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Al día siguiente se levantó temprano y fue directo al pueblo con un plan para conseguir gustarle a la gente de Sunset Harbor.

El impulso que lo movía al principio había sido, por supuesto, su deseo de que votaran a favor de concederle el certificado de habitabilidad, pero en cuanto se puso en marcha se dio cuenta de que quería entablar amistad con aquella gente de todos modos.

El certificado era importante pero, tanto si lo conseguía como si no, arreglar sus errores era todavía más importante para el.
Ahora veía lo frío y poco amistoso que había sido con todo el mundo de la zona, y se sentía fatal.
El no era así. Tanto si votaban a su favor como si no, tanto si se volvían amigos suyos como si no, tenía la necesidad de enmendar las cosas.

Había llegado el momento de dejar a al Liam de Nueva York atrás y convertirse en la persona amigable y de pueblo que había sido en su juventud.

Sabía que todo había comenzado con Karen en la tienda del pueblo, así que fue directo hacia allí y llegó justo mientras Karen abría para empezar el día.
―Oh ―dijo ésta cuando la vio acercarse―. ¿Puedes darme cinco minutos para encender la caja registradora y tenerla a punto? ―Su tono no era hostil, pero Karen era la clase de persona que se mostraba excesivamente agradable con todo el mundo, así que aquel saludo tan templado era señal más que evidente del desagrado que sentía hacia Liam.

―En realidad no he venido a comprar nada ―contestó Liam―. Quería hablar contigo.

Karen hizo una pausa, todavía con la llave en el pomo.
―¿Sobre qué?

Abrió la puerta y Liam  la siguió Dentro. Karen empezó a subir al instante las persianas, moviéndose de un lado al otro para encender las luces, los carteles y la caja registradora.

―Bueno ―dijo Liam ,siguiéndola y sintiendo que lo estaba obligando a esforzarse para conseguir su perdón―. Quería disculparme. Creo que empezamos con mal pie.

―Llevamos yendo con mal pie desde hace tres meses ―replicó Karen, atándose con gestos rápidos uno de los delantales verde oscuro de la tienda alrededor de su rotunda cintura.

―Lo sé ―siguió Liam ―. Al llegar fui bastante frío porque acababa de salir de una ruptura y justo había dejado mi trabajo; estaba en un momento bastante sombrío. Pero ahora las cosas tienen mucha mejor pinta y sé que eres importante para la comunidad, así que, ¿podemos empezar de cero?

Karen rodeó el mostrador y le dirigió una mirada.
―Puedo intentarlo ―accedió al fin.

―Genial ―dijo Liam animado―. En ese caso, esto es para ti.

Karen entrecerró los ojos al ver el pequeño sobre que le estaba tendiendo Liam. Lo aceptó con desconfianza.

―¿Qué es?

―Una invitación. Voy a celebrar una cena en la casa, y he creído que a la gente del pueblo quizás le interesaría ver cómo la he restaurado. Cocinaré y prepararé unos cócteles. Será divertido.

Karen pareció perpleja, pero aceptó la invitación de todos modos.
―No te sientas obligada a decidir ahora si asistirás ―dijo Liam ―. ¡Adiós!

Salió con paso vivo de la tienda y recorrió la calle hacia su siguiente destino. Mientras caminaba comprendió lo mucho que había llegado a amar al pueblo; era hermoso de verdad con su bonita arquitectura, los cestos de flores y las calles con sus filas de árboles.
Los banderines del festival seguían ondeando, haciendo que pareciese que se estaba celebrando una fiesta sin fin.
Su siguiente parada fue la gasolinera. Hasta ahora la había evitado, dándose a sí misma la excusa de que sencillamente no le había hecho falta conducir demasiado desde su llegada, pero en realidad se debía a que no quería cruzarse con el hombre que lo había ayudado a su llegada a Sunset Harbor. Había sido más maleducado con él que con nadie, pero si quería quedar en buenos términos con la gente del pueblo, tendría que incluirlo en su lista de invitados. Y puesto que era el dueño de la gasolinera, todo el mundo lo conocía. Si conseguía trabar amistad con él, quizás el resto de los habitantes siguieran sus pasos.

Por Ahora Y Para Siempre [ Ziam ] Adaptación.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora