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—Podría ser peor. — sacó su lengua para mojar sus labios como si haciendo aquello sus palabras se oirán amistosas. — podrías usar uniforme o...

— Cállate, ya uso uniforme. — masculle y seguí haciendo lagartijas.

Seojun era uno de los ahijados de papá. Un individuo que se encontraba en el lugar y momento inadecuado. Conoció a papá un día que, en una entrega de no sé qué, en uno de nuestros edificios hubo un intento de asalto y él "heroico" Seojun protegió a papá porque ninguno de sus guardaespaldas estaba cerca. El accionar del joven fue patético a diferencia de algunos miembros entrenados, pero logró su cometido, desarmar al ladrón.

Perfectamente ridículo.

En forma de gratitud, papá costeó el tratamiento médico a su hermana y le otorgó un puesto como subordinado para su protección. A pesar de que no le veía la gracia al muchacho a un lado mío, mi papá tenía fe ciega en él.

Solo le hubiera dado dinero como compensación y listo, pero papá tenía una perspectiva distinta sobre él.

—No te enojes, debes estar radiante para la carrera de más luego y mañana será tu primer día en la Universidad. Muestra una mejor actitud. — mostró una gran sonrisa queriendo quitar el ceño fruncido de mi cara, pero bien sabía que no lo lograría con facilidad.

—No puedo estar radiante si tengo que usar "mi uniforme". — dije levantando mi cuerpo con pesadez. Ante los ojos de Seojun, yo era su pase para estar con los chicos geniales de las carreras. Él hablaba con todos en mi nombre porque yo no podía hablar con nadie.

— Te ves increíble con la cara cubierta, le haces a todos un favor. —hablaron a mis espaldas.

La voz de mi primo era burlona, casi insoportable.

— Mientras no corte tu lengua, no le hago un favor a nadie.— Sequé mis brazos con mi pequeña toalla y se la lance a la cara. — Cuídate.

Era prepotente cuando trataba de él, desde que me convocaron a mi primer ascenso en la lista y a él lo bajaron de rango lo único que ha aportado son problemas para todos. Los entrenadores han hecho de las suyas para amansarlo, pero al ser familiares nuestros no han podido ponerle una mano encima. Para su incomodidad aun no me han dado el permiso de desaparecer de aquí.

—No es necesario. Solo se protegen a los más débiles de la manada, a los inferiores, a los inservi...— Tomé el cargador de mi móvil y en un rápido movimiento lo envolví en su cuello tajando cualquier idiotez que iba a completar. Ejercí un poco de fuerza para atraer su rostro hacia abajo y tener más facilidad de darle un rodillazo en su abdomen.

— Recuerda algo, no estoy en un rango superior por mi padre, estoy por encima de ti porque si tiró con más fuerza de este cable, mi rostro al que tanto repudias, será lo último que verás en tu miserable vida, soy asquerosamente útil a comparación tuya. — escupí mis palabras llenas de acidez.

Cada ocasión en que me enredada con esta clase de conflictos mi cabeza dolía al contener toda la sarta de palabras que quería decir. Solo me quedaba morder mi lengua.

Solté con fuerza el cable y dejé que su cabeza cayera del llano al suelo. Vi su rostro de distintos colores hasta que recuperaba la respiración. Algunos querían socorrerlo, pero no lo hacían por mi presencia. Es complicado sentirse impotente, soy el claro ejemplo de que era real.

Papá jamás atentaría contra Sangtae y tampoco se interpondría en alguna pelea entre los dos, hasta ahora no ha ocurrido. Sin embargo, entiendo que papá no quiera admitir que en un futuro mi primo gozaría de privilegios que deberían ser exclusivos para su heredero. No es algo que yo exija o reclame, simplemente remarca cada vez más los privilegios de los hombres de la familia. Todos poseían grandes cargos y las mujeres eran enviadas al extranjero apenas cumplían 14 años, todas excepto yo.

𝐁𝐔𝐋𝐋𝐄𝐓 - 𝐉𝐉𝐊 © (Completa) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora