Mirai siempre fue una chica muy especial, sólo que ella no lo sabía.
No iba a ser hasta el día en que empezó a tener sueños extraños que se daría cuenta del don con el que nació.
Kisaki Tetta X OC
Hago una historia de Kisaki porque lo amo y casi no...
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— Oye. — Mirai le tocó el hombro al chico.
— ¿Hm? ¿Necesitas algo?
— ¿Puedo saber cómo te llamas?
— ¿Por qué quieres saber?
— Curiosidad, siendo sincera, una vez te vi en un sueño.
— Ah, entiendo. Pues mi nombre es Kazutora Hanemiya, pero si ya me conoces por un sueño, no me molesta que me digas sólo Kazutora.
— ¿Mirai? — se escuchó una voz detrás de la chica.
Ella se tensó y volteó su cabeza lentamente; podía reconocer esa voz aunque no la hubiera escuchado en mucho tiempo.
Era su mamá.
Quiso abrir la boca para hablarle, pero no le salieron las palabras y terminó por volver a cerrarla.
— ¿Qué traes puesto? — habló la mujer. — Te ves ridícula; ¿estás usando maquillaje? Y no me digas- ¿eso es una tatuaje? ¿Es en serio? Además no creas que no vi eso que te hiciste en la lengua; que vergüenza me das.
Mirai no respondió; sólo agachó la cabeza al no saber qué más hacer.
— ¿Qué ha estado haciendo tu hermano todo este tiempo para cuidarte? — volvió a hablar su madre. — Y esa ropa que traes puesta... te hace parecer una-
— ¿Quién es usted? — le preguntó Kazutora; su tono hostil le hizo saber a la mujer que él estaba molesto.
— Soy su madre, y me la voy a llevar ya. — hizo el intento por tomarle el brazo a Mirai, pero Kazutora la detuvo sosteniéndole la muñeca. — ¿Tú qué estás haciendo?
— Déjela ya, no parece que se quiera ir con usted.
Y era cierto, Mirai pocas veces había sentido miedo desde que su madre se fue de su vida, pero el simple hecho de tenerla enfrente la estaba haciendo temblar.
— Suéltame. — exigió ella.
— ¿Y si no quiero, qué?
En cambio, apretó el agarre en la muñeca de la madre de Mirai, haciéndole un poco de daño y causando que ella usara todo su esfuerzo para zafarse.
— Da igual, de todas formas ella no me serviría de nada. — se retiró.
Una vez los ojos de Mirai ya no pudieron encontrarla, dio un largo suspiro y trató de calmar sus nervios; no tenía sentido que su madre hubiera aparecido así de la nada luego de haberla abandonado, y ¿para qué se la quería llevar? No quería imaginarse lo que hubiera pasado si Kazutora no la hubiera defendido, porque ella no habría podido hacer nada por su cuenta.
— Gracias... Kazutora.
— Está bien, eso no fue nada, ¿tú estás bien?
— Ahora que ya se fue, sí. ¿Por qué te tomaste la molestia de ayudarme? — él pareció pensar su respuesta.
