Epílogo

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Tres semanas desde que salí del Hospital. Tres semanas en las que he sido un fantasma atrapado en las paredes de mi casa, atormentada por las conspiraciones alrededor de la muerte de mi padre y Sangtae. Los medios se encargaron de difundir mi imagen como sucesora y como principal sospechosa. Sin embargo, los abogados que consiguió Seojun han hecho un excelente trabajo al ocultar cualquier lista que me señale.

Mentiría si me repitiera a mi misma que todo estaría bien.

Sostuve entre mis manos el pesado objeto, lo observe tan atenta que mi mente empezaba a divagar en las posibilidades que existían de acuerdo a cualquier movimiento que realizará.

Era tan peligroso y embriagante.

Nunca sabré en qué momento me volví adicta.

Mi visión viajó alrededor de la habitación en busca de algo que me anclara otra vez a la realidad y lo encontré.

Encima de la mesita había unos pocos papeles apilados y un pequeño objeto de plástico los mantenía firmes en ese lugar.

Era una prueba de embarazo.

Hace 5 días llamé al médico privado de la familia para mencionarle mi malestar luego de vómitos inusuales y jaqueca, ya que al momento de desaparecer las pruebas en mi contra destruyeron mis resultados del Hospital y me enviaron a casa para ser tratada en privacidad. El resultado del análisis sanguíneo fue acompañado por el pequeño plástico y un corto "felicidades".

No entendía lo que pasaba hasta que leí con atención.

Mire de nuevo el arma entre mis manos, pero ahora mi pecho se acelera con cada segundo que transcurría. No podía levantar mi dedo y apuntar a un culpable.

He mantenido mi calma en medio de este caos aunque mi interior se carcomiera por angustia, por el burbujeante rencor que se formaba en lo más profundo de mi al no encontrar a quien odiar más que a mi.

Estaba pérdida, mi consciencia parecía que me había abandonado en estas semanas.

Perdí a quien llamaba como mi padre, perdí el camino que había labrado para una vida fructífera, perdí lo poco que me hacía mis vínculos fuera de la organización, y lo perdí a él.

Sentí un ardor dentro de mí al pensar en él. Me odiaba cada vez que pensaba en su existencia.

Debí asesinarlo. Exhibir su muerte como una advertencia a futuros infiltrados, pero no podía dejar morir el único recuerdo que tengo de sentirme viva.

Porque, aunque me pesara admitirlo. Me sentí con vida cuando lo tuve a mi lado.

Luego de que la realidad de mis padres me azotara y poner en bandeja de plata a las cientos de personas dentro de la Organización no podía dar ese paso en falso.

Puedo morir por tener mi mente en paz. Ni lo que tengo creciendo dentro de mi, ni yo podemos lidiar con esto.

Si ellos hicieron mi vida un infierno por su propia ambición, deseo desde mis entrañas acabar con esto de raíz.

— ¡¿QUÉ DIABLOS?!

Una mano golpeó mi muñeca haciendo que soltara el arma, esta cayó lejos de mi.

Mire con rabia a Seojun.

— ¿Que mierda tratabas de hacer?

Abrí mi boca para responderle, pero de esta no salía ningún sonido. Mis labios temblaron y mis visión empezaba a ser borrosa por el líquido que se acumulaba en ella.

— Carter. — me llamó — No puedes dejarme, Carter. No puedes simplemente tomar esta decisión por ti misma.

Cubrí mi rostro para ocultar las lágrimas que me abandonaban. De mi garganta salió un gemido de dolor, porque eso sentía dentro de mi.

Un dolor tan agonizante que añoraba arrancarlo con uñas y dientes.

Era la primera vez en que podía oír con claridad como algo dentro de mí se rompía. Nunca había llorado de esta manera, nada parecía aliviar mi agonía, nadie podría entender la posición en que estaba. La compañía de Seojun no era suficiente, estaba sola y no había manera en que pudiera remediarlo.

— ¿Lo sabes? — pregunte muy bajo. — ¿Sabes lo que tengo dentro de mí?

— Vine por lo mismo. Me preocupe por qué no habías salido de aquí hace días. — dijo acercándose más a mi. — ¿Qué harás?

— No lo quiero, Seojun. — mis palabras llegaban ahogadas a mis oídos. — No quiero nada que me ate al pasado. Me atormento todos los días, todas las noches pienso en morir. Soy capaz de lo peor, un niño correrá peligro conmigo.

— ¿Estás segura?

— No, pero trato de ser sensata. — admito. — No haré que pague las consecuencias de otros.

— No creo que sea así. Podemos trabajar en ello. Eres muy joven y con todas las posibilidades de mejorar. Puede que ese sea el evento que finalmente cure tu dolor. No es para que llenes tu soledad, es para que cures cada una de tus heridas internas y finalmente hagas las cosas bien. Lo que tu deseaste, dáselo.

— Estoy mal. No podré darle nada.

— Tenemos tiempo, estaré contigo para que puedas darle todo.

Los brazos de Seojun rodearon mi cuerpo sorprendiéndome, como si su calor lo motivará, más lágrimas se escaparon de mi. Era incapaz de controlarlo, sólo salían y humedecen mi rostro. Mi respiración era inestable y mis latidos acelerados, pero parece que mi desastre no le molesta para nada.

Mientras más lloraba más firme era su abrazo.

Si decidía tenerlo, debía ser en un lugar seguro para ambos. Tener un hijo en Corea, bajo un compromiso roto, una cultura llena de rumores y señalamientos, estaría entrando en la boca del lobo por voluntad.

— Seojun. — llame su atención con un pequeño susurro. — Comunícate con Kline lo más pronto posible. Dile que acepto su propuesta, iré a su país y pagaré el favor que nos hizo.

Continuará...

𝐁𝐔𝐋𝐋𝐄𝐓 - 𝐉𝐉𝐊 © (Completa) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora