Capítulo 6

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Ariana

Luego de hablar un largo rato, nos encaminamos al edificio a ver a Luke. Tomamos un taxi y, minutos después, ya estábamos allí.

Nos bajamos y había chicos entrando y otros saliendo con libros e instrumentos. Habían muchos chicos y chicas guapas.

—Tengo un poco de vergüenza de entrar —siseó Cami—. ¿Y si esperamos aquí afuera?

—Tranquila, verás que nadie nos notará; todos están distraídos —respondió Val tratando de calmarla, y funcionó.

Entramos y, efectivamente, todos estaban concentrados en sus cosas, charlaban y se reían muy fuerte como si nadie más estuviera ahí; todos eran libres. A diferencia del insti, haces algo y todos parecen notarlo automáticamente.

Pasamos el pasillo y subimos hacia la habitación.

Tocamos y Luke abrió muy sonriente saludándonos a Cami y a mí y dándole un beso a Val.

—Cami, ¿cómo estás? ¿Qué sorpresa? ¿Cómo se conocieron? —preguntó Luke algo confundido.

—Va en nuestra misma clase —hablé.

Hablamos de todo un poco, Cami se puso al día con Luke, y todos nos reímos de los chistes de Luke.

—Me duele mucho la barriga; ya cállate, si me siento mal, será por tu culpa —reprochó Val aún muriendo de risa.

—Luke, ¿dónde está Maxi? Creí que tardaría, pero no tanto —dijo Cam.

—No te dijo; hoy empezaba a trabajar en la cafetería cerca de la universidad. Él se fue con Marcos; salieron primero que yo —respondió Luke.

—Sí, me comentó, pero no sé cómo llegar. ¿Nos llevas? Creo que ellas están de acuerdo, ¿cierto? —propuso.

—Claro —accedimos al unísono.

—No se diga más; así podemos seguir charlando, si les apetece —comentó Luke con un saltito.

Asentimos y nos fuimos caminando todos y hablando por todo el camino de cómo nos iba a todos en los estudios y cómo estaba Luke mejorando del accidente.

Me llevé una grata sorpresa con Marcos; no sabía que estaba trabajando. Ahora veo la insistencia de vivir en el edificio, ya que mi mamá no lo permitiría trabajar (aún). Según ella, no es necesario, pero él ya está grande, solo que ella es altamente sobreprotectora.

Llegamos y estaba lleno; no había asientos. Habían chicos, niños y ancianos jugando dominó con muchísimo ruido.

—Les juro que esto nunca se llena así, con excepción de los ancianos, siempre vienen. Trataré de buscar asientos, esperenme aquí —expresó Luke.

—¿Crees que encontrarás? No es por ser aguafiestas, pero es que es imposible —susurró Val divertida.

—Si, Luke, Val tiene razón; vamos a esperar un rato. Verás que pronto alguien se parará —dije.

—Eso sí, cuando vean que alguien se levanta, ¡corran! Y corran rápido —planteó Val.

—Como digas, chula —finalizó Luke.

Mientras Camila y yo nos mirábamos sabiendo que sobrábamos un poco en esta situación.

No pasó mucho tiempo y una pareja se paró. Ninguno de nosotros realmente lo notó; los señores que jugaban dominó frente a nosotros nos indicaron.

—¡VAMOS, CORRAN! —exclamó casi arrastrándome por la blusa Val.

Nos sentamos, y los que se habían parado nos miraban tipo "mínimo disimulen que nos estaban parando".

Mi vuelta al solDonde viven las historias. Descúbrelo ahora