Las fiestas, la ropa, los chicos, la fama, el dinero, la posición social y todos los demás placeres de los que puedo gozar. A mis cortos 16 años he vivido muchas cosas, nada malas por suerte. Padres millonarios y viviendo la vida que me merezco. Me...
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Nos miramos ambos con desesperación. Con sus ojos el gritaba “No te vayas” y yo con los míos “No me dejes ir”.
Giovanna: ¿Reaccionan o qué?
Ruggero: No te vayas.
Karol: No me dejes ir —lo abracé con todas las fuerzas que tenía y las lágrimas brotaron de mis ojos.
Giovanna: Vámonos, Esteban. Esto era lo que debía pasar —me voltee y la miré.
Karol: Gracias.
Giovanna: De nada, cualquier cosa me tienes —se despidió con la mano y se fue.
Ruggero me miró dulcemente y me acarició el rostro con las yemas de sus dedos. Nos miramos el uno al otro diciéndonos las cosas más hermosas con las miradas, una vez más el mundo desapareció y sólo quedábamos él y yo. La vida se hacía corta, las horas insuficientes y las palabras inútiles para expresar sentimientos que la lengua no podía expresar, sólo el latido de nuestros corazones sabía cuanto deseaban estar uno junto al otro.
Ruggero: Te amo...así como eres...mi niña mal.
Karol: No, por ti seré...una niña mal pero no malvada —él sonrió tiernamente.
Ruggero: ¿Lista para regresar a mi apartamento?
Karol: ¿Quién lo dice? ¿Tú? —fingí.
Ruggero: Karol....
Karol: Estoy bromeando —hinqué sus costillas.
Ruggero: Ven —me tomó de la mano—. Debemos enfrentar algo más.
Entramos al internado, ahí estaba su padre junto con Chiara hablando, ambos voltearon hacia nosotros, Ruggero presionó mi mano aún más y nos acercamos.
