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La casa estaba llena de gente entrando y saliendo. Había mucho trabajo que hacer ahora que les habían concedido el permiso, y tenía que empezarse inmediatamente, razón por la que mucha gente se había pasado para ofrecerle a Liam  sus servicios de enyesado, lijado e incluso de limpieza de ventanas a cambio de la fidelidad de su negocio, y Liam estaba más que dispuesto a aceptar sus generosas ofertas. Resultaba extraño tener a tanta gente merodeando por la casa tras meses de soledad con zayn, pero sabía que iba a tener que acostumbrarse; después de todo, se había comprometido a una vida de intrusiones diarias al decidir seguir adelante con la idea del hostal.

Supervisó la entrega de la mesa de recepción que Rico le había donado y que quedaba increíble en el vestíbulo, tras lo cual Barry, el electricista, empezó a trabajar en la planta baja instalando la caja registradora que habría encima. Y entonces llegó Raj en su camioneta blanca.
―¡Traigo una cesta de flores! ―dijo sonriendo.

―Genial ―contestó Liam.
Raj no había hecho más que salir de su furgoneta cuando apareció otra en el camino de entrada.
―Traemos una alfombra de pasillo para Liam Peyne―dijo el repartidor mirando sus papeles―. ¿Dónde quieres que la pongamos?

―Por aquí ―dijo Liam , guiándolos por la casa.

Zayn  estaba en la cocina preparando café para todos; Liam  lo podía oír hablando claramente con los perros. Había conseguido encontrar hogares para todos los cachorros a excepción del pequeño de la camada, Lluvia y para Mogsy, la madre. Cynthia se iba a llevar a uno para su hijo, Raj había aceptado en intercambiar las cestas de flores a cambio de Trueno, el más activo de los perritos, Jason el bombero iba a quedarse uno a modo de regalo para su hija recién nacida, y Joe, del restaurante, había pedido al último cachorro. Liam se sentía feliz al saber que el pueblo volvía a estar ayudándolo, y sabía que todos  los perritos recibirían amor en sus nuevas casas.

Llevó al repartidos de la alfombra escaleras arriba hasta el descansillo.
―Justo aquí ―le indicó.
Se quedó mirando cómo el repartidor desenrollaba la nueva alfombra color crema del pasillo. Se veía preciosa y complementaba de manera perfecta las gamas de colores grises, azules y blancos.

La casa se estaba transformando a buen ritmo en un hostal como era debido, y Liam  empezó a permitirse sentir entusiasmo por cómo estaba yendo todo. Aunque los nervios seguían presentes, eran más nervios de anticipación que miedo. Era como si toda su vida hubiese estado llevándolo hasta aquel momento, como si por fin estuviera donde debía estar.

Le dio las gracias al repartidor y éste se marcho.
En cuanto se hubo ido, Liam caminó sobre la suave alfombra nueva, probándola del mismo modo en que un niño probaría un juguete nuevo. Se sentía emocionado, entusiasmado por lo que traería el futuro, pero entonces recordó que todavía quedaba una habitación muy importante en la que todavía tenía que llevar a cabo las renovaciones, una que en realidad era la más importante de todas. Hasta ahora lo había estado evitando, pero de repente se sentía capaz de entrar y de hacer lo que era necesario.

Recorrió toda la extensión de la nueva alfombra, pasando por delante de la miríada de habitaciones que algún día formarían parte del hostal pero que, por ahora, estaban vacías, hasta detenerse delante de la puerta cerrada de la habitación que en su día había pertenecido a Charlotte y a el. Puso las manos sobre la madera e inspiró profundamente.
Dudó un momento más, preguntándose si estaba tomando realmente la decisión correcta. Aquella era la habitación que más potencial tenía de dejar a los huéspedes con la boca abierta gracias a su entrepiso y las ventanas de cuerpo entero con sus maravillosas vistas del mar. Además, era la parte más tranquila de la casa. Tenía sentido que la convirtiera en una habitación para huéspedes, pero también significaba que Liam no podía retrasar más el vaciarla.

Por Ahora Y Para Siempre [ Ziam ] Adaptación.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora