una habitación que no es la mía, las paredes son de un blanco reluciente y con una pequeña tirilla de decorado a la mitad, intento mantener mis ojos abiertos pero la luz de la habitación me enceguece. Respiro profundo, muevo la cabeza y descubro una ventana lo suficientemente grande para que la luz del día entre a diestra y siniestra. Ahora sé porque estoy tan ciega. Del otro lado de la pared, una cruz roja y... claro, estoy en enfermería. A mi lado la directora Lombardi escribe en su laptop a la velocidad de la luz y en la punta de la cama la enfermera revisando algo en una carpeta de color beige.

—Anna... despertaste —su voz es una suave melodía para mis oídos, pero la confusión en mi rostro es muy notable, se acerca a mi rostro y sin ningún tipo de permiso me alumbra los ojos con una linterna. Quiere matarme.

—¡Anna gracias al cielo! —exclama Lombardi dejando de lado su laptop y acercándose a mi rostro. Hay un brillo extraño en su mirada y su sonrisa me parece linda. —¿Te sientes bien? —pregunta acariciando mi mano.

—Siento como si me hubieran molido a palos —contesto e intento levantarme, pero un mareo me deja en cama de nuevo.

—¿Recuerdas algo de lo que sucedió? —pregunta, levanté mi mano para intentar acomodar mi cabello y me encontré con vendas alrededor. —La enfermera Morrison tuvo que hacerte cinco puntos, estabas bañada en sangre cuando Vanth te encontró en el edificio de unión celestial.

—Yo... —frunzo el ceño, no recuerdo haber llegado hasta ahí, creo que estaba camino a mi cuarto ¿o acaso lo soñé? —no recuerdo que pasó

—Bueno todo indica que te caíste de las escaleras del edificio —susurra mirando mi ropa —aunque tienes un feo hematoma en el abdomen ¿segura que no te acuerdas de nada? —miro hacia abajo y levanto mi blusa, efectivamente tengo una marca de un golpe fuerte. Lombardi traga saliva y aprieta sus labios al verme la piel tan morada.

—directora Lombardi —nombran detrás de ella, la voz pertenece a la decana Rossi, sus ojos se posan sobre mi abdomen al igual que la directora y noto como todos los músculos de su rostro se tensan. —Necesito su firma —indica acercándose a la mujer, sus ojos verdes no dejan de verme y le entrega a Lombardi un papel.

—¿Cámaras?

—Si, en todos lados, pasillos, campus, puerta principal del baño y puerta de la salida, quiero que este lugar este monitoreado las 24hs del día —deja de verme —para que cosas como estás no vuelvan a pasar.

—¿No es muy exagerado? Habría que consultar con los padres de...

—Ya lo hice, se notifico a las familias hace dos días y todos están de acuerdo —Lombardi muerde su labio y no le queda de otra que firmar el papel, pero veo el disgusto en su rostro.

—Bueno, llevaré a la señorita Blair a su dormitorio

—No —sentencia y Lombardi parece más sorprendida que cualquiera de aquí, asiente suavemente —yo me encargaré de la señorita Blair de ahora en más, puede ir a descansar.

Lombardi no muy convencida asiente, está claro que no puede hacer nada frente a los ojos de la decana... observo como junta sus cosas, Rossi se queda parada al borde de mi cama esperando a que se retire, Lombardi regresa a mirarme y regala un mirada suave. La enfermera también se va.

Estamos solas, la decana pone sus ojos en mi y suspira pesadamente, acercándose a mi cuerpo para ayudarme a levantarme.

—¿Cómo estás? —pregunta en susurro en cuanto sus manos se deslizan por mi blusa bajándola suave y cubriendo los hematomas que tengo en el cuerpo. Trago saliva. Baja un poco más para encontrarse con mis pies y con cuidado me levanto, siento un dolor punzando en mi cabeza.

TE DETESTO;Donde viven las historias. Descúbrelo ahora