capitulo veintiuno

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Los secretos eran una buena forma de infringir paranoia en una persona. Guardar un secreto podía acercarte a alguien notablemente, podía darte una sensación de adrenalina al saber que conocías algo que otros no. Pero cuando los secretos eran tan grandes, tan...complicados y oscuros, solo servían para comerte desde el interior hacia afuera. Y de repente ya no hacías mas que mirar sobre tu propio hombro, preocupado de que alguien hubiera descubierto  lo que ocultabas en algun descuido que pasaste por alto.

Daisy Evans ya no pensaba en otra cosa que no fuera el enorme peso sobre sus hombros, no dormía, no comía. Todos empezaban a notar los cambios en su apariencia y comportamiento, las bolsas bajo sus ojos, las costillas marcadas en su piel, la palidez, los ataques de ira y la manera en que su cuerpo parecia estar temblando completamente todo el tiempo. Daisy se preguntaba cuanto tiempo tomaría para que todos los que ella amaba se enteraran de sus secretos y la odiaran para siempre. Con suerte ya se habría destruido lo suficiente para que no interesara cuando el momento llegara.

—¿Estas bien?—pregunto Lily con el seño fruncido. Su hermana no había hablado en todo el desayuno y todos podían notar que algo raro estaba ocurriendo. Daisy levanto su mirada para observar a la pelirroja y luego desviar sus ojos hacia Megara, quien comía su desayuno sentada junto a Sirius. Megara la miro de la misma manera, suplicándole mentalmente que no dijera nada. 

—Perfecta—fingió una sonrisa—¿de que estaban hablando?

—De las vacaciones de navidad—respondió James—¿volverás a casa?

—Si—asintió—quiero ver a mama...me pregunto como esta.

—No me ha escrito desde el comienzo de clases—hizo una mueca Lily—y Tuney mucho menos. 

—Seguro esta todo bien—intento tranquilizarla Remus—debe estar ocupada. Tampoco ha pasado tanto tiempo desde el comienzo de clases.

—Solo tres meses—suspiro Daisy, sintiéndose a si misma ahogarse ante la idea de que aun quedaban varios meses de colegio y cualquier cosa podía ocurrir.

—Vamos Dais—solto una carcajada Sirius—no puedes estar cansada de Hogwarts.

—Te sorprendería—rodo los ojos Corvus. Si bien ya no trataba a Sirius como si fuera su enemigo mortal podía notarse que no estaba del todo feliz con el gryffindor y siempre que tenia la oportunidad aprovechaba para soltar un comentario que lo ridiculizara. 

—Tengo que ir a historia de la magia—intervino Daisy antes de que los dos morenos pudieran empezar a discutir—nos vemos durante el almuerzo.

—¡Voy contigo!—exclamo Megara, poniéndose de pie para empezar a seguir a la rubia.

Ambas chicas empezaron a caminar por los pasillos de Hogwarts en silencio, sintiendo que no había palabras correctas para empezar una conversación. Es mas, no habían estado solas desde aquella noche en la sala común de Gryffindor y mucho menos hablado de lo que la morena había confesado. Daisy sentía que tenia que contárselo a alguien pero, según Megara, Dumbledore ya lo sabia. No podía ser algo tan malo si el director estaba enterado. 

—Daisy...—hablo la morena en voz baja, intentando no llamar la atención de los otros alumnos que caminaban por el pasillo al mismo tiempo que ellas—¿segura que estas bien?

—Si Meg—suspiro intentando evitar el impulso de rodar los ojos ante la chica que solo estaba preocupándose por ella—¿ha pasado algo nuevo últimamente? 

—No—nego con la cabeza rápidamente—Dumbledore dijo que tenia que hablar con el inmediatamente si...el...intentaba comunicarse conmigo, pero no hay forma de que eso ocurra ¿cierto? Mi mama me dijo que el no sabia de mi existencia.

WHAT A TIME || regulus blackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora