Mirai siempre fue una chica muy especial, sólo que ella no lo sabía.
No iba a ser hasta el día en que empezó a tener sueños extraños que se daría cuenta del don con el que nació.
Kisaki Tetta X OC
Hago una historia de Kisaki porque lo amo y casi no...
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Una semana pasó desde que los amigos de Matchi junto a Kisaki se pusieron de acuerdo para hacerle una fiesta sorpresa a la chica y que pudiera celebrar su cumpleaños; ahora Kisaki tenía que cumplir con su parte del plan y tratar de aumentar la posibilidad de que ella soporte una fiesta sorpresa. Para eso tuvo que ir hasta su casa con una caja en las manos.
— ¿Qué es eso? — le preguntó ella en cuanto lo vio.
— Es un regalo, para ti.
— Un... espera, ¿de qué me perdí? ¿Por qué me das un regalo de la nada?
— ¿Acaso necesito una razón para darle un regalo a la persona que más quiero en el mundo?
— Bueno... no me gustan las sorpresas, pero sí me encantan los regalos ¿qué hay dentro?
— Que mal, no te va a gustar mi respuesta. Es una sorpresa; tendrás que abrirlo y averiguar.
— ¿Por qué eres así? — él se encogió de hombros. — Ah, realmente amo los regalos y quiero saber qué hay dentro, pero podría haber algo malo ahí dentro.
— ¿Por qué te daría algo malo como regalo?
— No lo sé, y así funcionan las sorpresas, nunca te las esperas.
— Sólo abre la caja. — puso el objeto sobre la mesa.
La caja se movió.
— ¿Acaba de moverse? Dime que tú también lo viste, ¿acaso hay algo vivo ahí dentro? Porque eso explicaría los agujeros en la caja, pero ahora tengo más miedo que antes.
— Está bien, tranquila; no te pasará nada por abrir la caja. Te va a gustar, tú sólo confía en mí.
— Bien... bien. — con mucho cuidado, abrió la caja lo más rápido que pudo y arrojó la tapa lejos.
— No tienes que cerrar los ojos; estás siendo un poco exagerada. — ella quitó sus manos de su cara para ver el contenido de la caja.
— Espera, eso es... ¡¿es un conejo?! — sus ojitos brillaron. Kisaki podría jurar que era lo más tierno que había visto en su vida. — ¡Es muy lindo! — cargó al animal en sus brazos. — Jamás había visto uno en la vida real
— Bueno, ahora tienes un conejo mascota.
— Siempre quise una mascota; es tan lindo. — mencionó mientras acariciaba al conejo.
— ¿En serio? No... tenía idea.
— ¿Cómo fue que pudiste conseguir justamente lo que quería?
— Supongo que te conozco demasiado bien.
— Luego tendré que comparar un montón de cosas para poder cuidarlo.
