Luego de invitar a Love a comer, mamá me asegura, por enésima vez, que no tiene intenciones maliciosas. Lo repite con esa voz calmada, implacable, que usa cuando quiere que algo quede claro, como si yo fuera la que está malinterpretando todo, como si no entendiera que solo desea protegerme. Quiere conocerla, entenderla, confirmar que su relación conmigo no será como la que alguna vez tuve con Marco. Esa sombra del pasado parece impregnar cada rincón de nuestra casa, cada mirada de mamá. Aunque su desconfianza no nace del odio, sé que está allí, agazapada, esperando cualquier señal que confirme sus temores. Pero, me digo, mamá casi nunca odia; ese sentimiento parece no tener cabida en su corazón. Sin embargo, este impulso de protegerme me pesa, y me hace cuestionarme cuánto de esto en realidad es por mí y cuánto por sus propios miedos.
Me dejo caer contra la puerta de mi habitación. El olor a madera vieja y perfume adolescente todavía perdura en el aire. Miro alrededor, a mi pequeño refugio, y me sorprende la cantidad de cosas que he dejado en pausa. Mi cama desordenada y las cobijas pesadas, las que mantengo durante todo el año porque el frío siempre me persigue. Los libros sobre el escritorio acumulan polvo, prueba de que mamá ha respetado este espacio; no ha dejado que nadie entre a "acomodar". Casi le agradezco en silencio, pero después pienso que ella conoce bien el valor de este caos, de esta mezcla de mi vida pasada y presente.
Frente a mí, en la pared, cuelgan las fotos de Marco y yo, recuerdos atrapados en el tiempo. Marco, con su cabello oscuro, de un negro que juraba ser natural, aunque en el fondo sabía que era una mentira más en su repertorio. Yo le ayudaba a teñirse, pero jamás llegué a ver el verdadero color. Como si todo en él, desde su cabello hasta sus ojos, fuera un secreto cuidadosamente guardado. Lo que no ocultaba eran sus ojos celestes, pero claro, eso también era una fachada, una simple lentilla. En él, nada era lo que parecía.
Pienso en aquel día en que, contra toda expectativa, Marco llegó vestido con un traje impecable, cubriendo los tatuajes que mi madre tanto despreciaba. Aquella vez se había esmerado, dejando ver los ojos claros que siempre ocultaba y regalándonos una sonrisa sincera. Mamá, siempre intuitiva, no cayó en el hechizo; decía que él tenía "un aura negra", que algo en su espíritu no encajaba con nosotros. Yo, ciega de amor, no quise escucharla. Ver a Marco entrar en mi vida como un enigma, como un mundo aparte, era adictivo, una atracción magnética que no podía resistir.
Me pregunto dónde estará ahora. Probablemente no en la cárcel, me digo. Su familia tenía dinero, aunque él siempre evitaba usarlo. Nunca me mostró su lado privilegiado; se hacía a sí mismo en una independencia un tanto oscura, un rebelde por decisión propia, pero también un alma herida por una familia que lo dejó a la deriva. Creció entre lujos que despreciaba, rodeado de personas que él mismo veía como "ruinas de su vida". Aunque éramos tan diferentes, él encontraba en mí algo que lo hacía mostrarse sin la armadura, sin la dureza que desplegaba en el resto del mundo.
Pienso en todas las veces que mamá insistió en que el tiempo lo demostraría, en que alguien como Marco, por muy encantador que fuera, estaba destinado a decepcionar. Ahora, en la distancia, siento una mezcla de nostalgia y algo que no quiero nombrar, un vacío que crece al imaginar su ausencia como algo definitivo.
—¿Quitaras las fotos? —pregunta mi madre detrás de mí, me giro un poco para verla y respiro profundamente, el aroma a tierra me hace picar la nariz.
—¿Por qué debería?
—Quizás no quieres verlas...
—¿Dónde estará? —mi madre suspira cansada y se acerca a mi lado para mirar las fotos que están enfrente, pero su mirada es un tanto despreciativa.
—Su madre pago la fianza, hable con ella, pero no era una persona muy agradable... me pidió disculpas por meterte en esto y acordamos tapar lo que sea para que no salga a la luz —desliza sus dedos por una foto mía de cuando era pequeña —agradezco que haya sido así, de otra forma tu estarías en la cárcel y eso si debo agradecerle a Love —sonríe acariciando mi cara de niña pequeña
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TE DETESTO;
RomanceAnna Blair es una estudiante de 18, esta en el ultimo año de preparatoria y por un incidente de verano, sus padres como castigo la obligan a ingresar a un internado. "Instituto privado Mentalba" Algo totalmente absurdo considerando que esta en su...