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Los clientes empezaron a llegar poco después del mediodía, y Zayn  y Liam  se sentaron en unas sillas de patio bebiendo limonada casera. Liam  reconoció a Serena entre ellos enseguida.

―¡Ey! ―la llamó Serena, saludándola con la mano antes de acercarse dando saltos para darle un abrazo a Liam.

―Has venido por las mesitas, ¿verdad? ―contestó ésta cuando se separaron. Se sentía un poco incómodo ante la intimidad física que Serena siempre parecía capaz de iniciar―. Están al otro lado, por aquí. Iré a buscarlas.

Serena lo siguió por el laberinto de muebles distribuidos por el jardín.
―¿Ése es tu novio? ―le preguntó mientras caminaban, girándose para mirar a Zayn―. Porque está buenísimo, si no te importa que te lo diga.

Liam  se rió y también lo miró por encima del hombro. Zayn  estaba hablando con Karen, la de la tienda, todavía vestido con la camiseta blanca y con el sol bailando sobre sus bíceps.
―Para nada ―contestó.

―¿Que no está bueno? ―exclamó Serena―. Tío, ¿te has quedado ciego?

Liam  sacudió la cabeza y se rió.
―Lo que quiero decir es que no es mi novio ―la corrigió.

―Pero sí que está buenísimo ―le suplicó Serena―. Vamos, puedes decirlo.

Liam  dibujó una pequeña sonrisa; Serena debía de pensar que estaba siendo un inocenton.

Se acercaron a las dos mesas que Serena había ido a recoger. La joven se arrodilló para examinarlas, echándose el cabello oscuro sobre el hombro y revelando la piel de color caramelo que había debajo. Era guapa de ese modo tan único de las mujeres jóvenes: con una luz propia y firmeza que ningún maquillaje podía igualar.

―¿Estás pensando en tirarle los tejos? ―le preguntó Serena, alzando la vista hacia el.

Liam  estuvo a punto de atragantarse.
―¿Tirarle los tejos a Zayn?

―¿Por qué no? ―insistió Serena―. Porque si no lo haces tú, ¡lo haré yo!

Liam se quedó paralizado, sintiendo frío de repente a pesar del sol de primavera. La idea de la hermosa y libre Serena con zayn lo llenó de unos celos tan fuertes que lo cogieron por sorpresa.

No le costaba nada imaginarlo enamorándose rápidamente de ella porque, ¿cómo no iba a hacerlo? ¿Cómo podía resistirse un hombre de treinta y cinco años a una mujer joven como Serena? Casi lo tenían escrito en el ADN.

Serena arqueó las cejas y le dedicó una amplia sonrisa.
―¡Estaba de broma! ¡Guau, tenías cara de que te hubiese dicho que alguien se había muerto!

Liam  no pudo evitar sentirse algo irritado ante la tomadura de pelo de Serena. Las bromas eran algo en que los jóvenes y sin ataduras podían participar, pero para la gente hastiada como el, era difícil disfrutarlos.

―¿Por qué ibas a bromear con algo así? ―preguntó, intentando que su angustia no fuera audible.

―Quería ver qué cara ponías cuando lo dijera ―contestó Serena―. Para ver si estás interesado en él o no. Y lo estás, por cierto, así que deberías hacer algo al respecto. Sabes que un tipo con ese aspecto no seguirá soltero mucho tiempo.

Liam arqueó una ceja y sacudió la cabeza. Serena era demasiado joven como para comprender lo complicadas que podían ser las cosas entre dos personas, o para saber las cicatrices emocionales que te iban pesando cuando más madurabas.―Ey ―continuó la joven, mirando a lo lejos―. ¿Has tenido oportunidad de echarle un vistazo al granero? Apuesto a que dentro hay montones de cosas interesantes.

Por Ahora Y Para Siempre [ Ziam ] Adaptación.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora